martes, 20 de noviembre de 2018

La suerte en la Galería de los Uffizi


"Que Dios reparta suerte", dice un dicho español y parece que así fue esa mañana dominical de octubre cuando llegamos a Florencia sin reservación de boletos para la Galería de los Uffizi y con la desesperación y angustia por la posible frustración de no ver a Boticceli, a Leonardo o a Caravaggio y todas esas maravillosas imágenes que sólo pueden verse ahí.

Resignado a una larga cola, el azar hizo que ese día coincidiera con un proyecto que acabo de conocer hace un par de días y, por si fuera poco, la entrada era libre y sin colas.

Sin querer, ni enterarnos, formamos parte de un experimentos. Resulta que ese domingo "se probó por primera vez un sistema basado en un algoritmo que recoge información científica —como el tiempo de visita medio, la capacidad de las salas, la época del año y la comparativa histórica...— y social. Este apartado es el que le confiere viveza a la máquina, ya que basa su predicción de espera en asuntos como la meteorología, el impacto de determinadas exposiciones temporales o el perfil de los visitantes", según una nota del diario El País.

Total que pasamos cerca de ocho horas, con breves intervalos para acudir al restaurante que se encuentra en la terraza del museo para comer, tomar café, una copita de vino y un pastelito. No podíamos salir, al días siguiente cerraban el museo, y el martes viajábamos a Venecia, en donde impartiría una conferencia.

Mirar el techo de los pasillos, las esculturas de los laterales, otear las imágenes poco conocidas de Leonardo, todo era un banquete al que difícilmente uno puede asimilar. Recordé una imagen que escribe Eduardo Galeano de un niño que va a conocer el mar y queda tan impresionado que le pide a su padre que le ayude a mirar.

Así quedé tras volver a mirar esas maravillas después de 39 años de que fui por vez primera.

Privilegios de la vida.

Esta es la nota del algoritmo de la galería

https://elpais.com/cultura/2018/10/09/actualidad/1539101816_555709.amp.html?fbclid=IwAR1RrejQl7bkoBOWNglhbsAcXVpmq1a_EZaf4WKZkCdeoS8NvN5GlDjLGN0

domingo, 18 de noviembre de 2018

La Garrapata, última gran revista de caricatura y humor

Hoy domingo 18 de noviembre de 2018, en el suplemento Confabulario podrán leer la historia de la última gran revista de humor en México: La Garrapata, el azote de los bueyes



La Garrapata, última gran revista de caricatura y humor


Fundada hace 50 años por Naranjo, Rius, Helioflores y AB, esta publicación rescató la tradición satírica de la prensa mexicana, silenciada durante décadas por el presidencialismo posrevolucionario
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POR AGUSTÍN SÁNCHEZ GONZÁLEZ
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La tradición de la caricatura en México ha tenido grandes altibajos durante los últimos cien años. Su época de oro fue en la segunda mitad del siglo XIX cuando un grupo de caricaturistas liberales ejercieron la crítica abierta, sin consideraciones de militancia, ni mucho menos justificando los grandes errores que Benito Juárez cometía, o sus intenciones reeleccionistas.
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Durante esta época destacan dos de las mejores publicaciones de humor que se han realizado en nuestro país: La Orquesta, que tuvo cuatro épocas y se publicó desde 1861 hasta 1877, y El Ahuizote. Estas son parte de una constelación de publicaciones comoEl ImpolíticoEl Padre CobosLa Carabina de Ambrosio, etc. Más de veinte publicaciones se realizaron durante esa segunda parte del siglo XIX.
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Ya en la primera década del XX, con los últimos años del Porfiriato, mostraron también una gran calidad, con El Hijo del AhuizoteEl Ahuizote Jacobino o el Colmillo Público; esta singularidad se refrendó durante el gobierno maderista cuando Multicolor,YpirangaEl Hijo del Ahuizote y otras más hicieron trizas al presidente Francisco I. Madero.
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Pero el presidencialismo que emergió tras el nacimiento del Partido Nacional de la Revolución, en 1929, como un proyecto que buscaba consolidar la no reelección tras el asesinato de Álvaro Obregón, comenzó un estricto control de los medios de comunicación en donde la irreverencia de la caricatura no tenía cabida, mucho menos la caricatura política y, menos aún, la crítica al presidente en turno. El presidente Calles aglutinó a todos los partidos y ejerció un autoritarismo que gestó el llamado Maximato.
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Comenzó entonces una larga sequía de crítica política. Las revistas de humor empezaron a desvanecerse. Fueron escasas y efímeras a tal extremo que durante muchos años sólo aparecieron dibujos de humor blanco, caricaturas personales y costumbristas, todo alejado de la política y censurando cualquier caricatura dedicada al presidente en turno. (Un claro ejemplo es el libro Miguel Alemán. Cartones y caricaturas en donde la zalamería y el halago fácil componen prácticamente la mayor parte del libro).
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Debió empezar la década de los sesenta cuando el sistema político mexicano apretaba más y más para que aparecieran, aunque fuera marginalmente, diversas caricaturas criticando al presidente Díaz Ordaz. Eduardo del Río, Rius, tuvo una destacada participación en esta ruptura, lo que le costaría innumerables despidos en casi todos los diarios de entonces.
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En 1968, año fatídico en México, comenzó una nueva etapa de nuestra historia, la caricatura lo reflejó al mostrar una lectura crítica de un grupo de caricaturistas que abrían una brecha. La revista Por qué?, de Mario Menéndez, insertó una sección que era editada por Rogelio Naranjo y que contó con la presencia de Rius, Helioflores y Vadillo, pero sólo aparecieron cuatro números y el grupo se diluyó.
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Los meses duros que vivió la sociedad mexicana por el Movimiento estudiantil reavivaron las ganas de irrumpir en el escenario periodístico. Apenas había transcurrido un mes de la masacre del 2 de octubre, cuando el 8 de noviembre apareció La Garrapata. El azote de los bueyes en puestos de periódicos, la que ha sido, sin lugar a duda, la última gran revista de humor que sobrevivió sin publicidad y bajo una gran presión de parte del gobierno de Díaz Ordaz, que tenía como cancerbero a quien dos años después ocuparía la presidencia de la república: Luis Echeverría.
Fidel Velázquez, entonces líder eterno de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), central obrera más importante del país en el siglo XX, fue uno de los clientazos de La Garrapata.

Dirigida por un genial cuarteto, AB (Emilio Abdalá), Rogelio Naranjo, Helioflores y Rius, se presentaron ante los lectores con un homenaje al genial Posada en tres ámbitos: al jugar en la portada con uno de sus grabados (Los siete vicios), en el llamado final de la presentación editorial que señala que La Garrapata circularía “bajo la sombra protectora del ilustre aunque subversivo gordo José Guadalupe Posada…” y, por último, un pequeño cráneo (dibujado por Posada) que ilustraba la página.

Durante la primera etapa de La Garrapata, con el cuarteto de moneros dirigiendo, se publicaron 32 números (casi un año) en donde hubo, como se tituló una de sus secciones, escrita por el cantante Óscar Chávez, “de chile de dulce y de manteca”.
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Cabe destacar que desde el primer número aparecieron verdaderas joyas de nuestra caricatura: La historia de Nanylko-Tatanilko, de Naranjo, que retrataba la masacre del 2 de octubre; la incursión de El hombre de negro, de Helioflores; AB, por su parte, presentó una historieta llamada Zócalo panteones. Justamente este número se publicó en fechas del Día de muertos y por eso dibujaron una sección denominada “A cada quien su tumba”, con un espléndido ejercicio de monumento mortuorio acorde a varios personajes de la política nacional. También apareció aquí El Pequeño Rius Ilustrado, que años después convertiría en libro.
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La Garrapata fue, además de una maravilla de obra de arte de la caricatura, una revista temeraria, capaz de enfrentar con gran inteligencia a un gobierno represor cuya tradición de control de medios fue uno de los gritos de protesta en las manifestaciones en el 68.
¡Entrenle que es mole de olla!, grito de la batalla de los cuatro directores irresponsables de La Garrapata. El azote de los bueyes


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Mucho que decir de la última gran revista de humor en nuestra historia. Números memorables como cuando dibujaron a Fidel Velázquez visto por los grandes pintores, o la publicación de una memorable entrevista a Octavio Paz realizada por Jean Wetz, corresponsal de Le Monde que nadie más publicó en México.
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Importantes intelectuales y artistas como Carlos Monsiváis, Oscar Chávez y Eduardo Lizalde, entre otros, tuvieron presencia en estas páginas.
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Se extraña ese catorcenario de humor y malas mañas que terminó en octubre de 1969 cuando caricaturizó a dos de los prominentes tapados (Luis Echeverría y Antonio Ortiz Mena). Ese número fue fundamental, sin duda, para que en los meses posteriores, ya con el primero en la presidencia, empezara a romperse el tabú y se iniciara una fuerte crítica al presidente en turno. Hubo dos épocas más, que en otro momento comentaremos.
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Después de La Garrapata no ha vuelto a existir una revista de esos tamaños estéticos y políticos —y con un carácter independiente—, ajeno a la publicidad oficial o a la militancia partidista y que viva de sus lectores. Su otro logro fue romper con muchos tabúes al criticar al ejército y a la policía. El presidente aún siguió incólume, pero como señalé, en el penúltimo número, con doble portada, se dio el primer aviso, sin duda, de lo que vendría.
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FOTO: Portada del número 3 de La garrapata. El azote de los bueyes./ Colección: Agustín Sánchez González.

viernes, 16 de noviembre de 2018

Ziraldo, uno de los mejores caricaturistas del mundo


Me acabo de encontrar un tesoro: una caricatura que me hizo Ziraldo, hace nueve años, cuando le fue entregado el Premio Quevedo de Humor Gráfico, uno de los galardones más serios e importantes del mundo, digamos que como el Premio Cervantes, de Literatura y que han ganado artistas como Mingote, Quino o Forges.

Ziraldo cumplió 87 años el pasado 25 de octubre y hace 9, cuando recibió el premio Quevedos, el periódico El País lo presentó como El niño loco y feliz de Brasil.





Ziraldo es un gran caricaturista y un maravillo ilustrado de historias infantiles. "Soy un autor para niños, viejo. NO un viejo que escribe para niños", se presentó así, alguna vez.

Un año antes había estado con él en Barcelona, en Casa de las Américas, en un evento de humorismo gráfico en Iberoamérica, donde también estuvo otro gran caricaturista colombiano, Vladdo, que también me hizo una caricatura.

En esa semana que estuvimos en Alcalá de Henares, en 2009, fuimos a comer pollo y ahí, en una servilleta, me dibujó. 

Privilegios de la vida. 


jueves, 15 de noviembre de 2018

Poema Exilio, de Ida Vitale, Premio Cervantes 2018


Dibujo Víctor Meneses


Exilios


…tras tanto acá y allá yendo y viniendo.
Francisco de Aldana

Están aquí y allá: de paso,
en ningún lado.
Cada horizonte: donde un ascua atrae.
Podrían ir hacia cualquier fisura.
No hay brújula ni voces.

Cruzan desiertos que el bravo sol
o que la helada queman
y campos infinitos sin el límite
que los vuelve reales,
que los haría de solidez y pasto.

La mirada se acuesta como un perro,
sin siquiera el recurso de mover una cola.
La mirada se acuesta o retrocede,
se pulveriza por el aire
si nadie la devuelve.
No regresa a la sangre ni alcanza
a quien debiera.

Se disuelve, tan solo.

domingo, 4 de noviembre de 2018

José Guadalupe Posada en Monterrey

Hace cinco años, por estas fechas, en el Museo de Historia Mexicana de Monterrey, realicé la curaduría de la exposición José Guadalupe Posada. El Gran Ilustrador de lo Mexicano, que tuvo un enorme impacto y reunió la colección más completa y diversa de la obra de Posada y que no ha vuelto a ser mostrada así. 

Posada a 100 años, ese desconocido

Unos estiman que José Guadalupe Posada hizo 11 mil dibujos y otros señalan que 20 mil. Pero de acuerdo con el especialista Agustín Sánchez González, sólo habría realizado unas 600 calaveras que, injustamente, dice, han provocado su encasillamiento. De ahí que haya muy pocas expuestas en la muestra José Guadalupe Posada. El Gran Ilustrador de lo Mexicano, montada en el Museo de Historia Mexicana de Monterrey, con ocasión del centenario del fallecimiento del célebre grabador, que se cumple este domingo. Conaculta, el INBA, Cultura del DF y el gobierno de Aguas Calientes anunciaron en la semana un programa de casi 100 actividades a lo largo del año.

MONTERREY, N.L. (Proceso).- José Guadalupe Posada es mucho más que sus calaveras.
Los grabados esqueléticos del artista hidrocálido representan apenas el 3% de su vasta creación, que debe alcanzar unas 20 mil obras, según estima el historiador Agustín Sánchez González, curador de la exposición José Guadalupe Posada. El Gran Ilustrador de lo Mexicano, que se exhibe del 14 de noviembre 2012 al 10 de febrero del 2013 en el Museo de Historia Mexicana (MHM) de esta ciudad.
Sus antiguos grabados pueden verse en periódicos, cajetillas de cerillos, recetarios de cocina, vitolas de poros, medicamentos, carteles taurinos, teatrales, circenses, juegos de mesa y funciones de lucha libre, entre muchas otras superficies que ocupan decenas de vitrinas del recinto.
Sánchez González, el mexicano que quizás conoce más de la obra de Posada, considera necesario hacer un inventario de la obra del caricaturista e investigar con seriedad su vida personal, de la que se conoce muy poco.
Es un misterio la vida del ilustrador, quien falleció el 20 de enero de 1913 y que, pese a ser el más universal de los artistas mexicanos de su género, es desconocido y víctima de numerosas difamaciones y mitos.
Murió en la ruina y derrochó las ganancias en el trago. Su cuerpo terminó en la fosa común. Hasta que murió, Posada se convirtió en leyenda, afirma el historiador.
En esta exposición, que conmemora el centenario de su aniversario luctuoso, Sánchez González pretende acercar a Posada al gran público, para que sepa que su obra va mucho más allá de las calaveras y que entienda, de una vez por todas –así lo dice, en claro enfrentamiento con lo aceptado–, que La Catrina huesuda no fue un invento suyo, sino de Diego Rivera.
 Inventario necesario
 “Posada. Su apellido es Posada, en singular, no Posadas”; cree necesario aclarar Sánchez González, el curador que se ha ocupado de estudiar durante los últimos 20 años la obra del artista que nació el 2 de febrero de 1852 en el barrio de San Marcos, en Aguascalientes.

El autor del libro José Guadalupe Posada, un artista en Blanco y Negro, seleccionó las casi 200 piezas exhibidas en el MHM, provenientes de colecciones privadas e instituciones públicas, que han cedido el material para esta exhibición, la mayor presentada de la obra del compulsivo dibujante.
La muestra se divide en seis temas: los precursores; primeros años, Aguascalientes; su estancia en León; Don Lupe llega a México; su influencia inmediata; y Cien años después de su muerte.
La museografía recurre a videos temáticos para fortalecer los contenidos y facilitar al público un acercamiento al grabador y su obra.
Pero este paseo por el mundo Posada contiene una fracción microscópica de su legado descomunal, que se encuentra disperso por el mundo, y que no ha sido aún debidamente inventariado.
No se conserva ni un solo trazo ológrafo del maestro, reconoce el curador. Todo su trabajo ha quedado en reproducciones, impresiones litográficas y serigráficas.
Por eso, dice el especialista, ya es tiempo de darle su lugar en la historia del arte en México y honrar su memoria con un estudio serio de su vida y con un trabajo profesional y definitivo de preservación de su obra, que actualmente no ha emprendido ninguna institución cultural en el país.
A lo largo de los años han sido presentadas colecciones del llamado gran ilustrador mexicano, pero esta exposición en el MHM es la mayor y más representativa del serigrafista, dotado de un talento extraordinario para los rostros y los detalles.
Los visitantes al museo verán numerosos grabados y, entre todos ellos, muy pocas calaveras.
La museografía busca que el público se adentre en el otro trabajo del maestro, el menos conocido, pero que alcanza, como los pictogramas de las osamentas, un toque de excelencia.
Explica el también periodista:
“Que haya pocas calaveras fue a propósito, porque queríamos decirle a la gente: Posada es más que las calaveras, que en sí son maravillosas. Pero el artista está más allá de La Catrina. Creo que las exposiciones de Posada han abusado de las calaveras.”
Hay una discusión abierta sobre la cantidad de piezas que pudo haber dibujado José Guadalupe. Unos estiman que hizo 11 mil dibujos y otros 20 mil. Esta última cifra es la que más se aproxima a la realidad, según Sánchez. Y de acuerdo a este cálculo, sólo habría dibujadas unas 600 calaveras que, injustamente, dice, han provocado el encasillamiento del caricaturista.
“Se ha abusado de las calaveras por desconocimiento. Creo que hay pereza intelectual. Se repite lo mismo. Cuando en internet buscas Posada, aparecen miles de imágenes y todas son calaveras, hay muchas falsas, fotos que no son. Nadie se toma la molestia de preguntar un poquito, saber si es o no es”, lamenta.
No hay, hasta ahora, un interés genuino en el ámbito cultural de conocer más al artista y por ello surge la desinformación, estima.
Además de Sánchez González, mexicano de nacimiento, se han ocupado de estudiarlo Luis Cardoza y Aragón, de Guatemala, y Antonio Rodríguez, de Portugal.
No hay muchos posadólogos en la patria, aunque como parte de nuestro propio conocimiento cultural, se debería saber que Posada dibujó a la gente del pueblo y a todo el entorno de una época entera, considera.
Sánchez González propuso, hace algunos años, que se hiciera un homenaje nacional, en el que todos los museos del país exhibieran por lo menos una obra del retratista. El Museo de Arte Moderno podía presentar su faceta surrealista. El del Ferrocarril podría hacer lo propio con dibujos de trenes.
“Hay que ver todo de Posada, porque su grandeza estriba en la capacidad de demostrar lo que somos. Está presente en cualquier tema: en juegos de mesa, cartas de amor, cancioneros, magia, libros de texto, nota roja. Hace poco descubrí en León una estampita religiosa que se vende y que fue dibujada por Posada”, dice.
Se conservan ejemplares de la revista El Jicote como joyas de la creatividad del artista. Ahí aparecieron once de sus trabajos en los que se observan representaciones de notas de época. Hizo ahí lo mismo en otras publicaciones, donde se ve a una madre atormentando a su hija, a un sacerdote ahorcado, a una mujer que descuartizó a su hija, según las noticias policíacas que eran redactadas.
No hay una referencia precisa sobre la manera en que el creador hizo esas viñetas. Sánchez González conjetura que el editor le habría encargado que ilustrara las notas, y en los trazos se observa la concepción muy marcada del autor sobre el bien y el mal. Los victimarios son presentados como seres de aspecto perverso y las víctimas en horrorosos trances de tormento.
En 1892, ya en sus 40, trabajó con el impresor Antonio Vanegas Arroyo. En esa casa impresora se conserva el mayor número de las obras.
De acuerdo con el boletín del MHM sobre la exposición, se informa que de ese taller salieron miles de publicaciones de diversos formatos en los que daba reseña gráfica de los acontecimientos que impactaban al pueblo mexicano: catástrofes, milagros, crímenes, escándalos, incendios, profecías, sucesos sensacionales, peregrinaciones, cuentos de amor, relatos patrióticos y célebres ejemplos.
Participó en más de 60 periódicos como La Casera, El Chile Piquín, El Diablito Rojo, Don Cucufato, El Malcriado, El Paladín, Ave Negra y La Guacamaya.
Pero hay mucho trabajo disperso aún que debe ser compilado y ordenado, sugiere el curador, pero esta iniciativa tiene que surgir como un impulso más personal que institucional. Los entusiastas historiadores del dibujante y caricaturista son los que han rescatado su legado y, por iniciativa propia, se han dado a la tarea de descubrirlo, para revelar el misterio de su vida y aportar más del hombre.
Él abrió un espacio en facebook para convocar a personas a que lo ayudaran a colectar piezas del gran misterio que es aún este artista tan reconocido.
“Se aceptan voluntarios para hacer el inventario”, dice el mensaje que escribió Sánchez para animar a los interesados.
“La obra esta dispersa por el mundo. Yo no la conozco toda. Creo que en Estados Unidos hay colecciones enormes. Ahora con facebook se puso en contacto conmigo una persona que dice tener la colección más grande. Por lo menos podemos hacer un inventario de ella.
“En bibliotecas de Estados Unidos hay mucha obra, pero se necesita ir allá, trabajar, inventariar, y podríamos empezar a saber cuál es la cantidad de su obra, porque no sé, siquiera, cuántas obras conocidas hay, quizás unas 10 mil. Una amiga me acaba de traer un libro de Alemania, publicado en los noventa, que tiene novecientas y tantas imágenes”, ejemplifica.
Sánchez González ha planteado crear un centro de documentación. También quiere hacer en Aguascalientes La Casa de Posada, donde vivió, en San Marcos. Una especie de Meca a donde puedan ir sus seguidores, similar a la Casa Azul de Frida Kahlo en la Ciudad de México.
 De don Pepe a Posada
 De entre todas las imágenes, la más conocida es la que se le ha dado el nombre común de La Catrina que es, en realidad, un invento de Diego Rivera, sostiene, e intenta probarlo:
El cráneo de esta imagen, sin cuerpo, apareció primero en una publicación que se mofaba de las mujeres autóctonas de México que aspiraban a comer garbanzo o ser garbanceras como las damas de alcurnia españolas que vivían en el país. Por ello dibujaba a la dama esquelética con un sombrero estrafalario, acorde a la época.
La impresión fue publicada junto a un texto de autor anónimo, días después de que Posada falleciera, en 1913. El artista nunca se enteró de la trascendencia de la llamada “Calavera Garbancera”.
Muchos años después, en 1952, Diego Rivera pintó el famoso mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central en el Hotel del Prado, reubicado tras el terremoto de 1985 en el creado ex profeso Museo Mural Diego Rivera. Fue el guanajuatense el que le puso cuerpo y atuendo a la calavera de Posada, que sólo se conocía por su cabeza y sombrero. A la izquierda de la huesuda aparece el mismo José Guadalupe, en justo homenaje al creador de La Garbancera, y a su derecha el propio Rivera como niño.
Según cuenta el historiador, la denominación de esa mujer descarnada, La Catrina, por su aspecto refinado, fue obra del pueblo. Y desde entonces ha trascendido, como un mito mayor, que Posada inventó la imagen.
Hasta donde se sabe, el artista no obtuvo fortuna con su prolífica obra. Presumiblemente murió pobre y alcoholizado.
En el catálogo sobre la exposición, Agustín Sánchez escribió:
“Hace cien años, en un modesto féretro, yacía un personaje conocido como don Lupe, cuya muerte pareció no importar a nadie. Salió de una de las tantas vecindades marginales de Tepito, en la Ciudad de México. Fue enterrado en la zona de sexta clase, la única gratuita del Panteón de Dolores.”
Posada, personaje ignorado en su tiempo, conocido únicamente como don Lupe, es revalorado a cien años de su muerte, pero oculto todavía en sus detalles.

martes, 30 de octubre de 2018

El Ejtado joy yo


Leer imágenes resulta interesante siempre. Mirar la imagen del presidente electo tapándose los testículos discretamente, por encima de no sabemos qué personajes, con una muy discreta foto del general Lázaro Cárdenas, un busto de ¿Juárez?, (aunque parece más bien Melchor Ocampo) y de ¿Morelos?, al lado de una bandera que no es la oficial de México, mientras a su lado izquierdo se mira un libro, cuidadosamente acomodado, que se llama Quien manda aquí, y una mueca burlona, muestran a un personaje autoritario, por encima de la bandera del país, por encima de todos los héroes y que se cubre bien quién es

Por el fin de los caudillos

  No a los caudillos, si a la pluralidad Agustín Sánchez González Se les mira por las calles en pequeños grupos, portan un chaleco con l...