lunes, 23 de marzo de 2015

Colosio. La invención de un héroe

Todo cabe en un barrilito
Han pasado 21 años del asesinato de Luis Donaldo Colosio, un político que era el candidato del PRI a la presidencia en las elecciones de 1994. Ese es uno de los sucesos más lamentables de nuestra historia reciente. Nadie puede aplaudir un crimen.

La muerte de Colosio, en ese momento, se sumaba a una serie de circunstancias históricas raras: el levantamiento zapatista, que no fue ni uno ni otro, el asesinato por confusión, al Cardenal Posadas, de Guadalajara, y el otro crimen a mansalva de Juan Francisco Ruiz Massieu.
Año difícil ese último año de gobierno de Carlos Salinas de Gortari, un siniestro personaje que gobernó este país de 1988 a 1994, tras perpetrar un monstruoso fraude electoral en las elecciones de 1988 con la complicidad de Maneo Bartlett quien es, paradójicamente, el más fiel escudero del principal opositor del gobierno actual: André Manuel López Obrador.

Como decía una serie radiofónica del crimen Nadie sabe, nadie supo. Se encuentra en prisión el asesino material, pero de lo demás, nada, nunca nada.
Colosio se convirtió en una suerte de supehéroe para mucha gente, para otros, como yo, fue un priista más, un hombre con mala suerte y que lamento su muerte, sin duda.


Un cartón publicado por Helioflores el año de 1994 retrata muy bien la ficción de querer convertir en héroe a este personaje. 

sábado, 21 de marzo de 2015

Ochenta años de Óscar Chávez

Óscar Chávez cumplió 80 años. Hace 9 años, el Auditorio Nacional convocó a un concurso de crónicas en el cual obtuve una mención honorífica con este trabajo que después publiqué en La Jornada Semanal.
Lo retomo como un homenaje a este gran juglar prepostmoderno...
¡¡Felices 80!!

Ah, pueden escuchar a Óscar mientras lo leen


Agustín Sánchez González

Un Óscar al Auditorio

"Voy a buscarte, voy a encontrarte"... Se dice fácil, pero hará ya más de un tercio de siglo que lo vi cantar por vez primera. Por esos días dibujé a Mariana.
"Fuera del mundo". Estaba, estábamos, en una bodega, muy cerca de los rumbos del Teatro Blanquita. Eran los estudios del viejo Canal 13. Jorge Saldaña presentaba su programa "Nostalgia", y yo como si nada, había entrado a la estación sin que nadie me detuviera o siquiera preguntara ¿a dónde va?
Un hombre vestido con pantalón y camisa negra me asombró. "Me quisiera comer un panecillo con azúcar y canela muy caliente". Los ojitos se me hicieron agua de la pura emoción. Óscar Chávez.
"Yo andaba buscando la muerte, cuando me encontré contigo." La sonoridad del Auditorio Nacional. "Por ti yo dejé de pensar en el mal."
¡Muchas veces quise cantar como él! ¡Cuántas, he mirado la misma historia en el mismo lugar! La ciudad ya no es la misma, pero sigue teniendo el mismo doloroso encanto.
Por entonces no existía la estación del metro Auditorio y un autobús nos hacía llegar del metro Chapultepec hasta acá, aunque la mayoría de las veces echábamos a andar. Cuántas historias desde entonces.
Mariana tenía nombre de una canción de Óscar, con ella caminé una noche oscura por Paseo de la Reforma, después del concierto, con la dulce y tenue esperanza de convertirla en mi amor.
Acaso la historia no es más que el recuento de los tiempos, el cantar de gesta, el retrato de un mundo que ya no fue. Es la vida de los medios: en estos años hemos pasado del disco de acetato de treinta y tres revoluciones por minuto, al MP3, pasando por el cassette y el CD.
"Por ti bella Mariana, por ti lo puedo todo, el mundo entero si me mandas te lo pongo de otro modo."
Óscar Chávez con su imponente voz, entonando cantos de un guerrero que rinde un homenaje al amor, a la patria, a nosotros, a cada cachito de espacio que nos han dejado. Son aquellas notas que repican hace... pongamos treinta o cuarenta años.
Desde la primera vez que lo vi, hasta hoy, el mundo ha dado más de diez mil vueltas. La piel se arrugó un poquito, el cabello se fue para siempre, pero Óscar sigue ahí, fuera del circuito comercial y dentro del corazón de miles que vamos una vez al año al Auditorio, cual si fuera manda o peregrinación, a escucharle las mismas canciones que son, a la vez, nuevas interpretaciones.
Mariana. Leímos juntos Cien años de soledad y disfrutamos escuchar Macondo, con Óscar. Sentimos mariposas amarillas la segunda vez que la invité al Auditorio. También descubrimos a Octavio Paz, a través de la historia del hombre muerto.
"No acabarán mis flores, no cesarán mis cantos." Toda la ciudad sonaba de maravilla cuando escuché decir a Óscar que era un homenaje a esta urbe tan terroríficamente hermosa.
Entonces, como siempre, el trío Los Morales posó y tocó a su lado, lo acompañaron con el gusto de los amigos que se encuentran a cada rato y celebran la comunión a través del canto, la música, el amor y todo lo demás.
"No se puede ser de derecha y que te guste Óscar Chávez", decía enojada Mariana a una de sus amigas, hija de un prominente panista. Y es que Óscar, además, ha sido consecuente con un discurso político de izquierda. Treinta años después, cuando las críticas a Castro arrecían, la gente sigue pidiendo "de tu querida presencia, Comandante Che Guevara".
"La casita", ha sido un símbolo permanente para protestar por la corrupción de nuestros políticos, además de las decenas de maravillosas parodias, cuando la parodia no llegaba a la televisión y resultaba harto peligroso hacer la crítica del poder, como cuando canta al angelito que murió por culpa del sistema social "que nos mata de a poquito".
¡Cuántas cosas! Cuántas imágenes recreadas mientras cierro los ojos, un sábado 27 de agosto, día de Santa Mónica, cuando Óscar estuvo de nueva cuenta en el Auditorio, en 2005.
Cierro los ojos y miro el transcurrir de la vida a través de la voz de quien parece que se ha impregnado en nuestra piel ya para siempre. "Pensamiento, dile a fragancia que yo la quiero."
Un día Mariana se despidió (qué decente soy para decir que me dejó). Me escribió una carta que decía que cuando escuchara a Óscar Chávez, ahí estaría ella y que, además, si caminara por Paseo de la Reforma, una de esas noches veraniegas y lluviosas de agosto o septiembre, ella me acompañaría, muy silenciosa, sin interferir si yo fuera con alguien. "De ahí tengo el corazón en dos mitades partido."
Óscar Chávez ha recorrido el Auditorio de arriba a abajo, ha cantado cientos de canciones, ha unido a decenas de parejas y más de uno, estoy seguro, hemosinventado, con o sin su venia, alguna frase, alguna canción para decirle a la otra algo muy quedito, de nuestro amor.
Mariana se marchó, no apareció más. Tuve suerte, pues aunque sufrí un buen, no me morí de amor, como la niña de Guatemala.
Con las lluvias llega Óscar al Auditorio. Antes de marchar al viejo bosque, escuché el nuevo-viejo disco, Tropicanías de hace veinte años: "Era que todo fue un sueño, pero logré mi empeño porque te pude besar."
Paréceme que lo mejor es decir, como al Che, hasta siempre, pues "aunque han pasado los años, nunca ha pasado aquel día" y Óscar, localizable los 365 días del año, me tiene marcado.
La luz se apaga, el silencio llega y la voz de siempre suena y resuena en el Auditorio y entonces, como cada año, el fantasma de Mariana es invocado, mientras la gente es convocada a cantar, a corear, a gritar, a emocionarse y a que la piel se ponga chinita chinita pues otra vez estás, como siempre, querido Óscar Chávez...

http://www.jornada.unam.mx/2006/09/03/sem-oscar.html

miércoles, 18 de marzo de 2015

Las caricaturas del Tata

Uno de los grandes mitos de nuestra historia es sacar a Lázaro Cárdenas de la maldad de los gobiernos revolucionarios. 

Afirmar, por ejemplo, como dice Rius, "Con Cárdenas volvió la libertad de prensa, y en revistas como El Tornillo, los caricaturistas De la Mora, Reyes y López Ramos se dieron vuelo contra el presidente, quien aguantó todo sin meterse con la prensa (excepto Rotofoto, la revista donde Pagés  Llergo publicó "fotos intimas" del Gral. Cárdenas".


Lo que Rius no sabe, es que El Tornillo fue un periódico marginal, con tiraje mínimo y escasa circulación, en cambio los grandes diarios nacionales mostraron una caricatura sin ninguna crítica, más bien ñoña.

En un breve ensayo, La caricatura del siglo XX, publicado por la revista Zócalo, señalo acerca de la gran pobreza de la caricatura de entonces.

 "La expropiación petrolera, por ejemplo, pasó desapercibida para los caricaturistas de los diarios nacionales, sólo Carlos Inclán hizo un chiste, en La Prensa, días después: Dos personajes aparecen y uno pregunta: “¿Y a Ud. Como le cae eso del petróleo crudo?” El interlocutor, responde: “No sé, yo, crudo, lo que prefiero es el tequila”.  Este era el tipo de chistes que hacían los caricaturistas de entonces".


Cárdenas, inserto en el presidencialismo mexicano, fue intocable por los caricaturistas de los diarios nacionales y ello sucedió hasta que dejó de ser presidente y, subrayemos, criticó al gobierno mexicano e impulsó el apoyo a Cuba, entonces si fue cuestionado y caricaturizado.



En el libro Lázaro Cárdenas en caricatura, ayer y hoy, publicado en 2008 por el Instituto de Cultura de Campeche publiqué esta y otras reflexiones en torno a ese momento histórico. Sin aura presidencial y sin bendición del presidente en turno, volvió a ser infalible.

lunes, 16 de marzo de 2015

La torpe torpeza de MVS

Aunque estoy convencido de que Carmen Aristegui ni es una paladina indispensable, ni es la única voz crítica de México, ni mucho menos la reina del beutiful, si creo que es una voz importante en México y que si ha sido callada por el poder es una torpeza del tamaño de la estupidez que habrá que reprochar y criticar y cuestionar.

La visión visceral con que se maneja la política en México, de todas las bandas y de todos los grupos de poder, a veces no permite visualizar con claridad nuestra problemática, nuestra visión de bueno y malo, blanco y negro.

Leo a AMLO santificando: “Los cinco espacios libres e independientes son el de Carmen Aristegui, el noticiario de radio de Jacobo Zabludovsky, el semanario Proceso, así como los periódicos Reforma y La Jornada. Este último es el más independiente y cercano al pueblo”. (Para que vean que es de sabios cambiar de opinión: hace unos meses acusó a Proceso de mala leche)

Hay un vergonzoso silencios de los partidos políticos y de los mismos políticos, artistas e intelectuales.

Hay, al menos, una posición de algunos periodistas, ojalá aparezacn textos interesantes como el de Raymundo Rivapalacios  http://www.ejecentral.com.mx/aristegui-y-el-huevo-de-la-serpiente/, aunque tampoco faltaran la ingenuidad como de quienes, de una manera absurda, ya postulan a Carmen como candidata a la presidencia.

De cualquier forma, no es sano para el país la censura o, cuando menos, callar al otro grupo de poder. (Y es que no creo que sea la voz independiente y crítica que muchos dicen, sino la voz de sectores de poder)

Callar a un grupo, es romper las normas democráticas en un país donde estas normas cada vez están mas endebles y donde pareciera que sólo son soportabes si vienen acompañadas de violencia como la de la CETEG o la CNTE.

Este país requiere diálogo, ni odios ni estridencias, muchos menos violencia.

sábado, 14 de marzo de 2015

El nacimiento de Tenochtitlán, según Posada

Con motivo del aniversario del nacimiento de la ciudad de México, les muestro la imagen creada por José Guadalupe Posada para la Biblioteca del Niño Mexicano.



La Biblioteca del Niño mexicano, publicada por Editorial Maucci,  es una de las primeras grandes proezas de edición al imprimir una colección de 111 cuadernillos que contenían, por vez primera, la historia de México contada para los niños.Fue publicada entre 1899 y 1901 en la ciudad de Barcelona, con un asombroso tiraje de un millón de ejemplares.

La colección está conformada por ciento diez cuadernos; se divide en tres periodos: prehispánico, colonial y la contemporánea, con una clara idea de nacionalismo y que concluía con el porfirismo, como determinación del progreso.
Los textos fueron escritos por Heriberto Frías, un gran narrador, autor de una obra clásica de las letras mexicanas: Tomochic.
Nadie mejor para realizar las portadas que José Guadalupe Posada, un hombre cuyo trabajo estaba diseminado por toda la sociedad. Cabe hacer notar que sólo firmó cinco portadas: La Princesa Axempaxochitl o La Orgía del Tirano, Maximiliano de Austria o Un imperio efímero, El Sitio de Querétaro o El Cerro de las Campanas, Los voluntarios del Bajío o Las Jornadas heroicas, y en El Cinco de Mayo de 1862 o El Sitio de Puebla.
Si bien el resto no está firmado, no hay duda que fueron realizados por Posada, pues su estilo es inconfundible. Las portadas fueron realizadas a color y en el interior se imprimieron por lo menos un par de grabados en blanco y negro que reforzaban el texto. La mancuerna Frías-Posada generó una obra poco conocido, mucho menos estudiada. Este material es, sin duda, una de las grandes aportaciones de Posada para la vida mexicana.
El Instituto Cultural de Aguascalientes, recientemente publicó la primera edición facsimilar completa de esta colección, en una edición muy cuidada y de gran elegancia, tomada de la colección de Mercurio López y con un breve estudio introductorio de Helia Bonilla y Marie Lecouvey.

jueves, 12 de marzo de 2015

El cartón de septiembre de 2013. Santiago R de la Vega




EL CARTÓN DEL MES


En julio de 1913, cinco meses después del golpe de Estado a Francisco I. Madero, muchos países habían reconocido al gobierno de Victoriano Huerta, pero no Estados Unidos. El presidente Woodrow Wilson, quien había tomado posesión de su cargo el 4 de marzo de ese año, pocas semanas después de la Decena Trágica, sustituyó al embajador Henry Lane Wilson por considerarlo partidario de Huerta y hasta cómplice de la muerte de Madero. Incluso envió una comisión especial para investigar el caso, pero Francisco León de la Barra, secretario de Relaciones Exteriores, se opuso si antes no se reconocía a Huerta (Alicia Mayer, “Wilson y la diplomacia norteamericana en México”, 1989).
Santiago R. de la Vega, un espléndido caricaturista originario de Monterrey, dirigía en 1913 la revista “Multicolor”, una de las publicaciones emblemáticas de la caricatura mexicana, que había sido una piedra en el zapato del maderismo. En este cartón impreso en la portada de la revista, De la Vega muestra a un típico sombrerudo retando al Tío Sam y gritando que no podrá con México. En esa época Multicolor se había asociado al huertismo, rompiendo con la idea de que la mejor caricatura es siempre antigubernamental.

Agustín Sánchez González; El cartón del mes, Relatos e Historias en México 61.

Santiago Hernández: de Niño Héroe a caricaturista genial

La Jornada Semanal, 8 de octubre de 2008

Santiago Hernández:
de Niño Héroe a caricaturista genial

Agustín Sánchez González


Como casi nunca ha sucedido con los
caricaturistas en la historia, la muerte de Santiago Hernández tuvo un gran impacto informativo; fue noticia, inclusive, en la primera plana de El Imparcial que señaló: “Desde niño se enseñó a defender a la patria”, lo cual resulta sorprendente, pues Hernández fue un crítico político como pocos y, en cambio, este diario era vocero del porfirismo.

También La Patria le dio ocho columnas: “Muerte de un veterano. El último superviviente de los defensores de Chapultepec”; en ese mismo tenor informaban otros periódicos como El Chisme.
Curiosamente, la prensa de su época destacó su historia, pero habrían de pasar muchas décadas para que alguien escribiera sobre su vida y obra, pues también, como la mayoría de los grandes caricaturistas, su biografía apenas se conoce.
En 1954, el grabador Erasto Cortés, uno de los pocos artistas que mantuvo una preocupación por escribir sobre sus colegas, publicó el 1 de agosto de 1954 en El Nacional, un artículo llamado “Santiago Hernández. Gran litógrafo mexicano.” Entonces señaló: “Muy poco se ha escrito sobre este extraordinario litógrafo.”

Es curioso, pues a pesar de la reivindicación de muchos de nuestros artistas, su vida sigue siendo un misterio no obstante las decenas de imágenes que aún existen, y que ahora en una feliz coincidencia pueden apreciarse en el Museo Erasto Cortés, en Puebla, dentro de la exposición Caricatura mexicana del sigloXIXuna colección perteneciente a la Fundación de Arte y Música Multicultural de Northridge (MCMAFN), con sede en California, Estados Unidos, donde podrán verse también obras de Constantino Escalante, Jesús Alamilla y Alejandro Casarín, entre otros.
Santiago Hernández, nacido el 25 de julio de 1832, desde niño tuvo una intensa actividad social, destacando su presencia a los trece años en el ataque y toma del convento de San Francisco, y al año siguiente participando en la defensa del Castillo de Chapultepec ante los invasores estadunidenses.

La nota necrológica sólo destaca la parte militar y heroica, minimizando y olvidando otro aspecto fundamental para su vida: su gran calidad estética que lo llevó a convertirse en uno de los más importantes caricaturistas de nuestro país. “Más tarde cambió la milicia por el lápiz, y como caricaturista colaboró en diversos periódicos de aquella época.”
Su obra comenzó a destacar cuando pintó al óleo los retratos de los Niños Héroes; autodidacta, a la muerte de su padre comenzó a ganarse la vida pintando cuadros, naturalezas muertas, retratos a lápiz e impartiendo clases.
El México caótico que le tocó vivir lo llevó a luchar en diversos frentes, criticando a los conservadores aliados a las potencias imperialistas, pero también a los liberales, con una honestidad combativa ajena a la complacencia política y al dogmatismo tan imperante aún en nuestros días. Ni siquiera Benito Juárez, a quien rendía gran admiración, se salvó de críticas terribles cuando cometió errores o cuando Hernández pensó que Juárez se equivocaba.
Tenemos dos ejemplos; en uno Juárez se asoma al Espejo de la conciencia pública, realizado luego de que el gobierno juarista promulgó las bases orgánicas que le otorgaban poderes extraordinarios. En el espejo está un Santa Anna con nariz de payaso y con un pendón señalando la séptima base. Ese es sería el futuro, señala Santiago Hernández con su cartón: terminar pareciéndose al dictador.
Hernández, al contrario de la mayoría de los caricaturistas, jamás subordinó su simpatía política a la crítica sin tregua, todo lo contrario: cada error político era cuestionado, inclusive de una manera radical.
En Las horas en palacio, Hernández dibuja a un inusual presidente y su gran salario, donde se cuenta cómo pasan las horas Juárez y su gabinete.
Ello no significó jamás que Santiago Hernández fuera un antijuarista, todo lo contrario, ya que no solamente defendió a la patria con el lápiz, pues llegó a tomar las armas ya como adulto al ser perseguido por las huestes de Maximiliano. Entonces se suma a las tropas del guerrillero Nicolás Romero hasta que puede volver a usar su lápiz, en 1865.
Sus dones artísticos fueron intensos; Erasto Cortés señala que “como caricaturista muestra el contenido de su vasta imaginación, ligada a un profundo conocimiento de la litografía. Utilizó la caricatura como arma eficiente para ironizar acertadamente, con alegre expresión convertida en lenguaje de grandes alcances”.
Para Alfredo Guati no hay duda de que Santiago Hernández es el más importante caricaturista mexicano. Sus trabajos claman con urgencia un estudio serio de su vida y obra.
En 1868 Constantino Escalante sufrió un grave accidente y muere; entonces Hernández lo sustituye en La Orquesta, y en ese momento se puede mirar su consolidación como caricaturista, aunque ya desde 1862 había participado en La Pluma Roja La Jácara.
Además de las anteriores, tuvo una presencia importante en innumerables periódicos, como El Palo de Ciego, La Máscara, El Espectro, Juan Diego, Rascatripas, La Pluma Roja, El Ahuizote, El Hijo del Ahuizote, entre otros.
Asociado a Hesiquio Iriarte, Hernández ilustró muchas de las obras escritas por Vicente Riva Palacio, como El libro rojo, Monja, Casada, Virgen y mártir, Martín Garatuza, Piratas del Golfo, Memorias de un impostor, Los ceros, etcétera; también ilustró otras obras importantes, como Historia del ferrocarril mexicano Hombres ilustres mexicanos, El Episcopado mexicano.
No existe un inventario de su obra; es una pena que genios como este hombre esperen el registro y la creación de una biografía que nos permita entender mejor una época tan compleja como la que le tocó vivir.
Imágenes cortesía de la Fundación de Arte y Música 


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Por el fin de los caudillos

  No a los caudillos, si a la pluralidad Agustín Sánchez González Se les mira por las calles en pequeños grupos, portan un chaleco con l...