viernes, 7 de octubre de 2016

El Verdadero nombre de la Catrina

El verdadero nombre de "La Catrina" y otros misterios de Posada


La vida del caricaturista e ilustrador mexicano más afamado de finales del Siglo XIX y principios del XX, José Guadalupe Posada, está construida a base de historias de las que poco se puede comprobar 



Por: Montserrat Arqué 
2 de Febrero, 2012 | 19:37

 A finales de siglo XIX, México vivió un momento de sumo esplendor en el ámbito de las bellas artes, sobre todo en la pintura, escultura y arquitectura, que en la actualidad podemos apreciar en decenas de monumentos arquitectónicos que engalanan distintas ciudades del país. 


En los primeros años del tercer milenio, dichas expresiones artísticas sufrieron un cambio radical, pues dejaron de ser simples expresiones de estética y belleza, para convertirse en un vehículo de denuncia social, basada en una práctica indígena que tuvo gran auge con artistas como Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros: la pintura mural. 


Junto con la figura de los muralistas, surgió otro artista enigmático y que ha sorprendido con su obra, tanto a propios como extraños, de la cultura mexicana y que cada noviembre sale a relucir. Nos referimos a José Guadalupe Posada.

José Guadalupe Posada fue un pintor, ilustrador y caricaturista mexicano, nacido el 2 de febrero de 1852, en la ciudad de Aguascalientes. Desde niño mostró habilidades en el dibujo, por lo que ingresó a la Academia Municipal de Dibujo de su estado. Con 16 años de edad, se convirtió en ayudante y aprendiz de Trinidad Pedroza, uno de los litografistas más destacados de la época.


En un principio, Posada se dedicó a hacer caricatura política; colaboró con diversos medios impresos de la época, algunos famosos tales como El Jicote, que fue el periódico encargado de publicar sus primeras viñetas y difundirlas a todo el público mexicano, cuando contaba con tan sólo 19 años.

Durante un tiempo vivió en León, en donde se desempeñó como docente en la Escuela Preparatoria de la ciudad guanajuatense; posteriormente se mudó a la Ciudad de México, en donde trabajó en distintas editoriales, quedando plasmados sus grabados en varios periódicos de aquella época.

Gracias a esto, su nombre saltó rápidamente a la fama, la cual creció aún más, cuando realizó un trabajo de crítica social y retrató con exactitud las creencias y forma de vivir de la sociedad mexicana, con un sentido del humor y lleno de sátiras.

La obra de Posada es bastante extensa; podemos encontrar caricaturas políticas, de escenas cotidianas, pero la más famosa y la que cada 2 de noviembre es recordada, son las famosas calaveras; las cuales se han convertido en todo un ícono de la cultura nacional.


El mismo diego Rivera alguna vez dijo que este hombre era "el prototipo del artista del pueblo" e incluso, se le considera como el precursor del movimiento nacionalista en las artes plásticas por el resto de los pintores más importantes de la época revolucionaria.

Falleció en el Distrito Federal el 20 de enero de 1913, increíblemente en la pobreza, solo, rodeado de misticismo, a tal grado que fue sepultado en una fosa común, de la cual se desconoce su paradero, ya que nadie reclamó sus restos.

Agustín Sánchez González es un famoso historiador mexicano, especializado, precisamente, en la caricatura que ha sido parte de nuestra historia, siendo el personaje de José Guadalupe Posada, uno de los hombres que más le ha llamado la atención y al cual, le ha dedicado varios años de investigación. 

Sánchez González publicó en 2008, el libro titulado "Posada", en donde tras un arduo trabajo, echa por tierra varias cosas que se daban por aceptadas en la vida del grabador e ilustrado, siendo los más dogmáticos los que rechazan toda la información contenida en este texto.

Según informador.com.mx, así como agusanvh.blogspot.com, estos son algunos de los mitos que rodean la vida, obra y muerte de José Guadalupe Posada, el mejor caricaturista mexicano.

Porfirista y conservador. Según Rafael Barajas, mejor conocido como "El Fisgón", señala que el artista le era leal a Porfirio Díaz, y que creía y practicaba fervientemente sus ideas. Sánchez González no cree en dicha afirmación, pues aunque Posada haya sido un reacio defensor del modernismo, siempre criticó la desigualdad e injusticia social derivada del gobierno porfirista.


El verdadero nombre de "La Catrina". Quizá esta sea la obra más popular y conocida por todos los mexicanos y con la que a Posada se le relaciona en el extranjero. El historiador descubrió que dicha caricatura originalmente fue titulada como "La Calavera Garbancera" y que fue Diego Rivera, quien finalmente le llamara "La Catrina", tras haber inmortalizado dicha imagen en su mural llamado "Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central".


 
No tenía preferencias políticas.

Resulta ser que un grabador de nombre Leopoldo Méndez, publicó en 1892 un dibujo sobre la represión porfirista, en donde retrata a Posada al lado de los hermanos Flores Magón, lo que generó que al ilustrador se le señalará como un anarquista radical. En realidad, jamás conoció ni coincidió con estos personajes de la Revolución y siempre se mantuvo en el centro, tratando de retratar la vida de las personas. 


La muerte relacionada con nuestras raíces indígenas. Se cree que su obsesión con el tema de la muerte, se debe a que desde pequeño estuvo en contacto con ella. Primero, su casa en Aguascalientes se encontraba frente a un panteón, vivió de cerca una epidemia de cólera que cobró la vida de decenas de personas, fue testigo de cuando los bandidos asaltaron su ciudad natal, fusilando y colgando a gente a diestra y siniestra; dichos cadáveres fueron a parar cerca de su casa.


Su segundo apellido no es Ruiz.

Debido a la poca documentación que se tiene del artista, mucho tiempo se creyó que su nombre completo era José Guadalupe Posada Ruiz; Agustín Sánchez tuvo la posibilidad de tener la fe de bautismo de este hombre en sus manos, en donde se percató que en realidad, su segundo apellido era Aguilar.


Su hijo
Se sabía que Posada llegó a la Ciudad de México acompañado de su hijo adolescente, del cual ya nada se supo. Sánchez González averiguó que el nombre del chico era Juan Sabino Posada Vela, que su madre había sido una señora de nombre María de Jesús Vela y que falleció en enero de 1900, a los 17 años de edad, al haber contraído tifo exantemático.

Relación con los Vanegas Arroyo. 

Se ha dado por hecho que José Guadalupe Posada llegó a la Ciudad de México exclusivamente para trabajar en el taller de litografía de la familia Venegas Arroyo. Sánchez afirma que en realidad, quien le invitó a venir a la capital fue Irineo Paz (abuelo de Octavio Paz), por lo que en realidad, el dibujante era una especie de freelance, pues sí que trabajó para los Vanegas Arroyo, pero no de manera exclusiva, pues al mismo tiempo, su trabajo fue publicado en más de 40 periódicos.

domingo, 2 de octubre de 2016

Segunda parte: Cien años de caricatura de El Universal

Este libro, que aparecerá en breve, es una nueva elctura de la historia de la caricatura. Aquí un adelnto del texto que publiqué ayer, 1 de octubre, en el super suplemento de colección
http://www.eluniversal.com.mx/articulo/nacion/sociedad/2016/10/3/el-humor-vuelve-por-sus-fueros

Retrato de mujer en los cincuenta

Este texto lo publiqué hace casi dos décadas en la sección cultural de El Universal, que dirigía Paco Taibo I y hoy, 2 de octubre (jamás se olvida) lo repito como homenaje a la protagonista de la foto



¿A dónde irán las imágenes que se perdieron en el tiempo? Pienso en las miles quizá millones, de fotografías que tomaban los hombres que retrataban a los caminantes de San Juan de Letrán hace todavía unos veinte años y que sólo se enteraba de ello por el flas­hazo nocturno o por las tarjetas con un número que identificaba la foto.

     Tengo frente a mí una de ellas, color sepia. La historia oculta de ese momento nunca la he preguntado. Escrita con tinta azul, está fechada el 20 de noviembre de 1952 y a pesar de su borrón, se deja ver una nota: (ocho años después).
     Una mujer de pelo chino, acaso de permanente, camina con garbo por la Alameda Central. Quizá viene de observar el desfile deportivo, a lo mejor se encamina a una cita amorosa. El grueso tronco de un árbol asoma por una de las orillas del retrato, y las ramas de otro son el fondo.
     Un policía parece seguirla, va vestido elegantemente, lleva corbata y una enorme placa en la cachucha; el azul observa la cámara, mientras la mujer mira hacia otro lado o parece observar cualquier otra cosa, ignorando al anónimo fotógrafo. La mujer lleva el suéter sobre los hombros y su mano izquierda, la única que se observa, está cerrada, como aguardando un futuro que en ese momento se ignora.
Peinado con raya de lado izquierdo, evoca las imágenes de Lilia Prado.
El vestido es ceñido al cuerpo y tiene un cinturón de donde pende, a un costado, una especie de moño apenas visible. Los zapatos llevan unos cintillos alrededor del tobillo y no se alcanza a distinguir si son de punta o chatos, si no tienen tacón alto o corto.

El policía sigue atrás, sin lograr darle alcance, mientras dos hombres se encuentran sentados en una banca, separados uno de otro, distinguiéndose con la vestimenta de cada cual. Uno lleva traje oscuro y zapatos sin bolear, parece viejo, aunque el rostro no se distingue, mientras el otro es un trabajador del fin del sexenio alemanista, cuando se prometía un país mejor.
Frente a la mujer camina un hombre bajito, con go­rra española, saco largo y cuya espalda quedó plasmada en el retrato, en la fotografía que ahora miro, que tiene la fecha del 20 de noviembre de 1952, en el retrato de una mujer de la que tres años más tarde yo habría de nacer.

El policía sigue atrás, inmóvil, quieto, mientras la mujer camina con garbo, con orgullo y en su rostro se mira la alegría de quien sabe que su retrato será comentado más de sesenta años después.

sábado, 1 de octubre de 2016

Cien años de caricatura en El Universal

Hacer periodismo es de un gran gozo, participar en una fecha histórica me llena de felicidad. Estar en el diario que me ha permitido crecer, aprender, decir todo lo que quiero es de un lujo que poca gente se puede dar.

 Ahora mismo pienso en aquella mañana del lejano 1986 en que llegué a la oficina de Don Paco Taibo a ofrecerle un texto y él recibirlo, con aparente desdén, y publicarlo al día siguiente.

El Universal cumple cien años este primero de octubre.

Mi texto, mis textos, aparecieron dos en el suplemento de aniversario, están ahí, haciendo el recuento de cien años de caricatura y muy pronto aparecerá el libro.

Esta es la primera parte de esa historia.



jueves, 29 de septiembre de 2016

Cien años de caricatura y de fotografía en El Universal

Confabulario dedicado a Cien años de caricatura y de fotografía en El Universal

EL UNIVERSAL, la tradición cultural de un periódico centenario

Confabulario TV, coproducción de El Gran Diario de México y Canal 22, transmitirá este jueves su programa dedicado al periódico EL UNIVERSAL, donde han pasado grandes firmas de la cultura en México y que este 1 de octubre de 2016 cumple su primer centenario de informar a sus lectores. Como un repaso de estos 100 años, presentamos una crónica titulada “Un día como hoy, hace cien”, que narra la creación de este periódico el 1 de octubre de 1916 por el ingeniero Félix F. Palavicini. Más adelante damos un paseo a nuestros lectores por los pasillos y talleres de EL UNIVERSAL con la nota “Un día en la vida de EL UNIVERSAL”. En el estudio tendremos como invitados a los historiadores Agustín Sánchez González y José Antonio Rodríguez, encargados del rescate histórico y documental de la caricatura y la fotografía en EL UNIVERSAL, respectivamente, quienes hablarán de sus hallazgos en los archivos de este periódico. El resultado de sus investigaciones se publicará en próximas semanas en dos libros en coedición entre El Gran Diario de México y la Secretaría de Cultura. 

copien el link

http://www.eluniversaltv.com.mx/video/confabulariotv/2016/el-universal-la-tradicion-cultural-de-un-periodico-centenario


https://twitter.com/ConfabularioMx/status/781662600241287168

sábado, 24 de septiembre de 2016

Entre 1994 y 2016

Este texto lo publiqué en 1994, en el periódico  El Financiero, pocos días después de las elecciones presidenciales que ganó Ernesto Zedillo Ponce de León. ¿Cómo se lee hoy, en 2016, a 22 años?


ESTO ES MéXICO  
¡Qué pena que sea así todo siempre...!
AGUSTÍN SáNCHEZ GONZáLEZ


¿Quién lee diez siglos de Historia y no la cierra al ver las mismas cosas de siempre con distinta fecha?

El viejo y querido León Felipe. Reviso periódicos viejos cotidianamente. Eso hago. Luego escribo libros de historia para divertirme y burlarme un poco de la desmemoria cotidiana. 

Los mismos hombres, las mismas guerras, los mismos tiranos, las mismas cadenas, los mismos farsantes...

 Sumergirse en un mar de periódicos viejos, de libros tan antiguos. Los muertos de otros tiempos que siempre están presentes. La vida cotidiana es irreconocible sin ellos, pero la memoria, tan torpe, sólo sirve para olvidar. Los sucesos del diario siempre vienen acompañados de su pasado inmediato.

Pero nadie quiere recordar. La vieja utopía decía que el futuro luminoso nos acompañaría para siempre. El hombre nuevo estaba por llegar.
Pero todo sigue igual, o peor. Seguimos sin aprender, y los tiempos preposmodernos en que vivimos han convertido nuestro cerebro en un disco duro, pero no como el de las computadoras; sino, tal vez, de piedra. Ahí están los votos de agosto pasado, que lograron que por primera vez en mi vida sintiera pena por ser mexicano. La historia, la maestra de la vida, está reprobada.
Nadie se quiere acordar de ella, nadie quiere aprender. Todos repiten lo mismo y, como vil canción de José José, cantan: "Ya lo pasado, pasado. No me interesa...". Nos molesta la memoria Hoy quisiéramos no recordar lo que sucede cotidianamente, la miseria que arrastra nuestra existencia a una situación de suicidio colectivo, la histeria colectiva que sustituye a la historia.
Muchos de aquellos que hablaban de un mundo nuevo, que se reconocían en el material dialéctico, hoy se identifican, más bien, con la dianética.
Las palabras cambiaron de sentido y la memoria sólo recuerda lo inmediato, lo que graciosamente nos regala la televisión. Donatello, Rafael, Miguel Angel y Leonardo son vulgares tortugas, gracias a las cuales los adolescentes de hoy conocen el concepto de camarada.

¡Qué pena que sea así todo siempre, siempre de la misma manera!. Otra vez, León Felipe.
Andamos a la deriva y todo por desmemoriados, por no recordar que lo que sucede es producto de la irreflexión, de la creencia de que todo habrá de cambiar gracias a la nada, gracias a que hemos olvidado todo.
La historia sirve, decían los antiguos, para no repetir los errores del pasado. Pero, por desgracia, vivimos en una sociedad sin memoria, que no recuerda que la desgracia social se repite una y otra.

Quizá por eso, Rosario Castellanos escribió: Recordar, recordemos, hasta que la justicia se siente entre nosotros.
Quizá por eso, la gente que escribimos de historia queremos burlar la desmemoria de un país tan desmemoriado como el nuestro. 
Esto es México, con una sociedad que a finales del segundo milenio apenas si recuerda que nunca ha vivido bien y que por ello no quiere recordar, como aquel borracho que se emborrachaba para olvidar lo que ya había olvidado: entre las brumas del alcohol, tan sólo, solo sabía que brindaba por lo que ya no existía; pero también por la cruda tan tremenda con la que se despertaría al día siguiente...

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Memín en el MUREF



“Memín Pinguín” llega con sus historias al Muref





     

    La exposición se titula "Memín Pinguín: México a través de la historieta" dedicada al personaje de caricatura que marcó la época de oro de ese género en el país.
    Durante la ceremonia inaugural, el delegado del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Jorge Carrera Robles, se refirió a las historietas de Memín Pinguín como un elemento aglutinador entre las culturas mexicanas.
    "Muchos de nosotros aprendimos a leer en estas historietas", dijo al tiempo de explicar que esta exposición es un retrato de los años 60 que invita a ver elementos que en ese tiempo, unían a una serie de comunidades dispersas a lo largo y ancho del país.
    Mencionó también que en aquellos años, además de Memín, había otros personajes e historietas que cuestionaban la conciencia nacional haciendo una crítica puntual hacia ciertos grupos políticos de México y las situaciones.
    "Todas estas historietas forman parte de una cultura popular. Hoy tenemos la oportunidad de conocer un trozo de nuestra historia nacional que marcó una forma de ser y de pensar, y que hoy por fortuna la tenemos aquí para disfrutarla", declaró.
    La exposición, que estará en este recinto hasta el 11 de septiembre, consta de material original en cartones e historietas, así como figuras de los personajes.
    Además, se presentan datos importantes como las interpretaciones del curador, Agustín Sánchez González, con respecto al impacto de este personaje en la sociedad mexicana, información acerca de su origen y supuesto desenlace.
    Liliana Fuentes Valles, directora del Muref, dio la bienvenida a los asistentes, invitándolos a recordar a este pequeño personaje por medio de esta exposición, y refirió que seguramente marcó etapas en la vida de muchos de los presentes.
    Con el objetivo de destacar la importancia de la caricatura como patrimonio cultural y resaltar su influencia en la sociedad mexicana, esta exposición se realiza a través del Patronato Amigos del Muref y el Centro INAH Chihuahua.
    Estará en Ciudad Juárez durante poco más de tres meses, dando oportunidad a los visitantes de retroceder en el tiempo a través su recorrido, pudiendo palpar, leer y disfrutar las historietas en el espacio de lectura.
    El personaje de Memín Pinguín nació en 1943 como parte de las historias de "Pepín", una publicación de novelas gráficas de donde surgieron otras grandes historietas como "La Familia Burrón", la cual revolucionó la lectura en México por sus grandes tirajes.
    Esta primera aparición de Memín tuvo como título original "Almas de niño". Fue concebida originalmente por la escritora Yolanda Vargas Dulché y dibujado por Alberto Cabrera, más no logró tener mayor impacto y el personaje desapareció de la revista.
    Veinte años después con Sixto Valencia como su dibujante, reapareció Memín Pinguín causando un gran impacto en la sociedad mexicana de aquellos tiempos.
    Se consolidó como una importante influencia dentro de la cultura popular y un referente de la época de oro de la historieta en México.
    El curador de la exposición, Agustín Sánchez González, presentó anteriormente la conferencia "Breve recorrido histórico de la caricatura y la historieta en México. Borola Tacuche y Memín Pinguín, dos figuras eternas", en donde habló acerca de la influencia de ambos personajes a lo largo de los años.
    La exposición "Memín Pinguín: México a través de la historieta" se presenta en la sala central del Muref, ubicado en la Zona Centro de Ciudad Juárez.

    Por el fin de los caudillos

      No a los caudillos, si a la pluralidad Agustín Sánchez González Se les mira por las calles en pequeños grupos, portan un chaleco con l...