miércoles, 2 de julio de 2014

IV Mis libros. Fidel. Una historia de poder

Tras abandonar las clases en el CCH y el trabajo de difusión cultural, a finales de los años ochenta me concentré en uno de mis proyectos soñados: escribir crónica histórica. 

Quería hacer libros para leerse, ajenos a las publicaciones que sólo se encuentran en las academias.

 Había escrito la tesina: Corrientes sindicales en la formación de la CTM. 1936-1937, con la que obtuve mención honorífica y me titulé como licenciando en historia. Esa fue la base para escribir un libro que tuvo una gran resonancia: Fidel. Una historia de poder.
En una de tantas manifestaciones de la época, le platiqué sobre el libro a Federico Campbell y me comentó que Jaime Aljure, estaba buscando un libro así. 

Me dio el teléfono, Aljure me recibió casi de inmediato. Dejé el manuscrito el jueves y el lunes ya estaba listo el contrato. 

Vaya sorpresa. No sólo eso, me dio un jugoso anticipo, nueve millones de pesos de entonces (hoy serían nueve mil pesos) y el libro apareció en la colección Espejo de México, al lado de autores admirados como José Agustín, Cristina Pacheco y Paco Taibo I.

El libro tuvo un gran impacto de inmediato. Carlos Monsiváis, a quien no conocía personalmente, accedió a presentarlo y aunque todo el mundo dudaba de su asistencia (Carlos Por si váis, le decían) fue a la Casa de la Cultura Jesús Reyes Heroles y junto con Samuel León, en una sala abarrotada, presentaron el libro en junio de 1991.



Tuve innumerables entrevista sobre el libro tanto en la prensa escrita como en la radio y hasta en la televisión, con Nino Canún. Fue sorprendente, además, el número de ediciones que salieron y la rapidez con que se vendió. Más de veinte mil ejemplares surgieron de ese libro.
El fenómeno tenía una razón de ser: era la primera ocasión que se  trataba un tema que parecía tan cotidiano pero al que nadie había tratado. Personaje fundamental para entender el autoritarismo priista, creo que por eso fue su éxito.

La Catrina nació en Tepito, Agustín Sánchez González



Escrito por Índice Politíco en . Publicado en Cultura y Espectáculos




Más allá de la Catrina…
CIUDAD DE MÉXICO, 18 de noviembre (Quadratín México).- “La Catrina”, inmortal personaje de José Guadalupe Posada (1852-1913) que ha sobrevivido en la cultura popular mexicana, posiblemente fue realizado en Tepito, señaló hoy aquí el periodista e investigador Agustín Sánchez González (1956).
Entrevistado previo al paseo literario titulado “La ciudad de Don Lupe. Más allá de la Catrina. Imprentas, periódicos y casas donde vivió”, Sánchez considerado uno de los especialistas más importantes en la vida y obra del grabador hidrocálido, refirió que la “Calavera Garbancera”, bautizada así por el muralista Diego Rivera, se piensa fue creada en el llamado “Barrio Bravo”.
Dijo que en la Avenida de la Paz número 6, lo que hoy es Jesús Carranza, casi esquina con Granaditas, donde se encontraba una vecindad, hoy un complejo habitacional, Posada dibujó su obra cumbre, el grabado de La Catrina.
“Parece ser que fue ahí, pues fue de las últimas obras que realizó en ese lugar, pues murió en Tepito en enero de 1913”, detalló.
Acompañado por un grupo de personas y a propósito del centenario luctuoso de este artista popular, visitaron los lugares donde habitó este cronista gráfico en la Ciudad de México, desde que llegó a los 36 años de edad, en el año 1888, hasta 1913, año en que murió.
Se visitaron las distintas casas donde habitó, la vivienda donde murió en Tepito, pasando por las casas en donde estaban las imprentas y periódicos donde trabajó.
Es un recorrido por las diversas casas que he ido descubriendo a lo largo de casi 20 años de investigar a Posada. Por lo general se hablaba de la casa que está en la calle de Moneda y donde hoy se encuentra el Palacio de la Autonomía.
Según González, ahí, hubo una vecindad que Justo Sierra derrumbó en 1910 y ahí más tarde se creó la Universidad.
Enseguida se trasladaron a la calle de Moneda No. 5, hoy convertida en una tienda de accesorios y “chácharas”, entre Santa Inés y Correo Mayor. El recorrido continúo en la calle de El Carmen número 6, hoy también convertida en una tienda de accesorios de belleza.
Más tarde, se trasladaron a la calle Del Carmen 47, hoy un café de chinos y lugar en donde los grabadores Ángel Zamarripa y Erasmo Cortes, mandaron a poner una modesta placa de cemento en la que aseguraban que Posada había muerto en dicho lugar, lo cual es falso, a decir del propio González.
El recorrido entró en la recta final cuando se trasladaron hasta la calle de Nicaragua, entre Brasil y Perú, lugar donde murió su hijo, Juan Sabino, a los 17.
“Aquí tuvo su taller e hizo muchos de los carteles que hoy resguarda el Archivo Histórico del Distrito Federal”, señaló.
El paseo concluyo en el barrio de Tepito, en avenida de la Paz número 6, lo que hoy es Jesús Carranza, casi esquina con Granaditas, lugar donde dijo, murió el artista.
Para Sánchez, la idea de este paseo, es insistir en las facetas desconocidas de Posada, en tratar de desmitificarlo un poco en el sentido de su propia grandeza, en descubrirlo antes de que se convirtiera en un mito, cuando se le conocía simplemente como don Lupe, señor que hacía sus dibujos por doquier.

martes, 1 de julio de 2014

La cueva de Altamira, en Madrid

Uno de mis grandes sueños, muchisimos por cierto, ha sido conocer las Cuevas de Altamira. Hace unos años leí que el paso estaba restringido. En el sitio oficial, señala:


La cueva de Altamira no está abierta a su visita. Desde el año 2012 se desarrolla un Programa de Investigación para la Conservación Preventiva y régimen de acceso a la cueva de Altamira. Entre otros objetivos establecerá si es compatible su adecuada conservación con algún régimen de visita pública que, en todo caso, será muy limitado y sujeta a control absoluto.
El Patronato del museo, tras su reunión de enero de 2014, ha informado del inicio de una fase del Programa de Investigación que incluye visitas experimentales: sólo un grupo a la semana de cinco personas acompañadas de un guía del museo. También ha aprobado que próximamente y hasta agosto se ofrezca participar aleatoriamente en estas visitas experimentales a las personas presentes en el museo cada uno de esos días, por lo que no es posible admitir ninguna petición o inscripción previa.

Grande fue mi sorpresa al enterarme que en el Museo Nacional de Arqueología existía una reproducción de las cuevas y tras el regocijo, me encaminé con rumbo a la Biblioteca Nacional, dado que el recinto se encuetra a sus espaldas.

Sólo visité un par de salas e hice un veloz recorrido por otras, dada la restricción del tiempo que tenía. Me encontré con un lugar interesante, buena museografía pero con bastantes problemas en la señalización de la circulación.

No obstante, el museo me generó muchas inquietudes acerca del ser del mexicano.
    ¡Si, desde allá!

Y es que la gran mayoría de los mexicanos se niegan a reconocer otro pasado que no sea el indígena y otra minoría, que lo niega. 

Unos cuantos pensamos que la grandeza de la cultura mexicana parte de ese arco iris cultural del que venimos. 

Tenemos una herencia europea, pero no sólo de España: griegos, celtas, romanos, fenicios, cartageneros, árabes, judíos; una parte africana por los esclavos que llegaron de ese continente, arrancados ferozmente de sus tierras, y nuestra herencia prehispánica, más allá de los mexicas (yo me siento más orgulloso de los mayas, por ejemplo)

Vuelvo a la Cueva: entrar en ese espacio, mirar un enorme espejo donde admirar la obra tal vez incidental que hizo alguien, equis, y que nunca se imaginó que muchisimos años después los seguíamos admirando.

Mirar la Cueva de Altamira, aun en esa reproducción, me provocó un agradable efecto, un sueño cumplido, como cuando miré la Esfinge y las Pirámides de Egipto, el Guernika de Picasso, La Piedad o la Capilla Sixtina de Miguel Angel o cada que miro nuestra pirámides, en Teotihuacán, el Templo Mayor o las ruinas mayas.






1. Posada en el periodismo. El Jicote

La primera caricatura de Posada, en El Jicote.



 En esta primera caricatura que se le conoce a Posada, aparecida en El Jicote, el 11 de junio de 1871retrata al médico homeópata Juan Alcázar, entonces diputado y que fue director del Hospital Civil de Aguascalientes. Monta un asno que es igual que él y sus camaradas. La jeringa que cuelga del burro era el nombre de la revista de este grupo. El ataúd que carga tiene la fecha de 1861, año de una plaga que Alcázar no pudo detener. La muerte posa vitoriosa. Un Jicote acosa el rostro del médico. Es notoria la influencia de Constantino Escalante y de Santiago Hernández en la obra del joven Posada que tenía 19 años cuando apareció esta publicación.

I Posada en el periodismo

Posada tiene una destacada presencia en el ámbito del periodismo nacional, basta señalar que participó en publicaciones de Aguascalientes, León y en la ciudad de México. Pero además, s ehan localizado periódicos de otras ciudades de la república donde hay obras de Posada, como Querétaro o Zamora, Michoacán.

Muchos de los periódicos fueron publicaciones marginales y otros de gran importancia como los que realizaron personajes como Ireneo Paz, un gran escritor tapatío, abuelo de Octavio Paz. 

En algunos sólo realizó la cabeza del periódico, en otros, hizo caricatura de espectáculos, deportes, nota roja, arte o anuncios. 

Posada participo durante mas de cuarente años en la prensa nacional y llegó a colaborar en más  de setenta publicaciones periódicas; algunos títulos que se pueden mirar aquí son: El Jicote, El Padre Cobos, El Chile Piquín, El fandango, Fray Gerundio, El Popular, El Gil Blas, El diablito rojo, Juan Cuerdas, El Chisme, El Hijo del Fandango, El Paladín, La Guacamaya,entre otros.

     Recuperar su trabajo en el periodismo es una asignatura pendiente en su historia, es el momento de dejar atrás su obra conocida y mostrar al artista que aún está por descubrirse y a una obra que se encuentra por todas partes.  Conocerla nos permitirá entender mejor lo que somos.

Este es El Jicote. Periódico hablador, peor no embustero, redactado por un enjambre de avispas. Se publicó en junio de 1871, cuando Posada tenía 19 años y es la obra más antigua que se le conoce.

lunes, 30 de junio de 2014

Comida Manchega en Palomera (Cuenca)

Visitar España es salir a las pequeñas y grandes ciudades. Tener amigos como Manolo Junco es un privilegio. Amante de su país, de sus costumbres, de su gastronomía, cada visita allá es conocer sitios que difícilmente, como turista, se encontrarían
Hace unos días fuimos a Cuenca, a ver el Museo de Arte abstracto y luego buscamos un sitio para comer. ¡Vaya sorpresa!, llegar a un pequeño caserío, en Palomera, bueno, ellos le llaman municipio.

Se encuentra a unos cuantos kilómetros de Cuenca, disfrutado un paisaje maravilloso llamado el paseo del Huécar y pasando Molinos de Papel. Apenas se entra al pueblo y se encuentra este hostal-restaurante.


La comida es una delicia. Comida de pastores, sabores manchegos tan diferentes a los que se come en las grandes ciudades: En su sitio dice: "Su carta está llena de olores y sabores manchegos. Entre los platos que destacan está el morteruelo, el  ajoarriero, el pisto y el zarajo y muchos otros platos típicos y deliciosos".

Morteruelo:  es un plato fuerte, pesado, con diversas carnes de caza, una delicia única de esa región; el ajoarriero es una pasta de patatas, huevo, ajo, pimentón y aceite de oliva; el pisto manchego es una mezcla de pimientos verdes y rojos, tomates y un poco de calabacín.


El maravilloso zarajo. Mmmmmmmmm
El zarajo son lo que conocemos en México como tripas de cordero, entretejidas hermosamente, enrolladas en dos palos, es una delicia. Hay que decir que toda esta comida no era de nobles ni de príncipes, era la degustación diaria del campesino, del labrador y, siempre se sabe,  hasta los reyes envidian estos fiambres dignos de la mejor gente del mundo. 
También, estos sabores son reminiscencias del pasado romano, de la inmediatez de la conjugación tanto de la cultura árabe, como de la judía, que en aquellos años convivían de una manera generosa y amorosa.

Claro, todo este banquete no sabe si no se  acompaña de un buen vino manchego, un delicioso café y un postre exquisito.

Y después de todo eso, se requiere una buena siesta pues los estómagos no sólo lo piden, lo exigen.

Soñar con Don Quijote en estas tierras manchegas, recordar a León Felipe, a la gente que ha transitado siglos por tierras españolas, también antepasados de los mexicanos que, como parte de lo que somos, tenemos que recobrar.

Con Serrat y Carlos Fuentes

Nunca estuve con ellos, bueno, con Joan Manuel Serrat sí cuando dio un hermoso concierto en el Zócalo capitalino y yo era director de información en al Instituto de Cultura de la Ciudad de México, durante el gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas, en 1998.

Esta caricatura, que Apebas hacía cada domingo, fue uno de los mejores regalos de mi vida pues además de ser una sorpresa agradable, fue un gran honor. 

Ese  26 de octubre de 1996, busqué la sección cultural, que era lo primero que leía y me encontré el trío de personajes de ese domingo, entre los cuales estaba yo. ¡Qué gran felicidad!

Se las comparto 18 años después.

Por el fin de los caudillos

  No a los caudillos, si a la pluralidad Agustín Sánchez González Se les mira por las calles en pequeños grupos, portan un chaleco con l...