miércoles, 12 de noviembre de 2014

Entre Quetzálcoatl, Maduro y las Barbies

Ilustración de Aarón Flores para el artículo publicado
en la sección cultural de  El Universal



En los años treinta, el gobierno de Pascual Oriz Rubio, mejor conocido como el caracol (por arrastrado y baboso) determinó sustituir a Los Reyes Magos y a Santa Claus, por Quetzálcoatl. No es broma.

El 27 de noviembre de 1930, todos los diarios nacionales informaban que el licenciado Carlos Trejo y Lerdo de Tejada, subsecretario encargado del despacho de la Secretaría de Educación, declaraba que el presidente Pascual Ortiz Rubio había manifestado su aprobación a la orientación nacionalista que estaban dando a la educación pública.
Trejo y Lerdo señaló, textualmente: "Ayer tuve el gusto de comer con el señor Presidente y durante la comida, estuvimos acordando y me dio la idea de substituir en las tradiciones extranjeras de Navidad -la expresión que no es nuestra- cambiándola por algo esencialmente mexicano. En la fiesta que la Secretaría de Educación celebrará el 23 de diciembre en el Estadio Nacional, destinada precisamente para repartir ropa, dulces y juguetes a los niños pobres -que serán alrededor de diez o quince mil- el símbolo será Quetzalcóatl de nuestras divinidades indígenas, de nuestros apóstoles precursores de la civilización cristiana. Con esto se persigue engendrar evolutivamente en el origen del niño, amor por los símbolos, divinidades y tradiciones de nuestra cultura y de nuestra raza: Quetzalcóatl sustituirá a los Santos Reyes, a Santa Claus y a Noel".

Los reporteros preguntaron: "¿Qué se busca con ese cambio?" .

"Engendrar en el corazón del niño amor por nuestra cultura y nuestra raza", respondió.

Así fue, ni más, ni menos.

La avalancha de comentarios no se hizo esperar: En El Universal, por ejemplo, una lectora cuestionó el hecho: "¿Vamos a acostar a Quetzalcóatl en el pesebre de Belén y rezarle en idioma náhuatl?" (Bueno, setenta años, después la rata conocida como Marcelo Ebrard hasta obligó a sus funcionarios a ladrar en nahuatl)

Los comerciantes aprovecharon la situación: "De los magos, de Santa Claus o de Quetzalcóatl, no puede haber obsequio como éste: el refrigerador General Electric", y la Lotería Nacional anunció un sorteo en honor a Quetzalcóatl.

El pitorreo a la propuesta de don Pascual, “nacionalista y revolucionaria”, no se hizo esperar. Un señor Alpuche llevó a cabo una posada en su casa, señala Alfonso Taracena, "levantó un nacimiento en forma nacionalista, con gradas como las de la Ciudadela de Teotihuacán. En vez del portal tradicional, puso las ruinas de Mitla, y adentro, acurrucado, o mejor dicho, enroscado, el dios Quetzalcóatl con dos esclavos chichimecas, encuerados pero con plumas. Por los corredores fue paseado en parihuelas el dios indígena, seguido por los invitados que portaban cazuelas donde ardía el copal. Todos cantaban, acompañados de tambor y chirimías, el canto litúrgico de la revolución que dice: "La cucaracha, la cucaracha, ya no puede caminar porque le falta, porque no tiene, mariguana que fumar.
            Y las posadas se hicieron:
            En nombre de Anáhuac
            te pido posada
            porque así lo quiere
            Lerdo de Teja-
            aaaa, aaaa,
            aaaaada!

Adentro contestaron:
            Oh, Gran Quetzalcóatl,
            dios beligerante,
            Tú y el doctor Atl
            pasen adelaaaaante!
El gran día llegó y en el Estadio Nacional, Quetzalcóatl volvía a sonreír a los pobres mexicanos pobres, que acompañados del cuerpo diplomático, políticos y demás ociosos se congregaron en el Estadio Nacional.
            La escenografía se montó de acuerdo a la fiesta: una gran pirámide prehispánica fue colocada, acompañada de decenas de árboles de Navidad, iluminados con foquitos de colores. En el Templo, se colocó a Quetzalcóatl rodeado de una corte de honor: sacerdotisas, tehuanas, aztecas, indias de Veracruz y de Tlalnepantla. La imagen del dios prehispánico no se representaba como una serpiente, sino como un hombre rubio y barbado, ataviado con un atuendo, tipo arte decó.
 El Presidente Ortiz Rubio llegó al estadio y al momento fue recibido por una salva, mientras la Marcha de Honor era tocada. Al arribar al sitio de honor los acordes del Himno Nacional comenzaron, interpretados por todos los presentes.

 Inmediatamente después, cientos de juguetes, suéteres y dulces, fueron repartidos, y mientras los chiquillos celebraban el regalo dio principio a la fiesta: Melchor, Gaspar y Baltasar arribaron hasta el templo de Quetzalcóatl; enseguida, inició la danza sagrada de los "Voladores" y de los "Cintas", realizadas por más de cien señoritas de los colegios de la metrópoli.

 Para entonces, el Templo estaba repleto de aztecas, chinas poblanas, doncellas, sacerdotisas. Al son de tambores, flautas y demás instrumentos que usaron los habitantes del Anáhuac, todos bailaban rítmicamente, mientras en lo alto de un palo, los "Diablos Voladores", de Papantla, desafiaban el peligro y suscitaban la admiración de todos los presentes, sobre todo cuando las luces de los reflectores se posaron en ello, iluminándolos.

 La festividad terminó llenando de alegría a todos los presentes que, sin embargo, habían salido sin entender nada.

 Los niños estaban felices, llenos de regalos. La fiesta concluyó, pero los chistes continuaron. El Panzón Soto, a finales de ese año, anunciaba el próximo estreno, en el Teatro Principal, de "El año de Quetzalcóatl", mientras un caricaturista señalaba el regalo que el dios prehispánico trajo al pueblo: Pura sombrilla.

Este viejo artículo, que publiqué hace más de veinte años en El Universal, viene a cuento porque el señor (in) Maduro, presidente de Venezuela  acaba de ordenar que todas las niñas venezolanas tengan su Barbie.

"El gobierno de Venezuela impulsó la venta masiva de muñecas Barbie justo antes de la temporada navideña, luego que Nicolás Maduro decretara que su precio de venta sea tan solo US$2,50.

Las clientas desocuparon las estanterías decoradas con de la muñeca icono de la cultura estadounidense, a lo largo y ancho de las jugueterías de Caracas tan pronto se enteraron de que el gobierno ordenó la venta del codiciado juguete a precio de ganga.
María González, una mujer que vive en uno de las barriadas pobres construidas en las montañas de Caracas, pudo adquirir dos Barbies vestidas para ir al gimnasio, que en Estados Unidos cuestan alrededor de US$19.50, y señaló que sus nietas aman las muñecas y que nunca había podido darse el lujo de comprar una."

Es probable que el pajarito que le chifla en su coco duro le haya ordenado que, aunque las monas sean gringas, las niñas venezolanas se merecen una güera. Seguro la consigna será: "Chávez ya, Barbies para todas".

Mala jugada a Botticelli y a Posada




















Continuando con la idea de revisar todas las falsificaciones, errores u omisiones sobre José Guadalupe Posada, hoy les muestra una de las mayores osadías: El nacimiento de Venus, de Botticelli en una espantosa versión atribuida a  Posada.
Sobre decir que no es obra de Posada. Quién sabe como fue a parar y a afirmarse como obra de don Lupe. 
Nada de eso, cuando la vean, pidan al sitio que la publique que la quite si de verdad quiere honrar al gran maestro de Aguascalientes.

martes, 11 de noviembre de 2014

Revueltas. un regalo en el día del libro




Esplendido regalo el que hace, en este día del libro, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

El sino del escorpión, es una esplendida antología de José Revueltas, con prólogo de Eduardo Antonio Parra.


Revueltas es el reverso del intelectual becado y apapachado por el Estado, un hombre integro que pobló la cárcel de este país, sin pose, sin farsa, convencido de las injusticias de este país nuestro.

Lejano a los grupos intelectuales de poder, y al poder mismo, Revueltas vivió cada momento de su vida como un gran creador, un maestro en el arte de las letras. 

Parra escribe: "fue, sin duda, el escritor más personal, solitario, radical, coherente y contradictorio de nuestro país a lo largo del siglo XX".

Hombre que nunca tuvo empacho en criticar, incluso, a la izquierda mexicana, un critico que jamás se dobló pensando en que "con estos bueyes hay que arar" o es lo que tenemos. Ajenos a los intelectuales militantes stalinistas que  son incapaces de respetar al otro, al que crítica, función del intelectual, hasta sus propias creencias.

El sino del escorpión, está conformado por diez cuentos donde muestra su gran maestría. Dormir en tierra, uno de los cuentos que conforman este libro, que este año cumplió setenta años de su aparición, está considerado como una de las grandes obras maestra de la literatura universal.

Corra mañana, vaya a la feria del libro Infantil y Juvenil o acuda a su librería favorita, a recibir este libro, uno de los grandes regalos de los libreros mexicanos a sus lectores.

Tal vez, Revueltas nos de algunas claves para entender este México convulso, de análisis simplones.

Leamos a Revueltas, volvamos a leerlo. Quizá él tenga la llave para entender el sino de este país.

Posada y Vargas Llosa

Acabo de recibir de Cádiz esta fotografía: Mario Vargas Llosa, como José Guadalupe Posada, veranearon en esa espléndida ciudad. 
Vargas Llosa fue uno de los 57 mil asistentes a la exposición Fantasías, calaveras y vida cotidiana, que se presentó en el Castillo de Santa Catalina, en Cádiz, después en el Antiguo Hospital de Santa María la Rica, en Alcalá, y que el 20 de noviembre inauguro en la Embajada de México en Madrid.


sábado, 8 de noviembre de 2014

Elegía


E L E G I A 

Octavio Paz

A un compañero muerto en el frente de Aragón 



Has muerto, camarada, 
en el ardiente amanecer del mundo. 

Y brotan de tu muerte, 
tu mirada, tu traje azul, 
tu rostro sorprendido entre la pólvora, 
tus manos sin violines ni fusiles, 
desnudamente quietas. 

Has muerto. Irremediablemente has muerto. 
Parada está tu voz, tu sangre en tierra. 
Has muerto, no lo olvido. 
¿Qué tierra crecerá que no te alce? 
¿Qué sangre correrá que no te nombre? 
¿Qué voz madurará de nuestros labios 
que no diga tu muerte, tu silencio, 
el callado dolor de no tenerte? 

Y alzándote, 
llorándote, 
nombrándote, 
dando voz a tu cuerpo desgarrado, 
sangre a tus venas rotas, 
labios y libertad a tu silencio, 
crecen dentro de mí, 
me lloran y me nombran, 
furiosamente me alzan, 
otros cuerpos y venas, 
otros ojos de tierra sorprendida, 
otros ojos de árbol que pregunta, 
otros negros, anónimos silencios. 


II 


Yo recuerdo tu voz. La luz del Valle 
nos tocaba las sienes, 
hiriéndonos espadas resplandores, 
trcando en luces sombras, 
paso en danza, quietud en escultura 
y la violencia tímida del aire 
en cabelleras, nubes, torsos, nada. 
Olas de luz, clarísimas, vacías, 
que nuestra sed quemaban como vidrio, 
hundiéndonos, sin voces, fuego puro, 
en lentos torbellinos resonantes. 

Yo recuerdo tu voz, tu duro gesto, 
el ademán severo de tus manos; 
yo recuerdo tu voz adversaria, 
tu palabra enemiga, 
tu pura voz de odio, 
tu tierno, fértil odio, 
tu frente generosa como un sol 
y tu amistad abierta como plaza 
de cipreses severos y agua joven. 
Tu corazón, tu voz, tu puño vivo, 
detenidos y rotos por la muerte. 




III 


Has muerto, camarada, 
en el ardiente amanecer del mundo. 

Has muerto cuando apenas 
tu mundo, nuestro mundo, amanecía. 
Llevabas en los ojos, en el pecho, 
tras el gesto implacable de la boca, 
un claro sonreír, un alba pura. 

Te imagino cercado por las balas, 
por la rabia y el odio pantanoso, 
como tenso relámpago caído, 
como blanda presunción del agua, 
prisionera de rocas y negrura. 

Te imagino tirado en lodazales, 
caído para siempre, 
sin máscara, sonriente, 
tocando, ya sin tacto, 
las manos de otros muertos, 
las manos camaradas que soñabas. 

Has muerto entre los tuyos, por los tuyos. 

A la orilla del mundo 

viernes, 7 de noviembre de 2014

Recordar, recordemos







Poema de Rosario Castellanos

La oscuridad engendra la violencia
y la violencia pide oscuridad
para cuajar el crimen.
Por eso el dos de octubre aguardó hasta la noche
para que nadie viera la mano que empuñaba
el arma, sino sólo su efecto de relámpago.
¿Y a esa luz, breve y lívida, quién? ¿Quién es el que mata?
¿Quiénes los que agonizan, los que mueren?
¿Los que huyen sin zapatos?
¿Los que van a caer al pozo de una cárcel?
¿Los que se pudren en el hospital?
¿Los que se quedan mudos, para siempre, de espanto?
¿Quién? ¿Quiénes? Nadie. Al día siguiente, nadie.
La plaza amaneció barrida; los periódicos
dieron como noticia principal
el estado del tiempo.
Y en la televisión, en la radio, en el cine
no hubo ningún cambio de programa,
ningún anuncio intercalado ni un minuto de silencio en el banquete.
(Pues prosiguió el banquete.)
No busques lo que no hay: huellas, cadáveres
que todo se le ha dado como ofrenda a una diosa,
a la Devoradora de Excrementos.
No hurgues en los archivos pues nada consta en actas.
Más que aquí que toco una llaga: es mi memoria.
Duele, luego es verdad. Sangre con sangre
y si la llamo mía traiciono a todos.
Recuerdo, recordamos.
Ésta es nuestra manera de ayudar a que amanezca
sobre tantas conciencias mancilladas,
sobre un texto iracundo, sobre una reja abierta,
sobre el rostro amparado tras la máscara.
Recuerdo, recordemos
Hasta que la justicia se siente entre nosotros.

Por el fin de los caudillos

  No a los caudillos, si a la pluralidad Agustín Sánchez González Se les mira por las calles en pequeños grupos, portan un chaleco con l...