lunes, 30 de junio de 2014

Comida Manchega en Palomera (Cuenca)

Visitar España es salir a las pequeñas y grandes ciudades. Tener amigos como Manolo Junco es un privilegio. Amante de su país, de sus costumbres, de su gastronomía, cada visita allá es conocer sitios que difícilmente, como turista, se encontrarían
Hace unos días fuimos a Cuenca, a ver el Museo de Arte abstracto y luego buscamos un sitio para comer. ¡Vaya sorpresa!, llegar a un pequeño caserío, en Palomera, bueno, ellos le llaman municipio.

Se encuentra a unos cuantos kilómetros de Cuenca, disfrutado un paisaje maravilloso llamado el paseo del Huécar y pasando Molinos de Papel. Apenas se entra al pueblo y se encuentra este hostal-restaurante.


La comida es una delicia. Comida de pastores, sabores manchegos tan diferentes a los que se come en las grandes ciudades: En su sitio dice: "Su carta está llena de olores y sabores manchegos. Entre los platos que destacan está el morteruelo, el  ajoarriero, el pisto y el zarajo y muchos otros platos típicos y deliciosos".

Morteruelo:  es un plato fuerte, pesado, con diversas carnes de caza, una delicia única de esa región; el ajoarriero es una pasta de patatas, huevo, ajo, pimentón y aceite de oliva; el pisto manchego es una mezcla de pimientos verdes y rojos, tomates y un poco de calabacín.


El maravilloso zarajo. Mmmmmmmmm
El zarajo son lo que conocemos en México como tripas de cordero, entretejidas hermosamente, enrolladas en dos palos, es una delicia. Hay que decir que toda esta comida no era de nobles ni de príncipes, era la degustación diaria del campesino, del labrador y, siempre se sabe,  hasta los reyes envidian estos fiambres dignos de la mejor gente del mundo. 
También, estos sabores son reminiscencias del pasado romano, de la inmediatez de la conjugación tanto de la cultura árabe, como de la judía, que en aquellos años convivían de una manera generosa y amorosa.

Claro, todo este banquete no sabe si no se  acompaña de un buen vino manchego, un delicioso café y un postre exquisito.

Y después de todo eso, se requiere una buena siesta pues los estómagos no sólo lo piden, lo exigen.

Soñar con Don Quijote en estas tierras manchegas, recordar a León Felipe, a la gente que ha transitado siglos por tierras españolas, también antepasados de los mexicanos que, como parte de lo que somos, tenemos que recobrar.

Con Serrat y Carlos Fuentes

Nunca estuve con ellos, bueno, con Joan Manuel Serrat sí cuando dio un hermoso concierto en el Zócalo capitalino y yo era director de información en al Instituto de Cultura de la Ciudad de México, durante el gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas, en 1998.

Esta caricatura, que Apebas hacía cada domingo, fue uno de los mejores regalos de mi vida pues además de ser una sorpresa agradable, fue un gran honor. 

Ese  26 de octubre de 1996, busqué la sección cultural, que era lo primero que leía y me encontré el trío de personajes de ese domingo, entre los cuales estaba yo. ¡Qué gran felicidad!

Se las comparto 18 años después.

domingo, 29 de junio de 2014

Posada en Cádiz, hasta septiembre 7

Después de un largo y complejo trabajo, donde tuve que enfrentar un sinnúmero de zancadillas, logré inaugurar el 18 de junio pasado la exposición Posada. Calaveras, fantasías y vida cotidiana, en el Castillo de Santa Catalina, en Cádiz.


Trabajar pensando en otros ámbitos distintos al mexicano conlleva niveles de dificultad que requiere de la complicidad de la gente de aquellos lares o que conoce muy bien ese ambiente, como un trío de buenos camaradas: mi amigo Sergio Hernández que fue quien condujo la muestra hacía aquella ciudad; el editor José Manuel Martín, de Gráficas Almeida quien fue el primero en soñar la muestra en España y el gran artista Juan Manuel Álvarez Junco,  autor de unos de los textos del libro y gran amigo de siempre.

Agustín Sánchez González


Gracias a sus lecturas de Posada, pude armar un guión museográfico que fuera factible de leerse en la península ibérica y que se expresa en la muestra que hoy puede verse en una edificación mágica, el Castillo de Santa Catalina, en Cádiz, construcción del siglo XVI, debido a la destrucción de Cádiz hecha por los ataques piratas. La obra se terminó en 1621.

Gracias al apoyo de Alicia Mayer, directora del Centro de Estudios de México en España, pudo realizarse un hermoso catálogo que pornto estará a la venta en México pero que si alguien quiero adquirirlo antes sólo tiene que solicitarlo por esta vía.

Una plaza del arrabal, ahora convertida en Mayor



Mi tocayo, Agustín Lara, cantó: Madrid, Madrid, Madrid, en México se piensa mucho en ti.  Muchas cosas me gustan de esta ciudad, una de ellas, su Plaza Mayor que en sus orígenes se llamó plaza del Arrabal» por encontrarse fuera del recinto amurallado medieval. Recuerdo hace muchos años que visité el espléndido Museo de la Ciudad de Madrid que muestra el desarrollo de esa urbe desde que era una pequeña Villa.


La plaza ha cambiado de nombre: a partir de la Constitución de Cádiz se llamó Plaza de la Constitución; tras el regreso de la monarquía,  Plaza Real, en 1814; seis años después volvió a Plaza de la Constitución.
Tras la primera República, en 1873, se llamó Plaza de la República; sólo duró tres años pues con Alfonso XII, en 1876 y hasta la Guerra civil española volvió a ser Plaza de la Constitución.
Con el franquismo, y hasta ahora, es la Plaza Mayor y espero que así se quede y no le pongan, como hicieron con la estación Sol, del metro, un nombre comercial. Por ejemplo Plaza Movistar-Mayor.
Pues esta plaza me gusta. Cada vuelta a Madrid tengo que ir a verla, a tomarme una cañita, a disfrutar esa maravillosa y cálida arquitectura, lugar de encuentro, sitio de ensoñación.
Miren, para quien no la conoce. esta vista panorámica.

http://www.panorammer.com/panoramas/plazamayormadrid_f.php






III Mis libros. Mi primer prólogo

Después de Por si cambias de opinión, hubo un lapsus de  libros.

Empero, publiqué un prólogo a la novela Tomochic, de Heriberto Frías, dentro de la colección "Obras inmortales" de la editorial Ateneo-México, en 1987.

Mi querido maestro Jaime Erasto Cortés, que coordinaba esa colección, me invitó a escribirlo pues conocía mi incursión por el mundo de la literatura del siglo XIX mexicano. 

En aquellos años, publicaba sobre esos temas en El Sol de México en la Cultura, el suplemento dominical de ese diario.

Casi sin querer, tanto el autor, Heriberto Frías, como la misma portada del libro se vincularían a uno de lo personajes que con el paso del tiempo se volvería fundamental en mi vida: José Guadalupe Posada.

A la par, también publiqué los tres volúmenes dedicados a la Historia documental de la CNOP, y uno más, el tomo IX, de la Historia documental del Partido de la Revolución. Fueron trabajos de investigación documental muy estructurados que me ayudaron a aprender y a aprehender sobre la investigación histórica.

sábado, 28 de junio de 2014

Más de la Antigua Casa de Sobrino de Botín

Madrid es una ciudad que, como todas, debió ser muy pequeña. El mapa que ofrece el restaurante señala algunos de sus límites.

Pienso que a una distancia no muy grande de ahí se encuentra el Parque del Retiro, sitio de descanso de los Reyes. Con Felipe II se convierte en lugar de retiro.

La Plaza Mayor se encuentra a unos pasos del restaurante, camino a las Cuaveas de Luis Candelas, mítico ladrón que azoló Madrid y se escondía en este espacio.

Calles más adelante se mira la Puerta del Sol, punto central para medir la distancia de España al resto del país y por otra parte, Atocha, emblemático espacio donde sigue estando, en pleno centro de la ciudad, el núcleo fundamental del eficiente ferrocarril español.

Así, Botín es un lugar ubicado en el corazón de España, con una sobria fachada de ladrillos, típica del siglo XVI y un horno que sigue siendo el mismo que tuvo en sus orígenes, hace trescientos años.

Un dato curioso (y mítico) se dice que Goya trabajó ahí antes de ser un pintor famoso.



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Un maravilloso Botín, en Madrid

Hace algunos años, en mis viajes al pasado a través de las estampas y libros de viejo, me encontré una estampa muy hermosa, un grabado que anunciaba el Restaurante Antigua Casa del Sobrino de Botín que, presume, ser la fonda más antigua del mundo: fundada en 1725.


Ese grabado, que adquirí en una desaparecida librería del Centro Histórico de la ciudad de México, en la Calle de República de Cuba, casi esquina con la Calle del 57. Debió costar uno o dos pesos y aun tenía el 50% de descuento. Hace unos meses me la encontré entre mis archivos y decidí regalarla al restaurante en la primera oportunidad que fuera de nuevo a Madrid.

Hace una semana estuve en la hermosa Plaza Mayor de Madrid con varios objetivos: comer un bocata y una caña en el Museo del Jamón, suspirar por la plaza en sí, y visitar el Restaurante para regalar el grabado que, como pueden ver, es de una gran calidad.


La respuesta y recepción del Director adjunto de restaurante, don Antonio Sánchez, no pudo ser mejor. Recibió con enorme gusto la estampa, me invitó una copita de vino y unas lajitas de queso y jamón serrano. Fue gratificante saber que esa empresa estaba interesada por su historia.




Y no es para menos, en el libro de record Guines figura como el restaurante más antiguo del mundo; Benito Pérez Galdos, describe el restaurante en su novela Fortunata y Jacinta:
"Como supiera un día la dama que su hijo frecuentaba los barrios de Puerta Cerrada, calle de Cuchilleros y Cava de San Miguel, encargó a Estupiñá que vigilase, y este lo hizo con muy buena voluntad llevándole cuentos, dichos en voz baja y melodramática: «Anoche   cenó en la pastelería del sobrino de Botín, en la calle de Cuchilleros... ¿sabe la señora? También estaba el Sr. de Villalonga y otro que no conozco, un tipo así... ¿cómo diré?, de estos de sombrero redondo y capa con esclavina ribeteada. Lo mismo puede pasar por un randa que por un señorito disfrazado»."




Visitar ese lugar es meterse en las más antiguas tripas madrileñas, subirse al túnel del tiempo y recordar que el mundo existe desde hace muchos muchos años y, lo mejor, tiene para uno un trozo delicioso de historia. 


Al llegar al viejo mesón y mirar los cochinillos que me gritaban "Cómeme por favor", recordé esa espléndida serie de televisión Un país para comerse.

La comida española es una de mis pasiones, llegar a este restaurante es una delicia.

No puede comer ahí, pero les prometo hacerles la reseña muy pronto, cuando vaya a degustar y sentir como han pasado los años y cómo, al mirar la vista atrás, se ve una senda que nos permite otear y confirmar que el goce, la gula, el placer, es eterno...

Por el fin de los caudillos

  No a los caudillos, si a la pluralidad Agustín Sánchez González Se les mira por las calles en pequeños grupos, portan un chaleco con l...