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martes, 11 de febrero de 2014

Cartón del mes: El Ahuizote



Como cada mes, la Revista relatos e Historias en México presenta la selección que hago. En esta ocasión, una obra realizada por dos de los más importantes caricaturistas mexicanos: José María Villasana y Jesús Alamilla. Fue publicado en El  Ahuizote, el 5 de febrero de 1874.

viernes, 7 de febrero de 2014

Historia de la caricatura en México

Esther Acevedo Valdés y Agustín Sánchez González Una de las mejores formas para conocer la historia de un país como México es, sin duda, la caricatura, que aunque a veces pueda no parecerlo es un tema muy serio. Este libro recoge los últimos doscientos años de humor gráfico mexicano, con sus hitos históricos, los periódicos que han sido emblemáticos, las épocas de revolución o los cronistas más destacados, hasta llegar a la situación actual. Toda una labor de seguimiento y elogio de los caricaturistas mexicanos, capaces de relatar el sentir diario de la realidad de manera objetiva y muy digna. En palabras de los autores, “la caricatura es un resumen de nuestro tiempo y, aunque se construye a diario, habla del hoy y por lo mismo es un punto de partida para estudios de otra índole. Cada imagen es testimonio de un momento específico; es una propuesta, una opinión, una reflexión y un análisis de lo que acontece desde la perspectiva personal del autor en la que inserta la historia personal y la mundial”. Esther Acevedo Valdés (Ciudad de México, 1944). Doctora en historia del arte por la Universidad Nacional Autónoma de México. Es investigadora de la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia, al mismo tiempo que miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Además, ha sido curadora de gran cantidad de exposiciones y ha ejercido cargos de relevancia en distintas instituciones, como el Instituto Cultural Mexicano en Washington. además de su trabajo, es colaboradora habitual de periódicos y revistas y participa activamente en actividades y conferencias. Agustín Sánchez González (Ciudad de México, 1956). Escritor e historiador mexicano, investigador del Instituto Nacional de Bellas Artes, es licenciado en historia por la UNAM. Es conocido por sus libros, en los que mezcla historia y periodismo, con una gran capacidad para el detalle y la anécdota. Además, es un especialista en el desarrollo de la caricatura mexicana, campo en el que ha publicado el celebrado Diccionario biográfico ilustrado de la caricatura mexicana. Su obra ha sido compilada en varias antologías literarias y ha recibido diversos reconocimientos por su trabajo literario y de investigación, como el segundo lugar del Premio de Crónica Bernal Díaz del Castillo en 2002 y en 2008 fue premiado con el primer lugar en investigación por el Instituto Nacional de Bellas Artes.

sábado, 11 de enero de 2014

Ernesto García Cabral Fue conocido como “El Chango”.

Uno de los grandes caricaturistas del siglo XX.

Nació en Huatusco, Ver., el 18 de diciembre de 1890. Estudió en San Carlos y se inició en 1909. 

En 1912 el gobierno de Francisco I. Madero lo becó para estudiar en Europa. En París, colaboró en revistas humorísticas francesas como Le Rire, Le Ballonnette, La vie Parisien y otras.
      En México, participó en El Alacrán, El Ahuizote (el de 1911), Multicolor, El Excélsior, Revista de revistas, La tarántula, Las Edades, Frivolidades y Fufurufu. Fundó la revista Fantoche. Hizo también pintura de caballete.
     En 1936 realizó algunos murales en Estados Unidos, así como en el Pabellón de Turismo en la ciudad de Toluca. 

Rafael Carrasco Puente lo califica como “uno de los caricaturistas más fecundos, ingeniosos e inteligentes que México ha tenido”. Murió el 8 de agosto de 1968. En esta ocasión, dedicamos nuestro homenaje mensual a Ernesto García Cabral por sus aportaciones a la caricatura política y la ilustración, y por su obra en general, que marcó una época y constituye un importante legado para la historia del arte mexicano del siglo XX. 

 *El texto biográfico fue tomado del Diccionario Biográfico Ilustrado de la Caricatura Mexicana, de Agustín Sánchez González, editado por Noriega Editores en 1997.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Engalana al Clavijero muestra de José Guadalupe Posada

La exposición se enmarca en el homenaje nacional por el Centenario del ilustrador mexicano. Ivonne Monreal Vázquez Lunes 18 de Noviembre de 2013 Morelia, Michoacán.-


Con el objetivo de profundizar en el legado de un hombre de humilde talante pero de profuso talento que influyó en el trazo y la estética del arte mexicano, el Centro Cultural Clavijero, en coordinación con el Museo Nacional de la Estampa, exhibe José Guadalupe Posada. La línea que definió el arte mexicano. A 100 años del deceso del grabador, caricaturista e ilustrador mexicano, la exposición que hoy engalana al Centro Cultural Clavijero (CCC) es una ocasión única para conocer a José Guadalupe Posada (1852-1953) desde la raíz, desde las asombrosas bifurcaciones y cavidades de las placas de zinc y plomo que son prueba tangible de la portentosa destreza del artista. En palabras de Agustín Sánchez González, curador de la muestra y uno de los principales estudiosos de la obra de José Guadalupe Posada, nunca se habían mostrado tantas planchas originales juntas y su aplicación en una gama disímil de impresiones que permite admirar sus aptitudes, su creatividad y su excepcional mirada como “gran cronista de la tragicomedia mexicana”. Espejo de la vida cotidiana nacional, su obra como litógrafo, grabador, caricaturista, dibujante e ilustrador se diseminó entre los talleres, imprentas, periódicos y revistas a los que acudía para ofrecer su faena, ahora reunidos en la exposición nutrida por el acervo del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), a resguardo del Museo Nacional de la Estampa. Amplia muestra enriquecida por colecciones públicas de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (Biblioteca Lerdo de Tejada), del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Biblioteca México) y el Archivo General de la Nación, así como de las colecciones privadas de Mercurio López, Alejandro Alvarado, Luis Morales Corona, María del Rosario Olvera de Morales, José Raúl Cedeño y familia, las hermanas Muyaes Orgazón y del curador Sánchez González. Esta exposición se enmarca en el homenaje nacional en por el Centenario Luctuoso de Posada, que tomará por sorpresa a un olvidado y solitario artista cuyos restos fueron lanzados a la fosa común, sin presentir siquiera que su enorme legado sentaría las bases del arte mexicano contemporáneo, así lo describe en el texto de introducción el curador de la muestra. Con la invitación a degustar la exposición sin los referentes ideológicos asociados con la obra del personaje, el curador nos lleva a conocer la prensa en la época de Posada con un detallado desglose cronológico, donde se advierten sus inicios como pintor registrado a sus quince años de edad en el Padrón General de Vecinos del Cuartel Noveno, en su natal Aguascalientes; su ingreso, a los 16 años de edad, a la Academia Municipal de Artes y Oficios de Antonio Varela, y dos años más tarde, su ingreso como aprendiz de litografía y grabado al taller de José Trinidad Pedroza. Cita la exposición sus primeras publicaciones a la edad de 19 años en El Jicote, “periódico hablado pero no embustero, redactado por un enjambre de avispas”, así como su traslado, a los 20 años de edad, a la ciudad de León de los Aldama, Guanajuato, donde se hará cargo del taller que ahí estableció Trinidad Pedroza -quien le cederá también el de Aguascalientes-, hasta que a sus 24 años de edad, junto a su hermano Ciriaco, funda Imprenta y Litografía de Guadalupe Posada y Hermano. Testimonio de su paso por la prensa, en la exposición puede apreciarse el periodismo que hizo alrededor de sus 36 años de edad con Ireneo Paz en La Patria Ilustrada y La Juventud Literaria, donde lo presentaban como “el primer caricaturista y el primer dibujante que tendrá México”; o en la Revista de México, donde ilustra Sofía, novela de Arturo Paz, y el poema de Schiller, “El canto de la campana”, entre otros. La Calaca garbancera o Calaca catrina no podía faltar en la muestra, en la que por vez primera se exhibe completa la colección de la Biblioteca del Niño Mexicano, primera historia de México que se escribió para el lector infantil entre 1899 y 1901 en la ciudad de Barcelona, España, con un inusual tiraje de un millón de ejemplares que comprendía 110 cuadernos divididos en los periodos prehispánico, colonial y contemporáneo, con su portada ilustrada a color por José Guadalupe Posada. Finaliza José Guadalupe Posada. La línea que definió el arte mexicano, con diversos juegos tradicionales y de dados y una placa del juego de la lotería, uno de gran formato reproducido en el suelo para que el público lo juegue, para cerrar la visita en un espacio dedicado al reposo y a un documental del Conaculta sobre este personaje. La exposición, de acceso gratuito a todo público, permanecerá hasta el 16 de febrero de 2014, de martes a domingo, en horario de 10:00 a 18:00 horas en las salas 8, 9, 10 y 11 del Centro Cultural Clavijero, ubicado en la calle Nigromante número 79, en el Centro Histórico de Morelia.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Historia de la caricatura

Los últimos 200 años de humor gráfico mexicano, con sus hitos históricos, los periódicos que han sido emblemáticos, como la Revolución, o los cronistas más destacados, hasta llegar a la actualidad, se compilan en el libro ‘La historia de la caricatura en México’. Se trata de un trabajo de los mexicanos Esther Acevedo Valdés y Agustín Sánchez González, dos de los más importantes investigadores de la caricatura en México, quienes en más de 220 páginas ofrecen un panorama de la situación de la caricatura en el país. La obra que se presentará en febrero próximo, en el marco de las actividades de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería (FILPM) , es patrocinado por la Universidad de Alcalá de Henares y publicado por la editorial Milenio. El ‘objetivo es conocer la historia de la caricatura en México, pues no se conoce, no existe libro serio y documentado sobre esto, los únicos que existían son los de Eduardo del Río ‘Ruis’, pero son bastante flojos y hechos más con el hígado que con una investigación seria’, explicó en entrevista Sánchez González. En el texto, ambos investigadores, llevan a cabo toda una labor de seguimiento y elogio de los caricaturistas mexicanos, capaces de relatar el sentir diario de la realidad de manera objetiva y muy digna. La obra esta divida en dos partes: ‘Entre la risa y la rebelión. La caricatura en México’, realizada por Acevedo; y la segunda está titulada ‘Los últimos 100 años de humor grafico en México 1900-2000′, a cargo de Sánchez González. ‘Esther hace desde los orígenes, toda la parte del siglo XIX, hasta el Porfiriato; luego yo retomo esa parte, retomo a Guadalupe Posada como un puente entre el Porfiriato hasta nuestros días’, señaló el también Primer Lugar en Investigación por el Instituto Nacional de Bellas Artes en 2008. En el caso de Esther Acevedo, abundó, se encuentra un capítulo dedicado a ‘La Orquesta’, que es uno de los periódicos emblemáticos del siglo XIX, donde publica el llamado ‘Padre de la Caricatura’: Constantino Escalante, junto con ‘El hijo del Ahuizote’, que es uno de los más importantes y míticos diarios que existen. ‘La caricatura es un resumen de nuestro tiempo y, aunque se construye a diario, habla del hoy y por lo mismo es un punto de partida para estudios de otra índole. Cada imagen es testimonio de un momento específico. ‘Es una propuesta, una opinión, una reflexión y un análisis de lo que acontece desde la perspectiva personal del autor, en la que inserta la historia personal y la mundial’, expresan los autores en esta obra. José Guadalupe Posada, José María Villasana, Constantino Escalante, Manuel Manilla, Gabriel Vargas, Gabriel Vicente Gahona “Picheta” , Alejandro Casarín, Jesús T. Alamilla, Daniel Cabrera “Fígaro” , Jesús Martínez Carrión y Alvaro Pruneda son algunos de los cartonistas que aparecen en esta obra apoyada con material gráfico. Pulso Político Online/NOTIMEX

miércoles, 24 de julio de 2013

Las moneras llegaron ya...

La Jornada Semanal,   domingo 13 de julio del 2003        núm. 436
 Agustín Sánchez González
No son todas. 
La historia de la exposición, que ahora se convierte en libro, comenzó hace más de un año. El encuentro, el descubrimiento, el hallazgo fue sumamente lento. Ya en el Diccionario biográfico ilustrado de la caricatura mexicana, publicado en 1997, había registrado siete mujeres caricaturistas. Sin embargo, esta cifra fue aumentando paulatinamente, conforme pasaba el tiempo. De siete llegué a sumar quince, al decidir realizar una exposición que se iba posponiendo. Lo ideal hubiera sido conformar la exposición con todas, pero las dificultades fueron enormes; por ello, siguiendo un patrón de asamblea, fueron descartándose moneras.
Les cuento de las quince y cómo llegué a cinco: el rastreo comenzó al revisar el clásico libro La caricatura en México, de Rafael Carrasco Puente, donde se menciona a Emma Best (1895-?) como "la mujer que más caricaturas ha publicado". Sin embargo, no existe mayor información. Por algún artículo de José Juan Tablada, supe que estuvo casada con el caricaturista Enciso. Recientemente descubrí que es autora de los libros de cuentos La perla azul (1937) y 12 cuentos (1938), mismos que firmó como Emma Best de Enciso.
En su libro Un siglo de caricatura en México, Rius señala a Palmira Garza (1937) como "la única mujer caricaturista que ejerce en México".
En 1998, el investigador Tomás Zurián presentó una exposición de caricaturas de Nahui Ollin (1893-1978), en el Museo Mural Diego Rivera. Carmen Mondragón, que era su nombre real, fue famosa por su pintura naïf y, hay que decirlo, por sus escándalos y amores. 
Un ejemplar de aniversario de La Garrapata, en su tercera época, mostró a la monera Alicia (1949), veracruzana, que también colaboró en Unomásuno. No hubo mayores datos. Hace poco localicé a la editora de la revista, Alicia Yolanda Reyes, quien me señaló: "La chica que dibujó alguna vez en La Garrapata, llegó, dejó sus cosas y no apareció más."
Las demás, contemporáneas, fueron más fáciles de localizar: a Guadalupe Rosas (1965) la conocí en El Universal hace unos doce años. Es miembro de la smc, fue directora del Museo de la Caricatura y ha colaborado en diversos medios de comunicación.
Landy (1966), Patricia Aguilar Palafox, ha realizado su trabajo en Villahermosa, Tabasco. En 1990 obtuvo el Premio Estatal de Periodismo; en 1993 publicó No es cosa de risa.
Pego (1967), Cecilia Pego, comenzó a colaborar en el Diario de Ciudad Juárez y más tarde regresó a la Ciudad de México, donde participó en La Jornada. Es autora de Box Populi y de Sardonia y su perro Chamuco. Actualmente está dedicada a la pintura.
Jotavé (1972), Jazmín Velasco, comenzó a trabajar en Paréntesis, de Guadalajara; durante mucho tiempo publicó en Unomásuno. Desde hace tiempo se dedica a la historieta. Es autora de un libro excepcional: La línea de Steinberg.
En agosto de 1996, El Chamuco convocó al Primer Concurso Nacional de Moneras. En enero de 1997 señalaba que "durante tres meses y medio... llegó la fabulosa cantidad de una participante". Sin embargo, según la revista, en el último mes llegaron decenas de caricaturas, historietas y cartones. Justo en ese número aparecieron cartones de Luzbel, Érika Martínez, Bibi Ayala y Cintia Bolio.
En los siguientes números desaparecieron todas. Sólo Cintia Bolio (1969) volvió aparecer en el número de marzo, convirtiéndose, de hecho, en la única monera que continuó en la revista. 
He sabido de otras historias, como la de una chica llamada Cristina, que también conocí en los tiempos en que ambos colaborábamos en El Universal, entre 1988 y 1990; Alma Ontiveros, hija del caricaturista Alfonso Ontiveros, destacada en una pequeña nota por el caricaturista Tuno, en su revista Quién es en... carikatura y, finalmente, de Jesusa Rodríguez, de quien Raquel Tibol lamentó el que "no desarrollara ese talento", tras presentar unas tiras cómicas en la Bienal de Nuevas Tendencias, en 1977.
Sin embargo, en pleno 2003, de este grupo de mujeres, prácticamente la única monera en activo es Cintia Bolio, cuyo trabajo puede disfrutarse enMilenio Diario, Milenio Monterrey y en el suplemento Doble Jornada, de La Jornada.
La exposición Las moneras llegaron ya es el resultado de más de un año de trabajo. En ella participan cinco moneras. En estricto orden alfabético: Cintia Bolio, Guadalupe Rosas, Jotavé, Palmira y Pego.
La característica común de nuestro quinteto fue su presencia más o menos continua en la prensa, tanto del interior del país (tal es el caso de Pego), como en la prensa nacional, las otras cuatro.
En este sentido, Landy debería figurar también, pero se perdió de vista hace tiempo. La buscamos sin éxito. El caricaturista Pedro Sol estuvo en mayo de 2003 en Villahermosa, Tabasco, y tampoco logró conectarla. De las otras moneras que alguna vez publicaron en diarios, desde hace mucho tiempo nadie sabe nada.
La localización del quinteto fue un poco complicada. Palmira vive hace mucho tiempo en Cuernavaca, retirada de la caricatura. Jotavé estudia Multimedia en Londres, pero Lupita Rosas tenía su correo electrónico. Pego hace varios años se dedica a la pintura y a impartir clases de acuarela; gracias a Arturo García, buen amigo de La Jornada, logré su encuentro; a Cintia Bolio bastó con mandarle un mensaje electrónico para que, gustosa, aceptara colaborar, y Lupita es miembro de la smc y, como ya mencioné, siempre hemos estado más o menos cerca.
En esta historia no podía faltar el detalle chusco. En la revista Vértigo comencé a ver cartones firmados por Teta, que supuse mujer. Le escribí un correo "invitándola" a participar en la exposición, pero resultó que Teta era un caballero...
¿Qué tienen en común las cinco mujeres que conforman esta asamblea de moneras? Sin duda, a todas les preocupa el problema de género. Algunas de ellas militan (Cintia) o han militado (Pego) en el campo del feminismo. Ambas, además, han realizado una caricatura política crítica, sarcástica, irónica. Durante una década, Pego se dedicó a la caricatura y la historieta que, junto a sus estudios de ingeniería civil, la condujeron a otro tipo de creación estética: la pintura. Ya sin las presiones que exige la prensa, Pego vive encerrada manejando volúmenes y colores de manera excepcional.
Jotavé solía hacer cartón político hace diez años hasta que, en sus propias palabras, "después de cinco años me di cuenta de que la política me aburría mortalmente. Además nunca logré entender nada, ni quién era quién, y además me deprimía mucho tener que leer las noticias y tratar de sacar algo divertido... muy mal. Así que me moví hacia la industria de libros infantiles." En sus venas, sin duda, tiene tinta, pues su padre fue monero (Joaquín Velasco).
Es en el género de la historieta donde Palmira se mueve en un medio natural. Formada por Gabriel Vargas, sus primeros trabajos son parte de La familia Burrón. Más tarde incursiona en diversos medios, con personajes característicos a quienes no les hace falta la nariz para respirar. Ha hecho tantas tiras que podría cubrir toda la ciudad con ellas. Lamentablemente, hace doce años dejó los monos.
Lupita Rosas ha tenido una presencia importante como ilustradora en los medios. En 2001 ganó el Premio de Ilustración y aunque no suele hacer cartón político, cuando lo hace, impacta sobremanera. Ella es prácticamente la única del quinteto que tiene formación académica, incluso a nivel posgrado, en artes plásticas, y sus trazos dan cuenta de ello.
Cintia Bolio jamás oculta su militancia feminista pero siempre va más allá. Una característica importante es que desde sus primeros cartones ya tenía un estilo estético propio, cuyas variaciones a lo largo de estos cinco años como profesional, han mejorado excepcionalmente.
Esta exposición intenta dar respuesta a una pregunta que me suelen hacer, cada vez que hablaba de caricatura, ya en conferencias, cursos o personalmente. ¿Por qué no hay mujeres caricaturistas?
Aquí están cinco, ahora podré afirmar, aunque difícilmente contestaría las razones y no estoy tan seguro de que sea vital responder. Hay quien señala que, simplemente, no les interesa. Hace un par de meses, en marzo de 2003, en el sitio de internet Humoralia.com se discutió, durante varias semanas, el tema "¿Por qué no hay muchas mujeres humoristas?" Pensé que ello me resolvería el problema al que me enfrenté con este tema. No fue así. Simplemente, quedé perplejo ante las respuestas. Una cosa me llamó la atención: la coincidencia de varias mujeres, en el sentido de preguntarse: ¿será que las mujeres no toman en serio el dibujo humorístico?
Al respecto, Lupita Rosas me escribió: "El hombre maneja diferente el humor, al género femenino nos cuesta dominarlo, quizá somos más crudas. Creo que la ironía y el humor se encuentran cargados de masculinidad; el manejo del lenguaje visual, el hecho en sí de exagerar los rasgos... Me parece que el lenguaje de la mujer es el oral, somos más dispersas en nuestra manera de percibir y por lo tanto de trasmitir la idea, y la caricatura es muy concreta."
En cuanto a otras mujeres que han trabajado el humor, me parece que esta es la ocasión adecuada para rendir un homenaje a la periodista y escritora Magdalena Mondragón, quien escribió Los presidentes me dan risa, en una edición de autora y que fue censurado en pleno gobierno de Miguel Alemán. Años después publicó México pelado... ¡pero sabroso!(1973).
¿Por qué no hay mujeres caricaturistas? Termino este texto con la pregunta que convocó a esta asamblea de moneras. Hay quien dice que las mujeres no tienen sentido del humor, lo cual puede ser una buena provocación. Empero, la respuesta pierde sentido cuando uno mira la excelencia de sus cartones. Esta mirada de mujer, este lápiz cargado de ironía, de belleza, de incertidumbre, de dudas, de críticas y, sobre todo, de una visión distinta de la vida...o son todas. 
La historia de la exposición, que ahora se convierte en libro, comenzó hace más de un año. El encuentro, el descubrimiento, el hallazgo fue sumamente lento. Ya en el Diccionario biográfico ilustrado de la caricatura mexicana, publicado en 1997, había registrado siete mujeres caricaturistas. Sin embargo, esta cifra fue aumentando paulatinamente, conforme pasaba el tiempo. De siete llegué a sumar quince, al decidir realizar una exposición que se iba posponiendo. Lo ideal hubiera sido conformar la exposición con todas, pero las dificultades fueron enormes; por ello, siguiendo un patrón de asamblea, fueron descartándose moneras.
Les cuento de las quince y cómo llegué a cinco: el rastreo comenzó al revisar el clásico libro La caricatura en México, de Rafael Carrasco Puente, donde se menciona a Emma Best (1895-?) como "la mujer que más caricaturas ha publicado". Sin embargo, no existe mayor información. Por algún artículo de José Juan Tablada, supe que estuvo casada con el caricaturista Enciso. Recientemente descubrí que es autora de los libros de cuentos La perla azul (1937) y 12 cuentos (1938), mismos que firmó como Emma Best de Enciso.
En su libro Un siglo de caricatura en México, Rius señala a Palmira Garza (1937) como "la única mujer caricaturista que ejerce en México".
En 1998, el investigador Tomás Zurián presentó una exposición de caricaturas de Nahui Ollin (1893-1978), en el Museo Mural Diego Rivera. Carmen Mondragón, que era su nombre real, fue famosa por su pintura naïf y, hay que decirlo, por sus escándalos y amores. 
Un ejemplar de aniversario de La Garrapata, en su tercera época, mostró a la monera Alicia (1949), veracruzana, que también colaboró en Unomásuno. No hubo mayores datos. Hace poco localicé a la editora de la revista, Alicia Yolanda Reyes, quien me señaló: "La chica que dibujó alguna vez en La Garrapata, llegó, dejó sus cosas y no apareció más."
Las demás, contemporáneas, fueron más fáciles de localizar: a Guadalupe Rosas (1965) la conocí en El Universal hace unos doce años. Es miembro de la smc, fue directora del Museo de la Caricatura y ha colaborado en diversos medios de comunicación.
Landy (1966), Patricia Aguilar Palafox, ha realizado su trabajo en Villahermosa, Tabasco. En 1990 obtuvo el Premio Estatal de Periodismo; en 1993 publicó No es cosa de risa.
Pego (1967), Cecilia Pego, comenzó a colaborar en el Diario de Ciudad Juárez y más tarde regresó a la Ciudad de México, donde participó en La Jornada. Es autora de Box Populi y de Sardonia y su perro Chamuco. Actualmente está dedicada a la pintura.
Jotavé (1972), Jazmín Velasco, comenzó a trabajar en Paréntesis, de Guadalajara; durante mucho tiempo publicó en Unomásuno. Desde hace tiempo se dedica a la historieta. Es autora de un libro excepcional: La línea de Steinberg.
En agosto de 1996, El Chamuco convocó al Primer Concurso Nacional de Moneras. En enero de 1997 señalaba que "durante tres meses y medio... llegó la fabulosa cantidad de una participante". Sin embargo, según la revista, en el último mes llegaron decenas de caricaturas, historietas y cartones. Justo en ese número aparecieron cartones de Luzbel, Érika Martínez, Bibi Ayala y Cintia Bolio.
En los siguientes números desaparecieron todas. Sólo Cintia Bolio (1969) volvió aparecer en el número de marzo, convirtiéndose, de hecho, en la única monera que continuó en la revista. 
He sabido de otras historias, como la de una chica llamada Cristina, que también conocí en los tiempos en que ambos colaborábamos en El Universal, entre 1988 y 1990; Alma Ontiveros, hija del caricaturista Alfonso Ontiveros, destacada en una pequeña nota por el caricaturista Tuno, en su revista Quién es en... carikatura y, finalmente, de Jesusa Rodríguez, de quien Raquel Tibol lamentó el que "no desarrollara ese talento", tras presentar unas tiras cómicas en la Bienal de Nuevas Tendencias, en 1977.
Sin embargo, en pleno 2003, de este grupo de mujeres, prácticamente la única monera en activo es Cintia Bolio, cuyo trabajo puede disfrutarse en Milenio Diario, Milenio Monterrey y en el suplemento Doble Jornada, de La Jornada.
La exposición Las moneras llegaron ya es el resultado de más de un año de trabajo. En ella participan cinco moneras. En estricto orden alfabético: Cintia Bolio, Guadalupe Rosas, Jotavé, Palmira y Pego.
La característica común de nuestro quinteto fue su presencia más o menos continua en la prensa, tanto del interior del país (tal es el caso de Pego), como en la prensa nacional, las otras cuatro.
En este sentido, Landy debería figurar también, pero se perdió de vista hace tiempo. La buscamos sin éxito. El caricaturista Pedro Sol estuvo en mayo de 2003 en Villahermosa, Tabasco, y tampoco logró conectarla. De las otras moneras que alguna vez publicaron en diarios, desde hace mucho tiempo nadie sabe nada.
La localización del quinteto fue un poco complicada. Palmira vive hace mucho tiempo en Cuernavaca, retirada de la caricatura. Jotavé estudia Multimedia en Londres, pero Lupita Rosas tenía su correo electrónico. Pego hace varios años se dedica a la pintura y a impartir clases de acuarela; gracias a Arturo García, buen amigo de La Jornada, logré su encuentro; a Cintia Bolio bastó con mandarle un mensaje electrónico para que, gustosa, aceptara colaborar, y Lupita es miembro de la smc y, como ya mencioné, siempre hemos estado más o menos cerca.
En esta historia no podía faltar el detalle chusco. En la revista Vértigo comencé a ver cartones firmados por Teta, que supuse mujer. Le escribí un correo "invitándola" a participar en la exposición, pero resultó que Teta era un caballero...
¿Qué tienen en común las cinco mujeres que conforman esta asamblea de moneras? Sin duda, a todas les preocupa el problema de género. Algunas de ellas militan (Cintia) o han militado (Pego) en el campo del feminismo. Ambas, además, han realizado una caricatura política crítica, sarcástica, irónica. Durante una década, Pego se dedicó a la caricatura y la historieta que, junto a sus estudios de ingeniería civil, la condujeron a otro tipo de creación estética: la pintura. Ya sin las presiones que exige la prensa, Pego vive encerrada manejando volúmenes y colores de manera excepcional.
Jotavé solía hacer cartón político hace diez años hasta que, en sus propias palabras, "después de cinco años me di cuenta de que la política me aburría mortalmente. Además nunca logré entender nada, ni quién era quién, y además me deprimía mucho tener que leer las noticias y tratar de sacar algo divertido... muy mal. Así que me moví hacia la industria de libros infantiles." En sus venas, sin duda, tiene tinta, pues su padre fue monero (Joaquín Velasco).
Es en el género de la historieta donde Palmira se mueve en un medio natural. Formada por Gabriel Vargas, sus primeros trabajos son parte de La familia Burrón. Más tarde incursiona en diversos medios, con personajes característicos a quienes no les hace falta la nariz para respirar. Ha hecho tantas tiras que podría cubrir toda la ciudad con ellas. Lamentablemente, hace doce años dejó los monos.
Lupita Rosas ha tenido una presencia importante como ilustradora en los medios. En 2001 ganó el Premio de Ilustración y aunque no suele hacer cartón político, cuando lo hace, impacta sobremanera. Ella es prácticamente la única del quinteto que tiene formación académica, incluso a nivel posgrado, en artes plásticas, y sus trazos dan cuenta de ello.
Cintia Bolio jamás oculta su militancia feminista pero siempre va más allá. Una característica importante es que desde sus primeros cartones ya tenía un estilo estético propio, cuyas variaciones a lo largo de estos cinco años como profesional, han mejorado excepcionalmente.
Esta exposición intenta dar respuesta a una pregunta que me suelen hacer, cada vez que hablaba de caricatura, ya en conferencias, cursos o personalmente. ¿Por qué no hay mujeres caricaturistas?
Aquí están cinco, ahora podré afirmar, aunque difícilmente contestaría las razones y no estoy tan seguro de que sea vital responder. Hay quien señala que, simplemente, no les interesa. Hace un par de meses, en marzo de 2003, en el sitio de internet Humoralia.com se discutió, durante varias semanas, el tema "¿Por qué no hay muchas mujeres humoristas?" Pensé que ello me resolvería el problema al que me enfrenté con este tema. No fue así. Simplemente, quedé perplejo ante las respuestas. Una cosa me llamó la atención: la coincidencia de varias mujeres, en el sentido de preguntarse: ¿será que las mujeres no toman en serio el dibujo humorístico?
Al respecto, Lupita Rosas me escribió: "El hombre maneja diferente el humor, al género femenino nos cuesta dominarlo, quizá somos más crudas. Creo que la ironía y el humor se encuentran cargados de masculinidad; el manejo del lenguaje visual, el hecho en sí de exagerar los rasgos... Me parece que el lenguaje de la mujer es el oral, somos más dispersas en nuestra manera de percibir y por lo tanto de trasmitir la idea, y la caricatura es muy concreta."
En cuanto a otras mujeres que han trabajado el humor, me parece que esta es la ocasión adecuada para rendir un homenaje a la periodista y escritora Magdalena Mondragón, quien escribió Los presidentes me dan risa, en una edición de autora y que fue censurado en pleno gobierno de Miguel Alemán. Años después publicó México pelado... ¡pero sabroso!(1973).
¿Por qué no hay mujeres caricaturistas? Termino este texto con la pregunta que convocó a esta asamblea de moneras. Hay quien dice que las mujeres no tienen sentido del humor, lo cual puede ser una buena provocación. Empero, la respuesta pierde sentido cuando uno mira la excelencia de sus cartones. Esta mirada de mujer, este lápiz cargado de ironía, de belleza, de incertidumbre, de dudas, de críticas y, sobre todo, de una visión distinta de la vida... 

No a la farsa electoral

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