Mientras que a finales del siglo XIX, Europa estaba conmocionada por los asesinatos de Jack El Destripador en las calles de Londres, un singular criminal mexicano, causó el terror en la Ciudad de México.
El primer asesino serial que tuvo nuestro país, o al menos que se tiene registro, fue Francisco Guerrero, alias El Chalequero, quien fue un despiadado sujeto que motivado por un deseo sexual, mataba a mujeres luego de violarlas.
Según lo narra Agustín Sánchez González en su libro “Terriblísimas Historias de Crímenes y Horrores en la Ciudad de México en el Siglo XIX”, El Chalequero era un criminal que actuaba por los rumbos del Río Consulado.
El apodo de El Chalequero tenía dos teorías, una era por los chalecos que este sujeto portaba, pues se refiere que este hombre vestía elegantemente cuando salía a la calle. La segunda establece que Francisco Guerrero, luego de que violaba a sus víctimas “a chaleco” (a la fuerza) las asesinaba con su cuchillo.
El asesino actuó impunemente durante siete años sin que la Policía le pudiera detener, y pese a que frecuentemente aparecían mujeres degolladas por el rumbo del Río Consulado, las autoridades no tenían pista del autor.
La historia provocó terror en todas las mujeres de la Ciudad de México, pues sabían que el asesino estaba suelto y que podría estar acechando en cualquier esquina.
La prensa de aquella época no dejó pasar el caso e incluso ridiculizaba a la Policía.
El homicida era descrito como guapo, elegante, galán y pendenciero, vestía de casimir, con sombrero ancho y zapatos relucientes.
Se decía que su vestimenta no le costaba un sólo centavo, pues todo era pagado por sus numerosas amantes.
Finalmente en 1888 gracias a una denuncia de un vecino de una de sus víctimas, El Chalequero fue atrapado.
También acudieron a declarar otras mujeres que habían logrado escapar de las garras del asesino y lo identificaron.
Luego de un juicio, El Chalequero fue condenado a muerte, pero la sentencia fue permutada por una pena de 20 años en la cárcel de San Juan de Ulúa.
Luego de cumplir sus años de cárcel, El Chalequero regresó a las calles del Río Consulado, donde volvió a matar mujeres.
Un reportero del periódico El Imparcial, que conocía la historia de El Chalequero, y al ver las características de los cadáveres de las nuevas víctimas, dio la pista para identificar al homicida.
Semanas después Francisco Guerrero fue recapturado y durante un juicio al que acudieron cientos de personas, El Chalequero fue nuevamente condenado a muerte.
Una vez más el asesino serial se salvó de cumplir esta condena en la horca, pues a los pocos días de su sentencia, fue hallado muerto en su celda de la cárcel de Belén. Se dijo que fue víctima de la tuberculosis.
Historias de José Guadalupe Posada, notas de prensa, crónica literaria y periodística
miércoles, 24 de noviembre de 2010
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