domingo, 8 de enero de 2012

Derriba mitos sobre Posada

La Portentosa vida de Jose Guadalupe Posada
Miguel Angel Ceballos
El Universal
Miércoles 12 de septiembre de 2007


Sobre la vida de José Guadalupe Posada todavía hay muchos secretos que descubrir. Si bien se sabía que el grabador, ilustrador y periodista llegó a la ciudad de México acompañado de su hijo, no había datos de qué había sucedido con él. Sin embargo, el historiadoR Agustín Sánchez González localizó un acta de defunción que revela que Juan Sabino Posada Vela murió a la edad de 17 años y en la absoluta pobreza. El único hijo de quien es considerado uno de los artistas mexicanos más importantes de la historia, falleció el 18 de enero del año 1900, de tifo exantemático, la enfermedad de los pobres, ya que es transmitida por los piojos. Según el documento, Juan Sabino era hijo de María de Jesús Vela, soltero, tipógrafo y su deceso sucedió en el cuadrante de Santa Catarina, número 14 bajos, en lo que hoy se conoce como la calle de Nicaragua, en el Centro Histórico de la ciudad de México.
El hecho de que Posada no estuviera presente en ese trágico momento, explica el investigador, posiblemente se deba a que existe la versión de que el grabador ahorraba todos los días 50 centavos para que cuando llegara el fin de año pudiera comprar dos tinacales de alcohol que se ponía a beber desde el día de su santo, es decir, el 12 de diciembre, hasta que se los terminaba.
Estas son algunas de las revelaciones que aportará Agustín Sánchez en el libro La portentosa vida de José Guadalupe Posada, que prepara para ser publicado por la editorial Planeta en marzo de 2008. En este libro, dice el historiador, echará por tierra varios mitos que se han construido alrededor de la vida del grabador, por ejemplo, que llegó de Aguascalientes al Distrito Federal para trabajar en la imprenta de los Vanegas Arroyo.
“Existe la hipótesis de que los Vanegas Arroyo y Guadalupe Posada eran muy unidos, pero yo sostengo que Posada era un trabajador más. Tengo registrados 32 periódicos en donde trabajó, varias imprentas donde hacía programas de mano y varios libros que ilustró. A Vanegas Arroyo le debemos el archivo que conocemos de Posada, pero también una fuente de muchas mentiras, por ejemplo: que Posada fue un radical, que estuvo en la cárcel, incluso llegaron a decir que nació en León, cuando él era de Aguascalientes”.
Desde hace 10 años Sánchez se apasionó en el estudio de la vida de José Guadalupe Posada, grabador conocido en todo el mundo por ser el creador de La Catrina. El interés del investigador, cuenta, se debió a que este artista explica mucho de la identidad del mexicano a través de su trabajo.
“Durante muchos años hemos seguido el discurso de que las calaveras de Posada tenían que ver con elementos prehispánicos, pero yo sostengo que no necesariamente es así. Cuando él era niño, le tocó ver hechos muy escabrosos, como una peste terrible en su pueblo. Posada ve los cadáveres apilados cuando era un niño y eso debe haberlo marcado. El siglo XIX fue un siglo muy dramático en México”.
Otros de los descubrimientos es que en la primera caricatura que publica Posada, en el número uno de la revista El Jicote, en 1871, aparece una pequeña calavera con su guadaña, muy discreta, lo que revela que ese símbolo aparece desde el inicio de su carrera.
“Posada también tuvo una historia maravillosa con el abuelo de Octavio Paz, Irineo Paz. El grabador no vino a la ciudad de México a trabajar con Vanegas Arroyo sino a una publicación que tenía Irineo Paz. Todavía hay mucho que investigar de este personaje, falta hacer un inventario de su obra, un inventario bibliográfico y una historiografía”, finaliza Agustín Sánchez.

martes, 27 de diciembre de 2011

Fue Fernández de Lizardi una conciencia crítica contra el gobierno

Notimex Notimex mar 27 dic 2011 17:50

México, 27 Dic. (Notimex).- El escritor mexicano José Joaquín Fernández de Lizardi (1776-1827), a la par que se desarrollaba la guerra política y militar contra la monarquía española, fungía como una conciencia crítica contra el gobierno, la iglesia y los prejuicios que arrastraba desde hace siglos la sociedad colonial (1521-1821), pero sus ideas renovadoras lo llevaron a la prisión.

"Escritor y periodista, su vida y obra revelan a un gran educador que sentó las bases de nuestra independencia cultural".

Lo anterior está contenido en un artículo que escribió el historiador mexicano Agustín Sánchez González, y que dio a conocer la publicación "Relatos e historias en México", en su número correspondiente a diciembre de 2011.

El autor agregó que Fernández de Lizardi, apodado "El Pensador Mexicano", fue un adelantado de su tiempo, capaz de hacer muchas propuestas que, a casi 200 años de haberlas escrito, siguen esperando una respuesta.

Añadió que son muy pocos los autores que, como él, han expresado tan claramente el momento histórico que les tocó vivir.

La repercusión del momento político de ruptura con el orden colonial tomó cuerpo y forma en los pensadores americanos y uno de ellos fue Fernández de Lizardi, quien emprendió una misión ejemplar a través del trabajo intelectual que desarolló, comentó Sánchez.

"Yo soy un escritor y tengo alacena de papeles y, por lo mismo, cuando se verifican las propias ventas, lo debo resentir primero y con doble motivo, pero estamos en el caso de ser útiles a nuestros semejantes, prefiriendo el bien público al privado", escribió.

"La delaración de independencia, encabezada por don Miguel Hidalgo, llamado El Padre de la Patria, vino aparejada con la declaración de independencia cultural de Fernández de Lizardi", puntualizó el autor.

Según Sánchez González, la historia de la literatura mexicana comienza con dicho escritor.

Asmismo recordó que el polígrafo y exsecretario de Educación Pública, Agustín Yánez, señaló que la obra de Lizardi justifica y condiciona la existencia de las letras mexicanas.

Añadió que Fernández de Lizardi fue un escritor infatigable, autor de una enorme producción en los campos del periodismo, el ensayo, la fábula, la dramaturgia y la novela.

Expresó que es de vital importancia recobrar todo su trabajo como educador, periodista y crítico social.

Su fama como novelista está plenamente justificada , al ser autor de la obra que ha quedado registrada, en la historia literaria de América, como la primera novela que se escribió en estas tierras.

Como escritor, Fernández de Lizardi hizo una defensa apasionada de la libertad de imprenta, criticó a la Iglesia Católica, censuró abiertamente al gobierno colonial, se convirtió en defensor de los indios, de los negros y de todos los desheredados y atacó los prejuicios sociales en torno a los trabajadores.

Estuvo en la cárcel por sus críticas al gobierno, en 1822 fue excomulgado por la Iglesia Católica, debido a su defensa de la masonería.

El éxito del Pensador Mexicano radica en que su obra muestra una buena cantidad de escenas pintorescas, populares, con estampas de la cotidianidad, cuyos protagonistas son los habitantes de este país, y que presenta un fascinante cuadro de la Ciudad de México en plena época de la crisis colonial.

Por ello, es importante valorar la obra completa de Lizardi, pues si bien "El Periquillo Sarniento" tiene gran importancia, con el resto de sus creaciones contribuyó al proceso de la independencia cultural, en la que habrían de sentarse las bases de la cultura mexicana.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Origen de La Catrina fue en 1913: Agustín Sánchez

26 Diciembre, 2011 - 17:17Credito:Notimex
Hasta ahora la primera referencia que se tiene del grabado realizado por José Guadalupe Posada de La Catrina data de 1913, publicado en una hoja volante por la imprenta de Antonio Vanegas Arroyo, bajo el nombre de La Calavera Garbancera, aclaró el historiador y periodista Agustín Sánchez González.

Luego de que la titular del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) anunciara, hace unos días, un homenaje a La Catrina para el próximo año, Sánchez González dijo que éste debería ser hasta el 2013 cuando se cumplen 100 años de la primera publicación del famoso personaje.

En entrevista, el especialista en la vida y obra de Posada aseguró que La Catrina es una invención del muralista mexicano Diego Rivera (1886-1957), pues fue él quien le dio cuerpo en 1946, cuando pintó “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”, en el entonces recién construido Hotel del Prado de la ciudad de México.

“La primera referencia que se tiene del famoso personaje es la publicada en 1913. Según Rafael Barajas El Fisgón existen anteriores, pero no lo ha demostrado, lo cierto es que nadie ha encontrado catrinas anteriores a 1913”, comentó.

Es muy probable que se haya dibujado en 1912, abundó, pero no hay nada que lo pueda confirmar.

Sánchez González aseveró que la imagen que todo mundo conoce hasta hoy es la publicada en una volante en donde aparece ese personaje con sombrero y que Arroyo llamó La Calavera Garbancera.

El investigador del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas del INBA aclaró que no se sabe el año en que La Catrina fue dibujada, lo cierto es que se le conoce en 1913, año en que muere Posada.

Sin definir

Recordó que en 1930 cuando se hizo una selección de grabados de Posada, y se incluyó la imagen que se publicó en el libro Monografía: las obras de José Guadalupe Posada, grabador mexicano.

Explicó que en dicho texto tuvo como editores a Francés Toor, Paul O’Higgins y Blas Vanegas y fue O’Higgins quien hizo la selección de los grabados para el libro, pero fue Rivera quien la hizo famosa al bautizarla en 1930 y ponerle cuerpo en el mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”.

Agustín Sánchez lamentó el que a la fecha no se revise a fondo el trabajo de quien es considerado precursor del movimiento nacionalista en las artes plásticas.

“En gran medida mi investigación ha demostrado que Posada fue un gran autor, pero que quede claro que él no creó el fenómeno de las Catrinas”, manifestó.

domingo, 25 de diciembre de 2011

Libro reúne 200 años de caricatura en México

El UniversalSeccionesCultura
Libro reúne 200 años de caricatura en México
Esther Acevedo y Agustín Sánchez González ofrecen un panorama de la situación de la caricatura en el país

Trabajo. Agustín Sánchez González es especialista en caricatura (Foto: MÉXICO |






Los últimos 200 años de humor gráfico mexicano, con sus hitos históricos, los periódicos que han sido emblemáticos, como la Revolución, o los cronistas más destacados, hasta llegar a la actualidad, se compilan en el libro 'La historia de la caricatura en México'.


Se trata de un trabajo de los mexicanos Esther Acevedo Valdés y Agustín Sánchez González, dos de los más importantes investigadores de la caricatura en México, quienes en más de 220 páginas ofrecen un panorama de la situación de la caricatura en el país.


La obra que se presentará en febrero próximo, en el marco de las actividades de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería (FILPM) , es patrocinado por la Universidad de Alcalá de Henares y publicado por la editorial Milenio.


El 'objetivo es conocer la historia de la caricatura en México, pues no se conoce, no existe libro serio y documentado sobre esto, los únicos que existían son los de Eduardo del Río 'Ruis', pero son bastante flojos y hechos más con el hígado que con una investigación seria', explicó en entrevista Sánchez González.


En el texto, ambos investigadores, llevan a cabo toda una labor de seguimiento y elogio de los caricaturistas mexicanos, capaces de relatar el sentir diario de la realidad de manera objetiva y muy digna.


La obra esta divida en dos partes: 'Entre la risa y la rebelión. La caricatura en México', realizada por Acevedo; y la segunda está titulada 'Los últimos 100 años de humor grafico en México 1900-2000', a cargo de Sánchez González.


'Esther hace desde los orígenes, toda la parte del siglo XIX, hasta el Porfiriato; luego yo retomo esa parte, retomo a Guadalupe Posada como un puente entre el Porfiriato hasta nuestros días', señaló el también Primer Lugar en Investigación por el Instituto Nacional de Bellas Artes en 2008.


En el caso de Esther Acevedo, abundó, se encuentra un capítulo dedicado a 'La Orquesta', que es uno de los periódicos emblemáticos del siglo XIX, donde publica el llamado 'Padre de la Caricatura': Constantino Escalante, junto con 'El hijo del Ahuizote', que es uno de los más importantes y míticos diarios que existen.


'La caricatura es un resumen de nuestro tiempo y, aunque se construye a diario, habla del hoy y por lo mismo es un punto de partida para estudios de otra índole. Cada imagen es testimonio de un momento específico.


'Es una propuesta, una opinión, una reflexión y un análisis de lo que acontece desde la perspectiva personal del autor, en la que inserta la historia personal y la mundial', expresan los autores en esta obra.


José Guadalupe Posada, José María Villasana, Constantino Escalante, Manuel Manilla, Gabriel Vargas, Gabriel Vicente Gahona "Picheta" , Alejandro Casarín, Jesús T. Alamilla, Daniel Cabrera "Fígaro" , Jesús Martínez Carrión y Alvaro Pruneda son algunos de los cartonistas que aparecen en esta obra apoyada con material gráfico.

jueves, 1 de diciembre de 2011

HISTORIA DE LA CARICATURA EN MEXICO

Historia de la caricatura en México


Esther Acevedo Valdés y Agustín Sánchez González


Una de las mejores formas para conocer la historia de un país como México es, sin duda, la caricatura, que aunque a veces pueda no parecerlo es un tema muy serio. Este libro recoge los últimos doscientos años de humor gráfico mexicano, con sus hitos históricos, los periódicos que han sido emblemáticos, las épocas de revolución o los cronistas más destacados, hasta llegar a la situación actual. Toda una labor de seguimiento y elogio de los caricaturistas mexicanos, capaces de relatar el sentir diario de la realidad de manera objetiva y muy digna. En palabras de los autores, “la caricatura es un resumen de nuestro tiempo y, aunque se construye a diario, habla del hoy y por lo mismo es un punto de partida para estudios de otra índole. Cada imagen es testimonio de un momento específico; es una propuesta, una opinión, una reflexión y un análisis de lo que acontece desde la perspectiva personal del autor en la que inserta la historia personal y la mundial”.

Esther Acevedo Valdés (Ciudad de México, 1944). Doctora en historia del arte por la Universidad Nacional Autónoma de México. Es investigadora de la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia, al mismo tiempo que miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Además, ha sido curadora de gran cantidad de exposiciones y ha ejercido cargos de relevancia en distintas instituciones, como el Instituto Cultural Mexicano en Washington. además de su trabajo, es colaboradora habitual de periódicos y revistas y participa activamente en actividades y conferencias.

Agustín Sánchez González (Ciudad de México, 1956). Escritor e historiador mexicano, investigador del Instituto Nacional de Bellas Artes, es licenciado en historia por la UNAM. Es conocido por sus libros, en los que mezcla historia y periodismo, con una gran capacidad para el detalle y la anécdota. Además, es un especialista en el desarrollo de la caricatura mexicana, campo en el que ha publicado el celebrado Diccionario biográfico ilustrado de la caricatura mexicana. Su obra ha sido compilada en varias antologías literarias y ha recibido diversos reconocimientos por su trabajo literario y de investigación, como el segundo lugar del Premio de Crónica Bernal Díaz del Castillo en 2002 y en 2008 fue premiado con el primer lugar en investigación por el Instituto Nacional de Bellas Artes.



miércoles, 2 de noviembre de 2011

Pretende Agustín Sánchez romper con el mito que pesa sobre José Guadalupe Posada

Ignorado en vida, mito de muerto, lo cierto es que sobre José Guadalupe Posada se conoce a la fecha muy poco. Y no porque no exista material de consulta; lo hay, y a montones. Lo malo es que todo versa sobre lo mismo y parte considerable de él se sustenta en información trastocada o falseada.

Eso es lo que pone sobre la palestra el historiador Agustín Sánchez González, identificado por su trabajo en el estudio de la caricatura mexicana, quien, como parte de tal línea, se dio a la tarea de escarbar y profundizar en la historia de ese virtuoso dibujante y grabador.

Producto de ello, con más de 10 años detrás de sí, se desprende el libro Posada (Planeta), el cual fue presentado el martes pasado en el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas.

Éste es el segundo volumen que Agustín Sánchez realiza sobre dicho artista. Su factura responde de hecho a la “serie de fallas y contradicciones” que presentaba el anterior, Posada, un artista en blanco y negro, reconoce el autor.

La creación del mito en torno a Posada se debe a Diego Rivera y Leopoldo Méndez. El primero, al compararlo con Goya y situarlo como un artista representativo de lo mexicano, en su condición de creador del personaje de La Catrina. El segundo, al plasmarlo en un mural al lado de los hermanos Flores Magón y así ubicarlo como un gestor de la Revolución de 1910.

A partir de ello comenzó a edificarse una gran paradoja en torno de su vida y obra, considera el investigador, porque se habla mucho de él, pero nadie se ha interesado en saber más allá del creador de calaveras o el trabajador de la imprenta de Vanegas Arroyo, como si lo dicho por Rivera y lo pintado por Méndez fuera verdad de fe.

Se desconoce, por ejemplo, la triste circunstancia de su muerte: solo y a causa del alcoholismo, así como que sus restos fueron a parar a la fosa común. También, que su llegada a la ciudad de México se debió a invitación de Irineo Paz –abuelo de Octavio Paz–, con quien trabajó de ilustrador, lo mismo que hizo para la editorial de un hijo de éste, Arturo.

Entre las mentiras que prevalecen, por otra parte, se encuentra la que ubicaba a Posada como empleado exclusivo de la imprenta de Vanegas Arroyo, cuando en realidad “era una especie de freelance que trabajó en alrededor de casi 40 periódicos”.

Información como ésa es en la que ahonda Agustín Sánchez: “La historia de la caricatura, y con ella la de José Guadalupe Posada, está en pañales (...) Este libro es una nueva lectura de este autor, una apología si se quiere, pero está escrito desde la idea del Posada múltiple, la de un autor por ser descubierto”.

Así, el historiador cuenta cómo éste salió de su natal Aguascalientes para irse a León, donde trabajó de maestro de litografía en una preparatoria, y también en el ámbito comercial, haciendo grabados para cigarreras, cerilleras y estampas; luego, su llegada a la ciudad de México, los diversos domicilios en los que habitó, su afición por el alcohol, la precariedad de su situación económica, la muerte de su hijo, Juan Sabino, a los 17 años; su trabajo de caricaturista de personajes literarios de la época o realizando carteles para espectáculos públicos, capítulos estos dos últimos un tanto olvidados.

Lo ubica, en lo artístico, como precursor del surrealismo y el cubismo, aunque aclara que “Posada nunca se la creyó, no se sentía artista. Mucho del dinero se le iba en el alcohol y la mota. Quizá las figuras fantásticas que dibujó en sus historias las hizo bajo el influjo de esas sustancias”.

Otro aspecto que emerge a la luz pública en el libro es “la infancia tan cruda y terrible que tuvo el grabador”, rodeada por la muerte por todos lados, desde el hecho de que su casa estuviera ubicada cerca de un cementerio hasta que le tocara atestiguar una gran peste que acabó con un alto porcentaje de la población, así como los enfrentamientos y fusilamientos inherentes al momento histórico y político de su época.

De hecho, Agustín Sánchez sostiene la hipótesis de que el origen de las famosas calaveras que han hecho célebre a escala mundial al grabador está relacionado más con ese aspecto de su biografía que con el mundo prehispánico, como se asegura, y acota que el primer dibujo con esa referencia se remonta a cuando tenía 19 años.

Sin tapujos, el especialista asume que la hechura de este volumen busca romper con el mito que pesa sobre el grabador:

“El país necesita abrirse a muchos espacios, necesita quitarse muchos dogmas, sobre todo los que creó el nacionalismo revolucionario. Posada es un hombre que dará más entre más lo abran.

“Hay que cuestionar y hacer preguntas en torno de este personaje. Preguntarse, por ejemplo, por qué nunca se autorretrató. Hay que romper el mito, pues, pero no descalificándolo. Hay que romperlo en su grandeza, no en su miseria.”

Y en ese sentido, subraya el creciente número de investigaciones y libros que comienzan a publicarse en torno de la vida y la obra de José Guadalupe Posada, entre ellos uno que dará a conocer en breve Rafael Barajas El Fisgón, en el que lo sitúa como porfirista.

“Hay un boom. Hace tiempo dije –un tanto en son de broma– que, visto el declive de la fridomanía, ahora viene la posadomanía.”

POsada: una historia por escribirse y por descubrirse

Apenas se escribe José Guadalupe Posada en el buscador de Google, aparecen 231 mil resultados. Desde la falaz Wilkipedia, a quien todo el mundo mete mano para escribir lo que le viene en gana, hasta jóvenes que hacen su tarea.

Mentiras y mitos son el resultado de la web, pero ha sido también el producto de una historia adaptada a los tiempos de nuestra historia.

Posada está por descubrirse. Es curioso señalar que nunca dio una entrevista a nadie, ni se conocen comentarios; sólo existen dos fotografías, pero no se ha localizado ningún autorretrato; hay apenas tres notas de la prensa de su época que hablan de él. Su familia era un enigma, apenas recientemente descubrí el nombre de su hijo. Posada es un rompecabezas y apenas se están encontrando las piezas y, sin embargo, ningún artista mexicano es tan conocido en el mundo por el símbolo de la muerte, por un icono a quien se le llama "La Catrina".




Por otra parte, Posada ha sido elogiado por su presencia en la revolución. Decenas, quizá cientos de notas nos refieren a un hombre vinculado a los hermanos Flores Magón y al periódico El Ahuizote. No han faltado las personas que repiten mentiras como las de que Posada fue un radical y que estuvo preso por sus ideas. Posada es un mito, un invento necesario para una revolución que requería de héroes culturales.


Nació en Aguascalientes en 1852 y murió en la ciudad de México, en una vecindad de Tepito, en 1913. Fue un artista autodidacta que ayudaba a su hermano Cirilo, profesor de escuela, a entretener a sus alumnos haciendo dibujos.

Desde sus primeras obras profesionales que se conservan, a los 19 años, Posada retrató la muerte en el periódico El Jicote. Este tema, le obsesionó toda su vida.



No era gratuito, de niño le tocó mirar una epidemia de cólera que generó más de diez muertes; también le tocó ver el asalto a su ciudad, por parte de los bandidos que asolaban e incendiaban Aguascalientes; miró decenas de fusilamientos y de cadáveres apilados muy cerca de su casa.

Posada creció con la muerte y tal vez por ello, se obsesionó con las imágenes que, si bien es cierto que son las menos, son las más reconocidas, como la llamada Catrina, bautizada por Diego Rivera (y quien le puso el cuerpo), pero que en realidad se llama la Calavera garbancera, que es una crítica a las indígenas que querían ser como españolas y comer garbanzo en lugar de maíz. Posada empezó a trabajar en Aguascalientes, después de marchó a León donde hizo trabajos comerciales, ilustró varios libros, realizó estampas religiosas y fue profesor de litografía en la Escuela de Instrucción Secundaria.


Después se marchó a la ciudad de México invitado por Ireneo Paz, el abuelo del poeta Octavio Paz; colaboró en más de 70 periódicos, la mayoría desconocidos para el gran público, e ilustró ciento de hojas volantes.

Uno de sus grandes aportaciones a nuestra cultura fue ilustrar las portadas de la Biblioteca del Niño Mexicano, considerada la primera historia escrita para niños por Heriberto Frías y que se imprimió en Barcelona.

Su trabajo más conocido ocurrió en taller de Antonio Vanegas Arroyo, pero trabajó en muchos más. Lo que hizo con Vanegas es la obra más conocida de Posada

Más allá de ponerle cualquier adjetivo, Posada como pocos artistas, ha trascendido en lo que somos, en la imagen de un mexicano que se transforma en universal.



La mayor parte de su producción, está desaparecida y ha sido rescatada poco a poco; la que existe, se encuentra dispersa y conformó, en su momento, parte de la vida cotidiana de los mexicanos, pues se encontraba en las estampas religiosas, en los cuentos infantiles, en los juegos de mesa, en las cartas de amor, las etiquetas de los cigarros, los calendarios, en la nota roja, en la caricatura, los diarios y las revistas de la época.

Posada está por descubrirse. Es un buen momento para comenzar a quitar las mentiras que se han vertido sobre su vida y obra, mentiras que, por cierto, no le restan ningún valor a la gran calidad de su trabajo, a su contribución a generar lo que somos.

La catrina, una invención de Diego Rivera*

La lista de calaveras de Posada es muy extensa y variada; entre ellas, destaca y brilla La Calavera Catrina, una de las obras maestras de Posada; que se ha convertido, además, en uno de los iconos de nuestra identidad nacional.

Más allá de su belleza en sí, esta popularidad tiene que ver, sin duda, con la difusión realizada por Diego Rivera, a partir del mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, donde la dibuja como una figura central, a la que el muralista toma de la mano y la coloca por delante de la propia Frida.

De este momento arranca su fama, en la década de los años cuarenta y cincuenta cuando empiezan las grandes exposiciones y los grandes homenajes.

Vale decir que La Catrina, fue bautizada así por Diego Rivera ya que la hoja donde apareció originalmente se llamaba "Remate de calaveras alegres y sandungueras" y el subtítulo era: Las que hoy son empolvadas GARBANCERAS pararán en deformes calaveras.

Las garbanceras eran las indígenas que comían garbanzos, es decir, aquellas ladinas que menospreciaban su clase social y querían ser como las patronas españolas. En una parte el texto dice: "Hay unas gatas ingratas, muy llenas de presunción y matreras como ratas, que compran joyas baratas en las ventas de ocasión".

Por el fin de los caudillos

  No a los caudillos, si a la pluralidad Agustín Sánchez González Se les mira por las calles en pequeños grupos, portan un chaleco con l...