domingo, 29 de marzo de 2020

Uderzo y la inmortalidad de Astérix

Mi artículo de hoy, 29 de marzo, en Confabulario, de El Universal.


Alberto Uderzo y la inmortalidad de Astérix


El 25 de marzo murió Alberto Uderzo, uno de los creadores de la famosa historieta francesa, quien supo hacer una crítica al mundo contemporáneo sin caer en el chovinismo

POR AGUSTÍN SÁNCHEZ GONZÁLEZ
Hace apenas seis meses, ¡tan lejanos ya! en el vertiginoso momento que sobrevive al Covid-19, Astérix cumplió sesenta años de aparecer por vez primera, y los franceses le brindaron grandes homenajes, a la altura de una historieta que permanece en el gusto de millones de lectores y que se convirtió en un símbolo nacional de los franceses al gestar una aldea de galos, capaces de resistir y sobrevivir al poderío romano, al gran imperio que había arrasado y dominado a todo los pueblos de la antigüedad, dejando su raíz y el testimonio de su poder en cada milímetro de aquel mundo.

El homenaje fue inédito para una historieta: varias estaciones del metro parisino cambiaron sus nombres (la estación Roma, se llamó “están locos esos romanos”); el servicio postal emitió una estampilla dedicada a estos personajes y se publicó Generaciones Astérix, que conjuntó a grandes autores que se formaron leyendo a este icono del cómic y, para rematar, apareció un nuevo y añorado número, el 38, de esta serie: La hija de Vercingétorix.

Sorprende que con tan pocos volúmenes publicados, Astérix sea el cómic más traducido en el mundo, pues se ha podido leer en 111 idiomas, y haya vendido más de 365 millones de ejemplares, fenómeno único pues a pesar de que se decía que terminaría con la muerte de sus autores, permanecerá con el cuestionamiento de muchos de sus fans que creen, y están convencidos, que sin sus creadores, jamás será la misma.

Y apenas medio años después de ese aniversario, este 25 de marzo de este funesto 2020, nos ha dejado Uderzo, quien al lado de René Goscinny fue uno de los creadores de Astérix, una de las historietas emblemáticas e históricas en el mundo del cómic.

Alberto Alejandro Uderzo se fue silencioso en un momento en que el mundo entero vive una de sus grandes tragedias y necesita, como la aldea Gala, tener claro cómo sobrevivir a pesar del virus invasor.

El primer número de Astérix, salió el 29 de octubre de 1959, en Pilote, una revista editada por Dargaud y fundada por Gosicinny. En 1961, ante el gran éxito que tuvo, apareció el primer número de la colección que llevó el nombre de “Astérix. El Galo”, y en cuya portada se engalana con el héroe bigotón, con su clásico movimiento circular de brazos, que le caracteriza cuando golpea, en este caso, a un par de romanos que, sin inmutarse apenas, reciben el golpe; atrás, quitado de la pena, como siempre, cargando un menhir, Obelix, que hace unos años fue considerado como el personaje más sexi del cómic.

Así comenzó una de las publicaciones más exitosas del cómic, y cuyo impacto se debe mirar en varias vertientes: como una tímida, y a veces no tanto, lección de historia, pues nos lleva a conocer desde la propia Galia hasta terrenos a veces desconocidos para el mundo mexicano, como Lutecia, la actual París que sigue escondiendo, entre sus bulevares, pedazos de esa historia maravillosa; Helvecia, Córcega, Normandía, Hispania, Egipto, Atenas; pasar y repasar por sus páginas es recorrer un mundo lejano, pero que nos permite regocijarnos con datos y momentos de ayer, con ojos de hoy. Muchos hemos conocido anécdotas, detalles de poblaciones y hasta hemos buscado ir más allá de los datos que nos brindan los ejemplares. A la par, hemos compartido la risa ante lo ridículo de algunas tradiciones.

Pero esta historieta no queda sólo en eso. Los galos nunca fueron un pueblo que sobresaliera especialmente en la antigüedad; los romanos conformaron un gran imperio que influyó a todo el mundo, de entonces y de ahora; sin embargo, Astérix reforzó el orgullo francés, la mentalidad de ser un pueblo triunfador, aunque la realidad lo desmienta (en la historieta, en todos los números, comienza con “Estamos en el años 50 antes de Jesucristo. Toda la Galia está ocupada por los romanos… ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles galos resiste todavía y siempre al invasor”.

Astérix, sin duda, es parte de la conformación de la identidad gala y es tal su impacto, que la derecha y la izquierda se lo disputan como parte de su entorno ideológico, buscando apropiarse y asumirse como parte de esa aldea invencible.

Escrita y dibujada con una enorme calidad, se convirtió en una obra clásica y, como tal, sigue manteniendo su vigencia.

Las historias que narra relatan una sutil crítica al mundo contemporáneo, sin caer en el chovinismo, se burlan de las naciones por las que circulan nuestros personajes (el número dedicado a Bretaña es de morirse de risa ante el retrato que hacen de los ingleses; pero además, resulta de una sorprendente premonición cuando, en 2017, apareció un personaje llamado CoVid-19 en el ejemplar llamado Astérix en Italia.

Impresiona releer ese número y estremecerse al grito de “¡Coronavirus! ¡Coronavirus!”, que clama la multitud, pues se trata de una carrera de cuadras, en Roma, donde aparece un enmascarado tramposo compitiendo contra nuestros héroes, en una época lejana, ¡hace tres años!, en que nadie podía imaginar que esas palabras se convertirían en las más temidas para la humanidad.

Astérix, como una obra de arte clásica, sigue siendo una lectura vigente.

Brigitte Bardot, una las mujeres más hermosas del cine francés, aparece como la diosa Venus en una de las películas, y en otros números asoman los Beatles, Stan Laurel y Oliver Hardy, el dueto inolvidable del Gordo y el Flaco, durante la original etapa de la historieta; también aparecieron personajes de las últimas décadas como Julián Assange, Sean Connery o el magnate Silvio Berlusconi. Igualmente, el genial dueto de creadores apareció retratado en más de una ocasión.

Pero también brillan los personajes históricos. Julio César es, obviamente, uno de esos protagonistas. La otra es Cleopatra, una de las mujeres que irradiaron con luz propia en la historia de la humanidad.

La publicación, que ganó muchísimo dinero, no estuvo exenta de conflictos; uno de ellos sucedió entre Uderzo y su hija Sylvie que lo había demandado por ceder sus derechos a la editorial Hechette, en un pleito legal de seis años que terminó con la reconciliación y el retiro de las demandas legales.

Astérix muestra el desprecio al poder, es un homenaje a la resistencia, a la tozudez, al sueño de un hombre nuevo y feliz, gracias al humor, a la palabra, a la historia, al arte.

El humor revela el inconsciente del ser humano, muestra la mejor y, sobre todo, la peor parte de la sociedad: el poder. Las verdades que plasman los humoristas no siempre son fidedignas, pero suelen ser impactantes y reflexivas. Discurrir el velo del poder, por ejemplo, es una tarea que se pierde ante el insulto, pero que el humor resalta, como una flecha que toca el corazón. En una viñeta, el druida afirma: “El buen humor de los romanos es una mala señal para nosotros”.

Uderzo murió, pero su obra ya es eterna, la mejor muestra de que el humor puede contribuir y es parte de la propia reconstrucción del mundo.

Goscinny se fue del mundo en 1977. Uderzo nos dejó hace unos días, en un momento en que la desolación de la humanidad parece ser su sino; pero nos dejan una sonrisa y el sueño de que no todo está perdido mientras exista el humor y el arte y que, por tanto, debemos defender ante el autoritarismo de esos locos romanos, léase esos locos y obsesos del poder a quienes les molesta el humor.

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