Una nota de La Jornada Semanal del 18 de mayo del 2008, hace poco más de diez años.
Durante
quince años he seguido minuciosamente la vida y obra de
José Guadalupe Posada Aguilar, un hombre maravilloso, cuya obra sigue asombrando a propios y extraños. En este mes de mayo ha comenzado a circular un nuevo libro, producto de este seguimiento.
Existen miles de páginas en
internet; decenas de artículos periodísticos,
una docena de libros publicados
en México; unas cinco tesis en la UNAM y,
sin embargo, su leyenda va en
aumento.
Este libro sobre Posada,
publicado por la Editorial Martínez Roca, contiene
muchas novedades, una nueva
mirada, así como un buen número de imágenes
inéditas (como la caricatura de
Heriberto Frías para el vespertino El
Chisme;
o las imágenes de un Rosario publicado en 1897) Por
cierto que este
vespertino, El
Chisme, es un tesoro de imágenes realizadas por don Lupe.
Cuento algunas nuevas historias,
como la de su hijo Juan Sabino, muerto a
los diecisiete años, cuya acta de
defunción descubrí al toparme con una escueta
nota en El Chisme, de la
tarde del sábado 20 de enero; un día después lo
hicieron El Diario del Hogar, de
Filomeno Mata, y El
Popular, de Francisco
Montes de Oca. La nota decía:
DEFUNCIÓN.-
A las dos de la madrugada del día 18 del corriente,dejó de existir en esta capital el joven Juan Sabino Posada, hijo del Sr. D. José Guadalupe Posada, antiguo grabador y litógrafo muy estimado en México por sus cualidades. Enviamos nuestro más sentido pésame al Sr. Posada, deseando el eterno descanso para el alma del finado. Juan Sabino era tipógrafo y con su familia vivía en el cuadrante de Santa Catarina (Hoy Nicaragua y Brasil), en un edificio muy grande con planta alta, una escalera tipo y griega, que debió ser oficina de las “carmelitas”; es un barrio que antaño conformó una de las primeras congregaciones de la Nueva España. En 1900, aquella era una zona sucia y peligrosa. El 21 de diciembre de 1899, el periódico El Chisme publicó el “Testamento del año 1899” , donde se describe la herencia para las calles de Santa Catarina: “Santa Ana y adyacentes, convertidas en un hervidero de rateros, mesalinas desgreñadas apestando a refino y consuetudinarios dando resbalones, como una muestra de la actividad mexicana y de los progresos de nuestra industria”. En el “Testamento”, se describe una terrible radiografía: “Dejo a las casas sin agua, las calles sin empedrado (pero llenas de cáscaras de plátano para romperse todos los huesos), las pulquerías con unos mingitorios más hediondos que una atarjea, y el pulque bautizado sin necesidad de cura, sacristán y compadres. Dejo las fondas llenas de moscas, los guisos llenos de pelos, la carne oliscada, los pescados manidos, y los mendrugos con que líos marchantes se limpian los bigotes, sirviendo para empanizar las costillas a la milanesa.” Otra historia que cuento es sobre La Biblioteca del Niño mexicano, 110 cuadernillos de pequeño formato e impresos en Barcelona, por la Casa Maucci , escritos por Heriberto Frías e ilustrados por Posada. La Casa Editorial Maucci llegó a México en 1882 y fue un espacio fundamental para nuestra literatura, ante la inexistencia de casas editoriales en América Latina. Fundada por Manuel (Emanuele) Maucci, un emigrante italiano que llegó a Buenos Aires en 1872, como vendedor de libros; Se convirtió en editor y obtuvo gran éxito al producir libros en gran escala. Aprovechando la conmemoración del Cuarto Centenario del Descubrimiento de América , en 1892 se trasladó a Barcelona, donde formó parte de la gran producción de libros en castellano destinada al mercado internacional. Se trataba de literatura publicada para las masas: largas series de novelas traducidas del francés, inglés o italiano; libros de medicina popular y de “conocimientos útiles” como diccionarios, enciclopedias, textos escolares y obras de espiritismo y ciencias ocultas. En las colecciones Maucci de los “grandes maestros” y “grandes pensadores”, se podía leer a autores clásicos como Miguel de Cervantes o Shakespeare. Además, la Casa Maucci comenzó a distribuir aleluyas y romances, hojas multicolores de gran formato, con historias hechas a través de cuadros que son consideradas como precursoras del comic; también exportaba novelas románticas y costumbristas, diversos folletos, etcétera.
La Biblioteca del Niño Mexicano
tiene un gran valor cultural pues es uno de
los primeros esfuerzos por acercar
la historia a los infantes, a quienes se
comenzó a valorar a partir del triunfo
de los liberales. Historias como éstas
podrán leerse en este libro que comienzo
con la crónica de la muerte de don
Lupe, en 1913 y cuya leyenda comenzó una
década después, pues en vida
nadie le hizo caso; murió en el abandono y la
miseria total, en un pequeño
cuarto de una vecindad de Tepito; sus restos
fueron depositados en la fosa
común y, siete años después, sus huesos
terminaron como calaveras del
montón.
|
Historias de José Guadalupe Posada, notas de prensa, crónica literaria y periodística
viernes, 8 de febrero de 2019
Posada y el Chisme
150 años del nacimiento de Luis G. Urbina
Luis G. URBINA (1868-1934)
Este 8 de febrero se cumplen 150 años del nacimiento de uno de los grandes escritores mexicanos: luis G. Urbina.
Poeta, cronista, periodista,
crítico e historiador de la literatura. "Tanto como un gran poeta, escribe
Carlos González Peña, es magnifico prosista en las letras patrias".
Urbina fue un escritor precoz. A los veinte
años se nombre ya figuraba al lado de los modernistas a quienes sobrevivió,
pues murió cuando el siglo veinte había pasado su primer tercio.
Es uno de los grandes cronistas mexicanos,
continuador de la obra de Gutiérrez Nájera cuya lectura es imprescindible para
entender el México que transitó al nuevo siglo.
Este es uno de sus poemas:
Mientras tocan Chopin el buen maestro,
o el poeta neurótico recita,
yo charlo con la hermosa señorita,
en voz baja, del último siniestro.
¡Y sufro mucho!... ¡Bah! Pero soy diestro
en sonreír y en ocultar la cuita;
mi tristeza es amarga, es infinita…
mas ¡qué apacible regocijo nuestro!
Estoy vencido al fin; cesó la lucha;
yo quedo triste y ella indiferente;
su amor fue poco y mi desgracia es mucha;
y entre tanto, burlona y sonriente,
ella, en el fondo del salón, escucha
del joven barbilindo el flirt corriente.
HUMORISMOS TRISTES
Mientras tocan Chopin el buen maestro,
o el poeta neurótico recita,
yo charlo con la hermosa señorita,
en voz baja, del último siniestro.
¡Y sufro mucho!... ¡Bah! Pero soy diestro
en sonreír y en ocultar la cuita;
mi tristeza es amarga, es infinita…
mas ¡qué apacible regocijo nuestro!
Estoy vencido al fin; cesó la lucha;
yo quedo triste y ella indiferente;
su amor fue poco y mi desgracia es mucha;
y entre tanto, burlona y sonriente,
ella, en el fondo del salón, escucha
del joven barbilindo el flirt corriente.
José Guadalupe Posada: retrato de un anarquista catalán
La obra de José Guadalupe Posada se encuentra por todas partes, es una caja de sorpresas permanente.
Hace tiempo publiqué acerca del vínculo que tuvo con Barcelona al publicar, en esa maravillosa ciudad, La Biblioteca del Niño Mexicano; también, en esa ciudad me topé con una escultura dedicada al maestro Mariano Fortuny, el pintor catalán del que Posada realizó algunas copias.
Pero ahí no termina todo, ahora encontré un retrato que hizo a Paulino Pallas y que publicó el el periódico El Tiempo, de Victoriano Agüeros.
Pallás fue un anarquista que realizó un atentado en Barcelona, en 1893, contra el general Martínez Campos, en las Ramblas.
El anarquista fue atrapado al instante, condenado a muerte y ejecutado diez días después del atentado.
Este intento frustrado fue el primero de una serie de hechos violentos por los anarquistas a finales del siglo XIX.
Posada hizo un espléndido retrato que muestra su maestría, como pueden ver.
sábado, 2 de febrero de 2019
El nacimiento de José Guadalupe Posada
Este capítulo forma parte de mi libro La portentosa vida de José Guadalupe Posada, que puede adquirirse en versión e-book, o en libro tradicional
De muertes y vida
En
este pueblo, que con el correr de los años se convirtió en uno de los cuatro
barrios de la ciudad, nació José Guadalupe, a las diez de la noche del día 2 de
febrero de 1852. Llegó al mundo en una pequeña y humilde casa de la entonces
calle de Los Ángeles,
Era el día de la Candelaria, cuando se celebran las candelas,
las velas que iluminan de alegría al mundo pues se conmemora la presentación
del Niño Jesús en el Templo, al celebrarse los cuarenta días de haber nacido,
según la tradición católica. Es pues, en el ritual católico, día de fiesta en
muchos lugares de México y del mundo.
Pero no había luz, sino tinieblas.
Aguascalientes era azotada por el llamado "cólera
grande" que había provocado, en los últimos veinticuatro meses, cerca de
diez mil muertes.
En la Historia de
Aguascalientes, Agustín González anota que tan sólo en 1850 sucumbieron
cinco mil personas, la quinta parte de la población. “Por lo mismo y por haber
cundido el pánico, no se vieron en esta época los actos de abnegación, de
caridad cristiana que hemos visto durante las invasiones de matlazáhuatl y de
viruela... Algunos enfermos sucumbían en el abandono y en medio de los más
intensos dolores. La vista de las montañas de cadáveres que se formaron en los
cementerios era pavorosa y se llegó a decir que, a causa de la precipitación y
el temor al contagio, muchas personas
fueron enterradas vivas”.
Prácticamente no hubo una sola familia que no perdiera cuando
menos a uno de sus miembros; hubo casos extremos en que la familia entera
desapareció.
A finales de la década de los cuarenta la cifra de muertos se
había duplicado; a esa calamidad se sumó la crisis económica y comercial; el
abandono de las cosechas o la pérdida de las misma debido a la propia crisis.
El periódico La
Imitación, en su “Conclusión del año de 1850”, se leía:
“El año de 850
acaba, pero su memoria quedará perenne
en el corazón de tantos y tantos pobres que han quedado en la orfandad; hará
época en los anales de la vida humana, porque sus días de execrado recuerdo
serán siempre el objeto del “llanto lastimero”
de las viudas, del gemir prolongado de los huérfanos.”
Tal vez esa fue uno de esos recuerdos imborrables que
quedaron para siempre en la memoria de un niño que padeció este dolor o escuchó
de gente muy cercana, con tristeza.
¿Y quien explicaba lo que pasaba? ¿A quién se
responsabilizaba?
viernes, 1 de febrero de 2019
Cartón del mes. La constitución y los últimos constituyentes
En este número de febrero rescato -en mi sección del "cartón del mes", que aparece publicada en la revista Relatos e historias en México-, una caricatura atribuida a Daniel Cabrera que muestra a los constituyentes sobrevivientes de la constitución de 1857, al lado de una mujer que representa la carta magna, toda parchada y pobre, como la han dejado con tantos cambios.
martes, 29 de enero de 2019
Poema anónimo de lírica tradicional
En la Antología de la poesía española. Lírica de tipo tradicional, encontramos joyas maravillosas de cómo se fue conformando el castellano, nuestra lengua nacional, como otrora se decía.
Les comparto un poema anónimo
Vayse meu corachón de mib,
ya Rab, ¿si se me tornarád?
¡Tan mal meu doler li-l-habib!
Enfermo yed, ¿cuándo sanarád?
Versión castellana
Mi corazón de me va de mi
¡Tan mal meu doler li-l-habib!
Enfermo yed, ¿cuándo sanarád?
Versión castellana
Mi corazón de me va de mi
Oh Dios!, ¿acaso se me tornará?
¡Tan fuerte mi dolor por el amado!
Enfermo está, ¿cuándo sanará?
¡Tan fuerte mi dolor por el amado!
Enfermo está, ¿cuándo sanará?
Cuatro atentados presidenciales
En 1995 apareció mi libro 4 atentados presidenciales, esta fue la entrevista que me hizo la revista Proceso.
El crimen político es un crimen perfecto, dice el historiador Agustín Sánchez González, autor de “cuatro atentados presidenciales”.
POR LA REDACCIÓN , 6 MARZO, 1995,
Agustín Sánchez González afirma sobre su experiencia como investigador del
pasado mexicano: “cuando se estudian algunos pasajes de la historia de México,
uno siente como si el Monje Loco, aquel personaje de la radio y la televisión,
la hubiera escrito. `Nadie sabe, nadie supo’, solía decir”.
Historiador formado en la UNAM y el periodismo, Agustín Sánchez González es el autor de Fidel, una historia del poder, El general en La Bombilla y Cuatro atentados presidenciales. Precisamente en este último reúne las crónicas que recrean los casos de hombres prominentes de la política a quienes, siendo presidentes de la República, se les intentó asesinar. Se trata de los mandatarios Porfirio Díaz, Pascual Ortiz Rubio y Manuel Ávila Camacho (Álvaro Obregón era presidente electo). En el libro también se habla de los cuatro agresores: Arnulfo Arroyo, Daniel Flores, Antonio de la Lama, y José León Toral.
¿Quién estaba detrás de cada uno de los hombres que intentaron asesinar a los presidentes?, ¿qué hay de común entre unos y otros?
Los cuatro agresores murieron sin hablar, sin decir los móviles que los orillaron a atentar contra sus víctimas: uno fue fusilado, Toral; dos fueron asesinados inmediatamente después del atentado, Arroyo y De la Lama, y el cuarto fue muerto tiempo después, Flores.
Historiador formado en la UNAM y el periodismo, Agustín Sánchez González es el autor de Fidel, una historia del poder, El general en La Bombilla y Cuatro atentados presidenciales. Precisamente en este último reúne las crónicas que recrean los casos de hombres prominentes de la política a quienes, siendo presidentes de la República, se les intentó asesinar. Se trata de los mandatarios Porfirio Díaz, Pascual Ortiz Rubio y Manuel Ávila Camacho (Álvaro Obregón era presidente electo). En el libro también se habla de los cuatro agresores: Arnulfo Arroyo, Daniel Flores, Antonio de la Lama, y José León Toral.
¿Quién estaba detrás de cada uno de los hombres que intentaron asesinar a los presidentes?, ¿qué hay de común entre unos y otros?
Los cuatro agresores murieron sin hablar, sin decir los móviles que los orillaron a atentar contra sus víctimas: uno fue fusilado, Toral; dos fueron asesinados inmediatamente después del atentado, Arroyo y De la Lama, y el cuarto fue muerto tiempo después, Flores.
Con excepción del general Álvaro
Obregón, los demás sobrevivieron a los atentados. Miles de páginas se han
escrito con muchas versiones acerca de los sucesos retomados por Sánchez
González; sin embargo, como él mismo apunta: “cada crimen político se ve
envuelto en una nube negra que no permite saber, como pedían los viejos
historiadores positivistas, lo que verdaderamente sucedió”.
Según el investigador, “el crimen político suele ser el crimen perfecto. Nadie sabe, nadie supo”. Para de inmediato sentenciar: “nada más difícil que buscar la verdad en una sociedad, en un sistema político que se sostiene a base de mentiras”.
Entrevistado para ahondar sobre sus hallazgos y los nexos que pudieran configurarse en relación con los atentados criminales más recientes: el del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, el de Luis Donaldo Colosio Murrieta y el de José Francisco Ruiz Massieu, Sánchez González explica: “la muerte, o la intención de matar a un presidente, generó crisis, grandes o pequeñas que, sin embargo, sólo logró cambiar el país para que siguiera siendo el mismo”.
–En su libro Cuatro atentados presidenciales habla del crimen político como del
crimen perfecto, ¿se refiere exclusivamente a México?Según el investigador, “el crimen político suele ser el crimen perfecto. Nadie sabe, nadie supo”. Para de inmediato sentenciar: “nada más difícil que buscar la verdad en una sociedad, en un sistema político que se sostiene a base de mentiras”.
Entrevistado para ahondar sobre sus hallazgos y los nexos que pudieran configurarse en relación con los atentados criminales más recientes: el del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, el de Luis Donaldo Colosio Murrieta y el de José Francisco Ruiz Massieu, Sánchez González explica: “la muerte, o la intención de matar a un presidente, generó crisis, grandes o pequeñas que, sin embargo, sólo logró cambiar el país para que siguiera siendo el mismo”.
–Creo que es una situación mundial. Siempre que se trastoca el poder suele suceder así: el caso más famoso en el mundo fue el del presidente John F. Kennedy, del que nunca se supo la verdad. Lo mismo ocurrió con Gandhi y Olof Palme. Pienso que es un problema mundial y casi siempre son justamente las personas del mismo poder quienes asesinan. No es común que el poder asesine a la gente que no es parte del mismo. Es obvio que las tapaderas están entre ellos mismos.
“El caso más reciente y acabado de este tipo de crímenes políticos lo tuvimos el año pasado con José Francisco Ruiz Massieu y Luis Donaldo Colosio Murrieta. En ambos incidentes las sospechas y los rumores señalaban que los autores intelectuales habían sido personas del mismo aparato. No descarto esa tesis porque el asesinato de un personaje del poder lo efectúa una persona o un grupo del mismo poder.”
– ¿Por un lado están las víctimas y por otro, los autores materiales e intelectuales del crimen?
–Me llama la atención que los asesinos tienen una serie de rasgos en común, que incluso en los casos de los magnicidios recientes se repiten como una constante. Son individuos jóvenes y dispuestos a cambiar su vida. Conviene recordar lo que decía Obregón: “cuando alguien esté dispuesto a matarme, tendría que ser alguien decidido a cambiar su vida por la mía”. El asesino es un potencial suicida, una persona dispuesta a morir e invariablemente son solitarios. Sin lazos familiares ni convicciones políticas. Se sabe que ellos dispararon, pero no se sabe quién les puso la pistola en las manos.
– ¿Entonces el crimen político es una suerte de callejón sin salida?
–Es imposible dar una tesis única de un crimen. Cuando hablo del crimen perfecto, me refiero a que no hay elementos para resolverlo. Cuando asesinan a Obregón, había voces que acusaban a Calles, a Morones, a la Iglesia y a los hijos y parientes de las personas mandadas a asesinar por el héroe de Celaya. Sin embargo, nada estaba claro.
– ¿Cuáles han sido los contextos políticos y sociales que han rodeado estos atentados?
–Generalmente hay una crisis y lucha por el poder. El atentado contra Porfirio Díaz ocurre cuando es la cuarta reelección. Prevalece una lucha entre diversos grupos que tratan de imponer sus intereses. Incluso se descubren los vínculos entre Arnulfo Arroyo y el jefe de la policía, quien se suicida después del frustrado atentado.
“Cuando Obregón cae abatido por los disparos de Toral, se desplegaba una cruenta lucha de los caudillos revolucionarios contra Calles. Un chiste de la época es muy ilustrativo del momento; una persona pregunta: “¿quién mató a Obregón?”, y otra responde: “¡Cálles… e la boca!”
–Menciona el chiste político. ¿Qué función cumple en estas situaciones?
–Un elemento que destaco en mis crónicas históricas es la búsqueda de dar el pulso de la sociedad por medio del chiste político. En El general en La Bombilla los capítulos llevan por títulos las frases de los sketchs de la carpa del Panzón Soto. Además, es interesante constatar cómo ante la desinformación, la sociedad opta por el chiste político. En cuanto a los crímenes del cardenal Posadas Ocampo, de Colosio Murrieta y Ruiz Massieu, la respuesta de la sociedad se manifiesta a través de chistes que expresan un humor negro terrible y cruel. Sin embargo, es toda una elaboración del inconsciente colectivo que responde así a la desinformación.
– ¿Cuál es su conclusión a raíz de los últimos acontecimientos?
–El asesinato de Obregón, un sonorense, marcó el inicio de una etapa en México de un partido único y autoritario. Y el asesinato de Luis Donaldo Colosio, también sonorense, marca el fin de un partido único y autoritario. Paradójicamente, hay un elemento histórico en común. No porque la historia se repita: la historia es una especie de espejo deformante donde se ve el rostro distorsionado de otros momentos. Igual que el asesinato de Colosio Murrieta conmovió el país, el de Obregón también lo cambió. El asesinato de Luis Donaldo Colosio marca justamente el declive del autoritarismo priísta.
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