domingo, 4 de noviembre de 2018

José Guadalupe Posada en Monterrey

Hace cinco años, por estas fechas, en el Museo de Historia Mexicana de Monterrey, realicé la curaduría de la exposición José Guadalupe Posada. El Gran Ilustrador de lo Mexicano, que tuvo un enorme impacto y reunió la colección más completa y diversa de la obra de Posada y que no ha vuelto a ser mostrada así. 

Posada a 100 años, ese desconocido

Unos estiman que José Guadalupe Posada hizo 11 mil dibujos y otros señalan que 20 mil. Pero de acuerdo con el especialista Agustín Sánchez González, sólo habría realizado unas 600 calaveras que, injustamente, dice, han provocado su encasillamiento. De ahí que haya muy pocas expuestas en la muestra José Guadalupe Posada. El Gran Ilustrador de lo Mexicano, montada en el Museo de Historia Mexicana de Monterrey, con ocasión del centenario del fallecimiento del célebre grabador, que se cumple este domingo. Conaculta, el INBA, Cultura del DF y el gobierno de Aguas Calientes anunciaron en la semana un programa de casi 100 actividades a lo largo del año.

MONTERREY, N.L. (Proceso).- José Guadalupe Posada es mucho más que sus calaveras.
Los grabados esqueléticos del artista hidrocálido representan apenas el 3% de su vasta creación, que debe alcanzar unas 20 mil obras, según estima el historiador Agustín Sánchez González, curador de la exposición José Guadalupe Posada. El Gran Ilustrador de lo Mexicano, que se exhibe del 14 de noviembre 2012 al 10 de febrero del 2013 en el Museo de Historia Mexicana (MHM) de esta ciudad.
Sus antiguos grabados pueden verse en periódicos, cajetillas de cerillos, recetarios de cocina, vitolas de poros, medicamentos, carteles taurinos, teatrales, circenses, juegos de mesa y funciones de lucha libre, entre muchas otras superficies que ocupan decenas de vitrinas del recinto.
Sánchez González, el mexicano que quizás conoce más de la obra de Posada, considera necesario hacer un inventario de la obra del caricaturista e investigar con seriedad su vida personal, de la que se conoce muy poco.
Es un misterio la vida del ilustrador, quien falleció el 20 de enero de 1913 y que, pese a ser el más universal de los artistas mexicanos de su género, es desconocido y víctima de numerosas difamaciones y mitos.
Murió en la ruina y derrochó las ganancias en el trago. Su cuerpo terminó en la fosa común. Hasta que murió, Posada se convirtió en leyenda, afirma el historiador.
En esta exposición, que conmemora el centenario de su aniversario luctuoso, Sánchez González pretende acercar a Posada al gran público, para que sepa que su obra va mucho más allá de las calaveras y que entienda, de una vez por todas –así lo dice, en claro enfrentamiento con lo aceptado–, que La Catrina huesuda no fue un invento suyo, sino de Diego Rivera.
 Inventario necesario
 “Posada. Su apellido es Posada, en singular, no Posadas”; cree necesario aclarar Sánchez González, el curador que se ha ocupado de estudiar durante los últimos 20 años la obra del artista que nació el 2 de febrero de 1852 en el barrio de San Marcos, en Aguascalientes.

El autor del libro José Guadalupe Posada, un artista en Blanco y Negro, seleccionó las casi 200 piezas exhibidas en el MHM, provenientes de colecciones privadas e instituciones públicas, que han cedido el material para esta exhibición, la mayor presentada de la obra del compulsivo dibujante.
La muestra se divide en seis temas: los precursores; primeros años, Aguascalientes; su estancia en León; Don Lupe llega a México; su influencia inmediata; y Cien años después de su muerte.
La museografía recurre a videos temáticos para fortalecer los contenidos y facilitar al público un acercamiento al grabador y su obra.
Pero este paseo por el mundo Posada contiene una fracción microscópica de su legado descomunal, que se encuentra disperso por el mundo, y que no ha sido aún debidamente inventariado.
No se conserva ni un solo trazo ológrafo del maestro, reconoce el curador. Todo su trabajo ha quedado en reproducciones, impresiones litográficas y serigráficas.
Por eso, dice el especialista, ya es tiempo de darle su lugar en la historia del arte en México y honrar su memoria con un estudio serio de su vida y con un trabajo profesional y definitivo de preservación de su obra, que actualmente no ha emprendido ninguna institución cultural en el país.
A lo largo de los años han sido presentadas colecciones del llamado gran ilustrador mexicano, pero esta exposición en el MHM es la mayor y más representativa del serigrafista, dotado de un talento extraordinario para los rostros y los detalles.
Los visitantes al museo verán numerosos grabados y, entre todos ellos, muy pocas calaveras.
La museografía busca que el público se adentre en el otro trabajo del maestro, el menos conocido, pero que alcanza, como los pictogramas de las osamentas, un toque de excelencia.
Explica el también periodista:
“Que haya pocas calaveras fue a propósito, porque queríamos decirle a la gente: Posada es más que las calaveras, que en sí son maravillosas. Pero el artista está más allá de La Catrina. Creo que las exposiciones de Posada han abusado de las calaveras.”
Hay una discusión abierta sobre la cantidad de piezas que pudo haber dibujado José Guadalupe. Unos estiman que hizo 11 mil dibujos y otros 20 mil. Esta última cifra es la que más se aproxima a la realidad, según Sánchez. Y de acuerdo a este cálculo, sólo habría dibujadas unas 600 calaveras que, injustamente, dice, han provocado el encasillamiento del caricaturista.
“Se ha abusado de las calaveras por desconocimiento. Creo que hay pereza intelectual. Se repite lo mismo. Cuando en internet buscas Posada, aparecen miles de imágenes y todas son calaveras, hay muchas falsas, fotos que no son. Nadie se toma la molestia de preguntar un poquito, saber si es o no es”, lamenta.
No hay, hasta ahora, un interés genuino en el ámbito cultural de conocer más al artista y por ello surge la desinformación, estima.
Además de Sánchez González, mexicano de nacimiento, se han ocupado de estudiarlo Luis Cardoza y Aragón, de Guatemala, y Antonio Rodríguez, de Portugal.
No hay muchos posadólogos en la patria, aunque como parte de nuestro propio conocimiento cultural, se debería saber que Posada dibujó a la gente del pueblo y a todo el entorno de una época entera, considera.
Sánchez González propuso, hace algunos años, que se hiciera un homenaje nacional, en el que todos los museos del país exhibieran por lo menos una obra del retratista. El Museo de Arte Moderno podía presentar su faceta surrealista. El del Ferrocarril podría hacer lo propio con dibujos de trenes.
“Hay que ver todo de Posada, porque su grandeza estriba en la capacidad de demostrar lo que somos. Está presente en cualquier tema: en juegos de mesa, cartas de amor, cancioneros, magia, libros de texto, nota roja. Hace poco descubrí en León una estampita religiosa que se vende y que fue dibujada por Posada”, dice.
Se conservan ejemplares de la revista El Jicote como joyas de la creatividad del artista. Ahí aparecieron once de sus trabajos en los que se observan representaciones de notas de época. Hizo ahí lo mismo en otras publicaciones, donde se ve a una madre atormentando a su hija, a un sacerdote ahorcado, a una mujer que descuartizó a su hija, según las noticias policíacas que eran redactadas.
No hay una referencia precisa sobre la manera en que el creador hizo esas viñetas. Sánchez González conjetura que el editor le habría encargado que ilustrara las notas, y en los trazos se observa la concepción muy marcada del autor sobre el bien y el mal. Los victimarios son presentados como seres de aspecto perverso y las víctimas en horrorosos trances de tormento.
En 1892, ya en sus 40, trabajó con el impresor Antonio Vanegas Arroyo. En esa casa impresora se conserva el mayor número de las obras.
De acuerdo con el boletín del MHM sobre la exposición, se informa que de ese taller salieron miles de publicaciones de diversos formatos en los que daba reseña gráfica de los acontecimientos que impactaban al pueblo mexicano: catástrofes, milagros, crímenes, escándalos, incendios, profecías, sucesos sensacionales, peregrinaciones, cuentos de amor, relatos patrióticos y célebres ejemplos.
Participó en más de 60 periódicos como La Casera, El Chile Piquín, El Diablito Rojo, Don Cucufato, El Malcriado, El Paladín, Ave Negra y La Guacamaya.
Pero hay mucho trabajo disperso aún que debe ser compilado y ordenado, sugiere el curador, pero esta iniciativa tiene que surgir como un impulso más personal que institucional. Los entusiastas historiadores del dibujante y caricaturista son los que han rescatado su legado y, por iniciativa propia, se han dado a la tarea de descubrirlo, para revelar el misterio de su vida y aportar más del hombre.
Él abrió un espacio en facebook para convocar a personas a que lo ayudaran a colectar piezas del gran misterio que es aún este artista tan reconocido.
“Se aceptan voluntarios para hacer el inventario”, dice el mensaje que escribió Sánchez para animar a los interesados.
“La obra esta dispersa por el mundo. Yo no la conozco toda. Creo que en Estados Unidos hay colecciones enormes. Ahora con facebook se puso en contacto conmigo una persona que dice tener la colección más grande. Por lo menos podemos hacer un inventario de ella.
“En bibliotecas de Estados Unidos hay mucha obra, pero se necesita ir allá, trabajar, inventariar, y podríamos empezar a saber cuál es la cantidad de su obra, porque no sé, siquiera, cuántas obras conocidas hay, quizás unas 10 mil. Una amiga me acaba de traer un libro de Alemania, publicado en los noventa, que tiene novecientas y tantas imágenes”, ejemplifica.
Sánchez González ha planteado crear un centro de documentación. También quiere hacer en Aguascalientes La Casa de Posada, donde vivió, en San Marcos. Una especie de Meca a donde puedan ir sus seguidores, similar a la Casa Azul de Frida Kahlo en la Ciudad de México.
 De don Pepe a Posada
 De entre todas las imágenes, la más conocida es la que se le ha dado el nombre común de La Catrina que es, en realidad, un invento de Diego Rivera, sostiene, e intenta probarlo:
El cráneo de esta imagen, sin cuerpo, apareció primero en una publicación que se mofaba de las mujeres autóctonas de México que aspiraban a comer garbanzo o ser garbanceras como las damas de alcurnia españolas que vivían en el país. Por ello dibujaba a la dama esquelética con un sombrero estrafalario, acorde a la época.
La impresión fue publicada junto a un texto de autor anónimo, días después de que Posada falleciera, en 1913. El artista nunca se enteró de la trascendencia de la llamada “Calavera Garbancera”.
Muchos años después, en 1952, Diego Rivera pintó el famoso mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central en el Hotel del Prado, reubicado tras el terremoto de 1985 en el creado ex profeso Museo Mural Diego Rivera. Fue el guanajuatense el que le puso cuerpo y atuendo a la calavera de Posada, que sólo se conocía por su cabeza y sombrero. A la izquierda de la huesuda aparece el mismo José Guadalupe, en justo homenaje al creador de La Garbancera, y a su derecha el propio Rivera como niño.
Según cuenta el historiador, la denominación de esa mujer descarnada, La Catrina, por su aspecto refinado, fue obra del pueblo. Y desde entonces ha trascendido, como un mito mayor, que Posada inventó la imagen.
Hasta donde se sabe, el artista no obtuvo fortuna con su prolífica obra. Presumiblemente murió pobre y alcoholizado.
En el catálogo sobre la exposición, Agustín Sánchez escribió:
“Hace cien años, en un modesto féretro, yacía un personaje conocido como don Lupe, cuya muerte pareció no importar a nadie. Salió de una de las tantas vecindades marginales de Tepito, en la Ciudad de México. Fue enterrado en la zona de sexta clase, la única gratuita del Panteón de Dolores.”
Posada, personaje ignorado en su tiempo, conocido únicamente como don Lupe, es revalorado a cien años de su muerte, pero oculto todavía en sus detalles.

martes, 30 de octubre de 2018

El Ejtado joy yo


Leer imágenes resulta interesante siempre. Mirar la imagen del presidente electo tapándose los testículos discretamente, por encima de no sabemos qué personajes, con una muy discreta foto del general Lázaro Cárdenas, un busto de ¿Juárez?, (aunque parece más bien Melchor Ocampo) y de ¿Morelos?, al lado de una bandera que no es la oficial de México, mientras a su lado izquierdo se mira un libro, cuidadosamente acomodado, que se llama Quien manda aquí, y una mueca burlona, muestran a un personaje autoritario, por encima de la bandera del país, por encima de todos los héroes y que se cubre bien quién es

lunes, 29 de octubre de 2018

Si dos se besan. El 68 en mi vida

Víctor Roura es un incansable periodista cultural, un hombre admirable que desde hace más de cuarenta años hace periodismo crítico y honesto. Yo lo respeto y admiro, y aunque hace años no nos vemos, lo sigo y me sigue en mis trabajos. Su nueva revista Transgresiones cumplió un año y me pidió un texto sobre el 68 en mi vida, igual que a cien creadores más. Busquen esa revista, vale mucho la pena.

Esto fue lo que escribí.






domingo, 28 de octubre de 2018

Cuando Porfirio Díaz aún no tenía el don

Mi artículo de hoy, 28 de octubre de 2018, en Confabulario, suplemento cultural de El Universal

Cuando Porfirio Díaz no tenía el don


Durante su primer periodo presidencial, Díaz fue blanco frecuente de una prensa satírica que fue mordaz en la crítica al mandatario

POR AGUSTÍN SÁNCHEZ GONZÁLEZ
La figura señera, arrogante y patriarcal que hemos conocido en la historia (y en el cine) al mirar a Porfirio Díaz, no fue tal, por lo menos durante su primer periodo presidencial (1876-1880). Los caricaturistas y la prensa lo destazaron.

La crítica nunca fue tan intensa como esos primeros años y eso que aún no se vislumbraba que se convertiría en un dictador, sobre todo porque había dado una muestra de que eso no entraba en sus planes, por lo menos públicamente. El 5 de mayo de 1878, a iniciativa suya, se modificó el artículo 78 de la Constitución señalando que el presidente no podría ser reelecto para el periodo inmediato “ni ocupará la presidencia por ningún motivo, sino hasta pasados cuatro años de haber cesado en el ejercicio de sus funciones”.

Pero nadie en la oposición le creyó, mucho menos los partidarios de Lerdo de Tejada que se sentían agraviados pues Díaz lo había derrocado a través del Plan de Tuxtepec y se encontraba en el exilio, del cual nunca volvió.

Por esa época Díaz recibe apodos hoy desconocidos para el gran público, como El Llorón y luego como El Llorón de Icamole. Lo primero, pues al pronunciar un discurso en la Cámara de Diputados donde, “abrumado por la congoja y enredado entre sus propias ideas y palabras, no acertó a salir del paso, no supo cómo concluir la oración, y rompió a llorar. Como un niño terminó llorando ante el azoro de los diputados”, escribe López Portillo y Rojas.

Después lo de Icamole: se dice que al ser derrotado en esa población neolonesa por el general Mariano Escobedo, se puso a llorar.

La revista Universal menciona otros apodos más: “Don Porfirio de la Noria, el loco de la peluca, el insensato de la barriga postiza, el histrión de los anteojos, el sultán de cualquier manera, el hombre de los préstamos, el conde de Tuxtepec, el galgo de la frontera y la cabeza de Palo Blanco”, cita Carlos Tello.

Publicaciones como La Linterna, la emblemática OrquestaEl TrancheteLa CaseraEl Quixote y otros, le miraban y criticaban todo.

En una caricatura aparecida en La Linterna, aparece como “El monstruo del apocalipsis”. Los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial están conformados por tres cabezas que son él mismo. Desde entonces se le miraba el aspecto autoritario y unipersonal.

En este periódico, que tuvo una corta vida (febrero a noviembre de 1877), desde el primer número, y en cada ejemplar, la crítica a Díaz se vuelve su razón de ser; en cada portada aparecía mostrándolo como un ser anodino, falto de experiencia, autoritario, capaz de humillar hasta sus propios padres (identificados como la patria y el pueblo), un gobierno que está de cabeza. Curiosamente en los cinco primeros números muestra dos veces una caricatura con ese mismo mensaje. Muller y Cárdenas que aparentemente eran el mismo, pero de quienes carecemos de mayores datos, eran los dibujantes. Un dato curioso: entre los editorialistas aparece un personaje que a la postre se convertiría en uno de los científicos y de los más cercanos porfiristas: Francisco Bulnes.

El caricaturista León publicó este trabajo en la revista La Orquesta el 7 de mayo de 1877.

La Orquesta, una de las más importantes publicaciones de humor de nuestra historia —cuyo subtítulo decía “Periódico Omniscio y de buen humor. Con caricaturas” y que vivía su cuarta y última etapa después de más de quince años de circulación—, también lanzó fuertes críticas a Díaz. Apenas en el número llamado “Circo Tuxpetano”, muestra a Díaz sobre un trapecio, haciendo un salto mortal: de la libertad a la dictadura (que al final resultó profético). En esta caricatura, mientras Justo Benítez posa sobre su cabeza bolsas de dinero, Ignacio Ramírez pone a su gato, Ignacio Manuel Altamirano, a jugar, o a disfrazar la información (los gatos son arquetipo de mentira y maña), al tiempo que Protasio Tagle busca el equilibrio con los conservadores. Esta caricatura, sin duda un estupendo retrato de ese momento, fue trazada por el caricaturista León.

Un último ejemplo sucede en el periódico El Quixote, de vida efímera también, donde aparece Díaz pegando a un matraz que dice presidencia, con un palo blanco, que era el sitio donde se reformó el Plan de Tuxtepec con que se evitó la ascensión de Ramón Iglesias a la presidencia.

Caricatura de Gaitán, publicada en el periódico El Quixote en mayo de 1877.

Con imágenes del personaje de Miguel de Cervantes Saavedra, que daba título a esta publicación semanal, cuestionaba las acciones de Porfirio Díaz. Un dato importante es la presencia de quien es uno de los mejores caricaturistas de nuestra historia: Santiago Hernández, que firmaba como Gaitán.

En su reaparición, La Orquesta publica: “El pueblo quiere que valga usted la pena, pero no las penas, y sin ser usted penosa para nadie, traes con los suyos algo muy análogo a las penas del purgatorio. ¿Por qué no se purga usted, d. Porfirio?”

Y en el segundo número, el editorial cita al periódico Combate, “el periódico oficial del gobierno de Tuxtepec” que, sin duda, retrata de cuerpo entero a la sociedad mexicana de entonces (y me atrevo a decir, de ahora): “Gran parte de nuestro pueblo, todo imaginación, todo sentimiento, más gusta que le cuenten mentiras que lo hagan reír, que verdades que lo hagan pensar”.

La prensa de esos primeros años presidenciales de Díaz tiene un comportamiento abiertamente crítico, sin contemplaciones, y Díaz los deja, los seduce, como sucedió, aunque no es caricaturista, con Bulnes, quien se volvería un personaje cercano a Porfirio.

Así transcurrirían esos primeros años de gobierno. La crítica se intensificaría al final de su mandato, cuando hereda el puesto a su compadre, Manuel González. Díaz regresará en 1884, no dejará la silla, y la relación con la prensa satírica será diferente, pero en el imaginario nacional jamás se borrarán sus lágrimas ni su capacidad de control mostrado desde su primera toma de posesión y hasta su salida, en el buque Ypiranga, en 1911.


FOTO: Dibujo del caricaturista Tenorio publicado en la revista La Linterna el 16 de abril de 1877. Titulada “El monstruo del apocalipsis”, en ella aparecen los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, conformados por tres cabezas que pertenecen al mismo Porfirio Díaz. / Colección: Agustín Sánchez González

lunes, 22 de octubre de 2018

Día de muertos. La historia de Posada y la Catrina

Una muy buena entrevista que me hizo Olivia Gam para  https://catrinaperegrina.wordpress.com/2018/10/02/dia-de-muertos-la-historia-de-posada-y-la-catrina/










En los últimos años, La Catrina se ha vuelto tan popular que es común encontrar su efigie en diversos souvenirs, incluso, fuera de la temporada de Día de Muertos. Desde mediados de octubre, la presencia de este personaje cobra mayor fuerza y pasa del papel picado hasta mega procesiones que recorren las principales calles de distintas ciudades. Y si hay que hablar de La Catrina es obligado hacerlo también de su creador: José Guadalupe Posada.
Agustín Sánchez González, historiador y especialista en caricatura mexicana y producción gráfica nacional, arranca la entrevista para ‘Catrina Peregrina’ con una frase que proviene del primer libro que escribió sobre Posada y que usa a menudo cuando habla de él con la prensa: “Posada nació el día que murió Don Lupe”.
“Don Lupe era el hombre que trabajaba en diferentes talleres, imprentas y periódicos. Un señor que a nadie le llamaba la atención y tendría que morir y pasar varios años después de su muerte, para que se conozca a Posada. [Posada] es un fenómeno interesantísimo porque era un ser totalmente desconocido, un hombre al margen del arte. Él estaba fuera de los museos, de los círculos artísticos; era un trabajador, él se consideraba así”.
Sánchez González se adentra en el mundo de Posada debido a una investigación sobre humor gráfico y la identidad de los mexicanos. Un segundo acercamiento se dio al revelar al hidrocálido como un gran creador de imágenes y de una iconografía que retrata la vida cotidiana de México tras la Revolución. En la actualidad, reflexiona sobre un fenómeno que también ocurre con Posada: cómo se puede inventar la historia a través de las imágenes.
“La Revolución Mexicana genera una necesidad de crear una identidad de lo mexicano y parte de esa identidad está en el rescate de la cultura prehispánica, de la cultura indígena en esos años post revolucionarios. Entonces, a Posada se le endosa esta idea de que su obra, sus calaveras, su sentido de la muerte, responde a esta visión. Posada es un gran artista, pero también es un gran invento y una muestra de cómo una imagen puede modificar el entorno del discurso histórico”.
Uno de los rasgos de Posada que despertó la admiración del experto, fue “su capacidad para hacer un retrato de los mexicanos”, por lo que lamenta que se le haya encasillado solo como creador de calaveras.
“Su obra de calaveras es mínima. Hay quien dice que tuvo diez mil, quince mil, veinte mil [obras], las cifras varían de una manera enorme, pero de ellas no hay más de doscientas calaveras. La obra de Posada estaba prácticamente en todas las casas, ricas, pobres y de clase media porque mientras vivió estaba en los libros de oraciones, en las hojas de las fiestas, en las cartas de amor, en los cancioneros, en los juegos de mesa. No había mexicano que no tuviera una de sus hojas”.
El nacimiento de La Catrina
Posada fue un autodidacta y, según detalla el historiador, su formación estuvo influenciada por lo que veía de niño. Su infancia no fue fácil y vivió de cerca una letal epidemia de cólera y otros sucesos trágicos que dejarían huella en él.
“Él nace en 1852, cuando México acababa de perder más de la mitad de su territorio y había una enorme inestabilidad política. En su ciudad natal [Aguascalientes] hubo grandes historias de saqueos, robos y rapiñas. Posada vivía cerca de un cementerio y muy pegadito a la iglesia de San Marcos. En un siglo donde todo esto era mucho más dogmático, obviamente lo marcó”.
Sánchez González califica a La Catrina como un fenómeno muy curioso, pues todo parece indicar que Posada no la vio impresa:
“Estoy convencido de que no vio impresa a La Catrina. Posada hacía calaveras para el Día de Muertos, finales de octubre y principios de noviembre, así que supongo que trabajaba las obras más o menos a partir de septiembre-octubre y se las entregaba al impresor. No sabemos por qué, en 1912, no aparece la impresión de La Catrina, sino hasta noviembre de 1913 cuando Posada ya está muerto”.
Posada muere en la pobreza y el abandono. Sus restos van a dar a la fosa común sin que nadie los reclame. Pasarían varios años para que su obra fuera redescubierta, pero dejaría un legado imborrable en el arte mexicano.
https://catrinaperegrina.wordpress.com/2018/10/02/dia-de-muertos-la-historia-de-posada-y-la-catrina/

domingo, 21 de octubre de 2018

Un siglo de crítica y humor mexicano llega a España


Un siglo de crítica y humor mexicano llega a España


La exposición “‘Cien años de caricatura en ‘El Universal’” reúne 70 piezas originales de Rius, Andrés Audiffred, Helio Flores y otros de los mejores caricaturistas de México del último siglo. Una muestra llena de humor e historia, que se puede ver en La Fábrica del Humor de Alcalá de Henares hasta el próximo 18 de noviembre.

Escrito por  

ALCALÁ DE HENARES, España.- Para celebrar el centenario del diario El Universal, el periódico publicó dos libros en 2016: uno de fotografía y otro caricatura. De este último libro se desprendió la exposición “Cien años de caricatura en El Universal, que llega a la Sala de Exposiciones La Fábrica del Humor a través de la Fundación General de la Universidad de Alcalá de Henares. La exposición permanecerá en la institución hasta el próximo 18 de noviembre.
Grandes artistas mexicanos y de otros países han dibujado para las páginas de El Universal. Autores como Andrés Audiffred, Eduardo del Río (Rius), Helio Flores o Rogelio Naranjo y otros de los mejores caricaturistas del mundo han pasado por este diario. Media docena de estos artistas llegaron a conseguir el Premio Nacional de Periodismo.
Agustín Sánchez González es comisario/curador de la exposición e investigador del Instituto Nacional de Bellas Artes de México (INBA) y uno de los investigadores más importantes del mundo en la caricatura. Además de autor del libro publicado por El Universal, ha diseñado en esta exposición un recorrido por la historia de la caricatura que, según afirma, va de la mano con la de México. Cuenta que el periódico mexicano siempre ha intentado promover la caricatura y la historieta.
La exposición cuenta con setenta y cinco piezas, setenta de ellas originales. Las cinco restantes son copias realizadas por el Departamento de Diseño de El Universal. Sánchez y Julio Aguilar, director de cultura del periódico, explican que contar con estas piezas es una verdadera suerte, pues la mayoría de los trabajos de cartones que se publicaban en los periódicos acababan en la basura.

“Buena parte de la democratización de México se debe a la caricatura”, sostiene el curador Sánchez. Destaca, además, la importancia de la caricatura en épocas en las que la libertad de expresión se ha visto más amenazada en México. Asegura que siempre ha sido una buena forma para “molestar al poder”.
Desde la organización afirman que la relación que une a España con México y el vínculo que se creó entre ambos países a través de sus ilustradores ha convertido a La Fábrica del Humor en el lugar ideal para exponer estos trabajos.
“Es uno de los pocos lugares en el mundo donde se puede respirar la caricatura”, recalca el comisario de la exposición.
“Conocer 100 años de esta historia a través del humor gráfico nos permite entender lo que somos, pues el humor es algo muy serio”, sostienen desde la organización.


Por el fin de los caudillos

  No a los caudillos, si a la pluralidad Agustín Sánchez González Se les mira por las calles en pequeños grupos, portan un chaleco con l...