sábado, 8 de noviembre de 2014

Elegía


E L E G I A 

Octavio Paz

A un compañero muerto en el frente de Aragón 



Has muerto, camarada, 
en el ardiente amanecer del mundo. 

Y brotan de tu muerte, 
tu mirada, tu traje azul, 
tu rostro sorprendido entre la pólvora, 
tus manos sin violines ni fusiles, 
desnudamente quietas. 

Has muerto. Irremediablemente has muerto. 
Parada está tu voz, tu sangre en tierra. 
Has muerto, no lo olvido. 
¿Qué tierra crecerá que no te alce? 
¿Qué sangre correrá que no te nombre? 
¿Qué voz madurará de nuestros labios 
que no diga tu muerte, tu silencio, 
el callado dolor de no tenerte? 

Y alzándote, 
llorándote, 
nombrándote, 
dando voz a tu cuerpo desgarrado, 
sangre a tus venas rotas, 
labios y libertad a tu silencio, 
crecen dentro de mí, 
me lloran y me nombran, 
furiosamente me alzan, 
otros cuerpos y venas, 
otros ojos de tierra sorprendida, 
otros ojos de árbol que pregunta, 
otros negros, anónimos silencios. 


II 


Yo recuerdo tu voz. La luz del Valle 
nos tocaba las sienes, 
hiriéndonos espadas resplandores, 
trcando en luces sombras, 
paso en danza, quietud en escultura 
y la violencia tímida del aire 
en cabelleras, nubes, torsos, nada. 
Olas de luz, clarísimas, vacías, 
que nuestra sed quemaban como vidrio, 
hundiéndonos, sin voces, fuego puro, 
en lentos torbellinos resonantes. 

Yo recuerdo tu voz, tu duro gesto, 
el ademán severo de tus manos; 
yo recuerdo tu voz adversaria, 
tu palabra enemiga, 
tu pura voz de odio, 
tu tierno, fértil odio, 
tu frente generosa como un sol 
y tu amistad abierta como plaza 
de cipreses severos y agua joven. 
Tu corazón, tu voz, tu puño vivo, 
detenidos y rotos por la muerte. 




III 


Has muerto, camarada, 
en el ardiente amanecer del mundo. 

Has muerto cuando apenas 
tu mundo, nuestro mundo, amanecía. 
Llevabas en los ojos, en el pecho, 
tras el gesto implacable de la boca, 
un claro sonreír, un alba pura. 

Te imagino cercado por las balas, 
por la rabia y el odio pantanoso, 
como tenso relámpago caído, 
como blanda presunción del agua, 
prisionera de rocas y negrura. 

Te imagino tirado en lodazales, 
caído para siempre, 
sin máscara, sonriente, 
tocando, ya sin tacto, 
las manos de otros muertos, 
las manos camaradas que soñabas. 

Has muerto entre los tuyos, por los tuyos. 

A la orilla del mundo 

viernes, 7 de noviembre de 2014

Recordar, recordemos







Poema de Rosario Castellanos

La oscuridad engendra la violencia
y la violencia pide oscuridad
para cuajar el crimen.
Por eso el dos de octubre aguardó hasta la noche
para que nadie viera la mano que empuñaba
el arma, sino sólo su efecto de relámpago.
¿Y a esa luz, breve y lívida, quién? ¿Quién es el que mata?
¿Quiénes los que agonizan, los que mueren?
¿Los que huyen sin zapatos?
¿Los que van a caer al pozo de una cárcel?
¿Los que se pudren en el hospital?
¿Los que se quedan mudos, para siempre, de espanto?
¿Quién? ¿Quiénes? Nadie. Al día siguiente, nadie.
La plaza amaneció barrida; los periódicos
dieron como noticia principal
el estado del tiempo.
Y en la televisión, en la radio, en el cine
no hubo ningún cambio de programa,
ningún anuncio intercalado ni un minuto de silencio en el banquete.
(Pues prosiguió el banquete.)
No busques lo que no hay: huellas, cadáveres
que todo se le ha dado como ofrenda a una diosa,
a la Devoradora de Excrementos.
No hurgues en los archivos pues nada consta en actas.
Más que aquí que toco una llaga: es mi memoria.
Duele, luego es verdad. Sangre con sangre
y si la llamo mía traiciono a todos.
Recuerdo, recordamos.
Ésta es nuestra manera de ayudar a que amanezca
sobre tantas conciencias mancilladas,
sobre un texto iracundo, sobre una reja abierta,
sobre el rostro amparado tras la máscara.
Recuerdo, recordemos
Hasta que la justicia se siente entre nosotros.

Alta traición

Alta traición

José Emilio Pacheco

No amo mi patria.
Su fulgor abstracto
     es inasible.
Pero (aunque suene mal)
     daría la vida
por diez lugares suyos,
     cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
     fortalezas,
una ciudad deshecha,
     gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
     montañas
-y tres o cuatro ríos.

Posada y sus fotos

Por muy extrañas razones, desde hace tiempo circula en la red una falsa fotografía de José Guadalupe Posada. No se sabe quien la subió por primera vez pero ahí está, incluso en la falsaria wilkipedia.


De Posada solamente se conocen  dos fotografías:

La primera parece una foto de estudio en donde aparece con su hijo Juan Sabino. Debe ser como 1895 y apareció por primera vez en  el libro Monografía de José Guadalupe Posada





La segunda foto la dio a conocer Antonio Rodríguez, en 1952. En ella, Posada aparece a las puertas de su taller en la Calle de Moneda. Se la ha fechado en 1904, pero debe ser de 1897, pues en 1900, año en que murió Juan Sabino, el hijo de Posada, que aparece enmedio, vivía en el Cuadrante de Santa Catarina, de 1900 a 1906. 



domingo, 2 de noviembre de 2014

El preludio de mi primer Posada, en el lejano 1996

En 1996 terminé mi libro sobre don Lupe, se llamó  José Guadalupe Posada. Un artista en blanco y negro. Cada domingo, el gran caricaturista Apebas, publicaba en la histórica y emblemática sección cultural de El Universal, que dirigía mi querido Paco Taibo.
Ese domingo 27 de octubre fue muy especial al verme en la primera plana de sección, rodeado de dos gigantes: Joan Manuel Serrat, mi cantante favorito  y de siempre, y Carlos Fuentes.


sábado, 1 de noviembre de 2014

La Catrina y las botargas

Hace un año, en 2013, escribí esto:
Calavera publicada en La Patria Ilustrada, periódicio dirigido
 por Ireneo Paz,  abuelo del Premio Nobel, en  1888
.



Estamos a punto de celebrar la Fiesta de Todos Santos y Día de los Fieles Difuntos, una tradición que corresponde al mestizaje mexicano, con aportaciones tradicionales indígenas pero, creo, con una fuerte influencia católica, europea. Queda por aclarar e investigar, más allá del "indigenocentrismo", el peso de las danzas macabras renacentistas, más que los viajes al inframundo mesoamericanos. En fin, también, queda el gigantesco mito de Posada como un fenómeno dedicado sólo a la muerte y, sobre todo, a la Catrina con una exageración tal, que la han convertido, es real, en la Diva de México (así lo nombró el Municipio de Aguascalientes), y corriendo el riesgo de convertirse en una botarga como el Dr. Simi.

El cartón de noviembre. Zapata en caricatura



En el número de noviembre de Relatos e historias de México, publiqué un cartón aparecido en  la revista Multicolor con un Emiliano Zapata vestido de Juan Tenorio, con una crítica feroz y una cuarteta que dice:

Por doquiera que fuí
la razón atropellé
la virtud escarnecí
a la justicia burlé
y a las mujeres vendí.

Yo a las cabañas bajé
yo a los palacios subí
yo os claustros escalé
y en todas partes  dejé
memoria amarga de mi.

Como se puede ver, es un Zapata alejado de la imagen mítica de hoy.



Por el fin de los caudillos

  No a los caudillos, si a la pluralidad Agustín Sánchez González Se les mira por las calles en pequeños grupos, portan un chaleco con l...