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Libro reúne 200 años de caricatura en México
Esther Acevedo y Agustín Sánchez González ofrecen un panorama de la situación de la caricatura en el país
Trabajo. Agustín Sánchez González es especialista en caricatura (Foto: MÉXICO |
Los últimos 200 años de humor gráfico mexicano, con sus hitos históricos, los periódicos que han sido emblemáticos, como la Revolución, o los cronistas más destacados, hasta llegar a la actualidad, se compilan en el libro 'La historia de la caricatura en México'.
Se trata de un trabajo de los mexicanos Esther Acevedo Valdés y Agustín Sánchez González, dos de los más importantes investigadores de la caricatura en México, quienes en más de 220 páginas ofrecen un panorama de la situación de la caricatura en el país.
La obra que se presentará en febrero próximo, en el marco de las actividades de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería (FILPM) , es patrocinado por la Universidad de Alcalá de Henares y publicado por la editorial Milenio.
El 'objetivo es conocer la historia de la caricatura en México, pues no se conoce, no existe libro serio y documentado sobre esto, los únicos que existían son los de Eduardo del Río 'Ruis', pero son bastante flojos y hechos más con el hígado que con una investigación seria', explicó en entrevista Sánchez González.
En el texto, ambos investigadores, llevan a cabo toda una labor de seguimiento y elogio de los caricaturistas mexicanos, capaces de relatar el sentir diario de la realidad de manera objetiva y muy digna.
La obra esta divida en dos partes: 'Entre la risa y la rebelión. La caricatura en México', realizada por Acevedo; y la segunda está titulada 'Los últimos 100 años de humor grafico en México 1900-2000', a cargo de Sánchez González.
'Esther hace desde los orígenes, toda la parte del siglo XIX, hasta el Porfiriato; luego yo retomo esa parte, retomo a Guadalupe Posada como un puente entre el Porfiriato hasta nuestros días', señaló el también Primer Lugar en Investigación por el Instituto Nacional de Bellas Artes en 2008.
En el caso de Esther Acevedo, abundó, se encuentra un capítulo dedicado a 'La Orquesta', que es uno de los periódicos emblemáticos del siglo XIX, donde publica el llamado 'Padre de la Caricatura': Constantino Escalante, junto con 'El hijo del Ahuizote', que es uno de los más importantes y míticos diarios que existen.
'La caricatura es un resumen de nuestro tiempo y, aunque se construye a diario, habla del hoy y por lo mismo es un punto de partida para estudios de otra índole. Cada imagen es testimonio de un momento específico.
'Es una propuesta, una opinión, una reflexión y un análisis de lo que acontece desde la perspectiva personal del autor, en la que inserta la historia personal y la mundial', expresan los autores en esta obra.
José Guadalupe Posada, José María Villasana, Constantino Escalante, Manuel Manilla, Gabriel Vargas, Gabriel Vicente Gahona "Picheta" , Alejandro Casarín, Jesús T. Alamilla, Daniel Cabrera "Fígaro" , Jesús Martínez Carrión y Alvaro Pruneda son algunos de los cartonistas que aparecen en esta obra apoyada con material gráfico.
Historias de José Guadalupe Posada, notas de prensa, crónica literaria y periodística
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domingo, 25 de diciembre de 2011
jueves, 1 de diciembre de 2011
HISTORIA DE LA CARICATURA EN MEXICO
Historia de la caricatura en México
Esther Acevedo Valdés y Agustín Sánchez González
Una de las mejores formas para conocer la historia de un país como México es, sin duda, la caricatura, que aunque a veces pueda no parecerlo es un tema muy serio. Este libro recoge los últimos doscientos años de humor gráfico mexicano, con sus hitos históricos, los periódicos que han sido emblemáticos, las épocas de revolución o los cronistas más destacados, hasta llegar a la situación actual. Toda una labor de seguimiento y elogio de los caricaturistas mexicanos, capaces de relatar el sentir diario de la realidad de manera objetiva y muy digna. En palabras de los autores, “la caricatura es un resumen de nuestro tiempo y, aunque se construye a diario, habla del hoy y por lo mismo es un punto de partida para estudios de otra índole. Cada imagen es testimonio de un momento específico; es una propuesta, una opinión, una reflexión y un análisis de lo que acontece desde la perspectiva personal del autor en la que inserta la historia personal y la mundial”.
Esther Acevedo Valdés (Ciudad de México, 1944). Doctora en historia del arte por la Universidad Nacional Autónoma de México. Es investigadora de la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia, al mismo tiempo que miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Además, ha sido curadora de gran cantidad de exposiciones y ha ejercido cargos de relevancia en distintas instituciones, como el Instituto Cultural Mexicano en Washington. además de su trabajo, es colaboradora habitual de periódicos y revistas y participa activamente en actividades y conferencias.
Agustín Sánchez González (Ciudad de México, 1956). Escritor e historiador mexicano, investigador del Instituto Nacional de Bellas Artes, es licenciado en historia por la UNAM. Es conocido por sus libros, en los que mezcla historia y periodismo, con una gran capacidad para el detalle y la anécdota. Además, es un especialista en el desarrollo de la caricatura mexicana, campo en el que ha publicado el celebrado Diccionario biográfico ilustrado de la caricatura mexicana. Su obra ha sido compilada en varias antologías literarias y ha recibido diversos reconocimientos por su trabajo literario y de investigación, como el segundo lugar del Premio de Crónica Bernal Díaz del Castillo en 2002 y en 2008 fue premiado con el primer lugar en investigación por el Instituto Nacional de Bellas Artes.
Esther Acevedo Valdés y Agustín Sánchez González
Una de las mejores formas para conocer la historia de un país como México es, sin duda, la caricatura, que aunque a veces pueda no parecerlo es un tema muy serio. Este libro recoge los últimos doscientos años de humor gráfico mexicano, con sus hitos históricos, los periódicos que han sido emblemáticos, las épocas de revolución o los cronistas más destacados, hasta llegar a la situación actual. Toda una labor de seguimiento y elogio de los caricaturistas mexicanos, capaces de relatar el sentir diario de la realidad de manera objetiva y muy digna. En palabras de los autores, “la caricatura es un resumen de nuestro tiempo y, aunque se construye a diario, habla del hoy y por lo mismo es un punto de partida para estudios de otra índole. Cada imagen es testimonio de un momento específico; es una propuesta, una opinión, una reflexión y un análisis de lo que acontece desde la perspectiva personal del autor en la que inserta la historia personal y la mundial”.
Esther Acevedo Valdés (Ciudad de México, 1944). Doctora en historia del arte por la Universidad Nacional Autónoma de México. Es investigadora de la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia, al mismo tiempo que miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Además, ha sido curadora de gran cantidad de exposiciones y ha ejercido cargos de relevancia en distintas instituciones, como el Instituto Cultural Mexicano en Washington. además de su trabajo, es colaboradora habitual de periódicos y revistas y participa activamente en actividades y conferencias.
Agustín Sánchez González (Ciudad de México, 1956). Escritor e historiador mexicano, investigador del Instituto Nacional de Bellas Artes, es licenciado en historia por la UNAM. Es conocido por sus libros, en los que mezcla historia y periodismo, con una gran capacidad para el detalle y la anécdota. Además, es un especialista en el desarrollo de la caricatura mexicana, campo en el que ha publicado el celebrado Diccionario biográfico ilustrado de la caricatura mexicana. Su obra ha sido compilada en varias antologías literarias y ha recibido diversos reconocimientos por su trabajo literario y de investigación, como el segundo lugar del Premio de Crónica Bernal Díaz del Castillo en 2002 y en 2008 fue premiado con el primer lugar en investigación por el Instituto Nacional de Bellas Artes.
miércoles, 2 de noviembre de 2011
Pretende Agustín Sánchez romper con el mito que pesa sobre José Guadalupe Posada
Ignorado en vida, mito de muerto, lo cierto es que sobre José Guadalupe Posada se conoce a la fecha muy poco. Y no porque no exista material de consulta; lo hay, y a montones. Lo malo es que todo versa sobre lo mismo y parte considerable de él se sustenta en información trastocada o falseada.
Eso es lo que pone sobre la palestra el historiador Agustín Sánchez González, identificado por su trabajo en el estudio de la caricatura mexicana, quien, como parte de tal línea, se dio a la tarea de escarbar y profundizar en la historia de ese virtuoso dibujante y grabador.
Producto de ello, con más de 10 años detrás de sí, se desprende el libro Posada (Planeta), el cual fue presentado el martes pasado en el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas.
Éste es el segundo volumen que Agustín Sánchez realiza sobre dicho artista. Su factura responde de hecho a la “serie de fallas y contradicciones” que presentaba el anterior, Posada, un artista en blanco y negro, reconoce el autor.
La creación del mito en torno a Posada se debe a Diego Rivera y Leopoldo Méndez. El primero, al compararlo con Goya y situarlo como un artista representativo de lo mexicano, en su condición de creador del personaje de La Catrina. El segundo, al plasmarlo en un mural al lado de los hermanos Flores Magón y así ubicarlo como un gestor de la Revolución de 1910.
A partir de ello comenzó a edificarse una gran paradoja en torno de su vida y obra, considera el investigador, porque se habla mucho de él, pero nadie se ha interesado en saber más allá del creador de calaveras o el trabajador de la imprenta de Vanegas Arroyo, como si lo dicho por Rivera y lo pintado por Méndez fuera verdad de fe.
Se desconoce, por ejemplo, la triste circunstancia de su muerte: solo y a causa del alcoholismo, así como que sus restos fueron a parar a la fosa común. También, que su llegada a la ciudad de México se debió a invitación de Irineo Paz –abuelo de Octavio Paz–, con quien trabajó de ilustrador, lo mismo que hizo para la editorial de un hijo de éste, Arturo.
Entre las mentiras que prevalecen, por otra parte, se encuentra la que ubicaba a Posada como empleado exclusivo de la imprenta de Vanegas Arroyo, cuando en realidad “era una especie de freelance que trabajó en alrededor de casi 40 periódicos”.
Información como ésa es en la que ahonda Agustín Sánchez: “La historia de la caricatura, y con ella la de José Guadalupe Posada, está en pañales (...) Este libro es una nueva lectura de este autor, una apología si se quiere, pero está escrito desde la idea del Posada múltiple, la de un autor por ser descubierto”.
Así, el historiador cuenta cómo éste salió de su natal Aguascalientes para irse a León, donde trabajó de maestro de litografía en una preparatoria, y también en el ámbito comercial, haciendo grabados para cigarreras, cerilleras y estampas; luego, su llegada a la ciudad de México, los diversos domicilios en los que habitó, su afición por el alcohol, la precariedad de su situación económica, la muerte de su hijo, Juan Sabino, a los 17 años; su trabajo de caricaturista de personajes literarios de la época o realizando carteles para espectáculos públicos, capítulos estos dos últimos un tanto olvidados.
Lo ubica, en lo artístico, como precursor del surrealismo y el cubismo, aunque aclara que “Posada nunca se la creyó, no se sentía artista. Mucho del dinero se le iba en el alcohol y la mota. Quizá las figuras fantásticas que dibujó en sus historias las hizo bajo el influjo de esas sustancias”.
Otro aspecto que emerge a la luz pública en el libro es “la infancia tan cruda y terrible que tuvo el grabador”, rodeada por la muerte por todos lados, desde el hecho de que su casa estuviera ubicada cerca de un cementerio hasta que le tocara atestiguar una gran peste que acabó con un alto porcentaje de la población, así como los enfrentamientos y fusilamientos inherentes al momento histórico y político de su época.
De hecho, Agustín Sánchez sostiene la hipótesis de que el origen de las famosas calaveras que han hecho célebre a escala mundial al grabador está relacionado más con ese aspecto de su biografía que con el mundo prehispánico, como se asegura, y acota que el primer dibujo con esa referencia se remonta a cuando tenía 19 años.
Sin tapujos, el especialista asume que la hechura de este volumen busca romper con el mito que pesa sobre el grabador:
“El país necesita abrirse a muchos espacios, necesita quitarse muchos dogmas, sobre todo los que creó el nacionalismo revolucionario. Posada es un hombre que dará más entre más lo abran.
“Hay que cuestionar y hacer preguntas en torno de este personaje. Preguntarse, por ejemplo, por qué nunca se autorretrató. Hay que romper el mito, pues, pero no descalificándolo. Hay que romperlo en su grandeza, no en su miseria.”
Y en ese sentido, subraya el creciente número de investigaciones y libros que comienzan a publicarse en torno de la vida y la obra de José Guadalupe Posada, entre ellos uno que dará a conocer en breve Rafael Barajas El Fisgón, en el que lo sitúa como porfirista.
“Hay un boom. Hace tiempo dije –un tanto en son de broma– que, visto el declive de la fridomanía, ahora viene la posadomanía.”
Eso es lo que pone sobre la palestra el historiador Agustín Sánchez González, identificado por su trabajo en el estudio de la caricatura mexicana, quien, como parte de tal línea, se dio a la tarea de escarbar y profundizar en la historia de ese virtuoso dibujante y grabador.
Producto de ello, con más de 10 años detrás de sí, se desprende el libro Posada (Planeta), el cual fue presentado el martes pasado en el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas.
Éste es el segundo volumen que Agustín Sánchez realiza sobre dicho artista. Su factura responde de hecho a la “serie de fallas y contradicciones” que presentaba el anterior, Posada, un artista en blanco y negro, reconoce el autor.
La creación del mito en torno a Posada se debe a Diego Rivera y Leopoldo Méndez. El primero, al compararlo con Goya y situarlo como un artista representativo de lo mexicano, en su condición de creador del personaje de La Catrina. El segundo, al plasmarlo en un mural al lado de los hermanos Flores Magón y así ubicarlo como un gestor de la Revolución de 1910.
A partir de ello comenzó a edificarse una gran paradoja en torno de su vida y obra, considera el investigador, porque se habla mucho de él, pero nadie se ha interesado en saber más allá del creador de calaveras o el trabajador de la imprenta de Vanegas Arroyo, como si lo dicho por Rivera y lo pintado por Méndez fuera verdad de fe.
Se desconoce, por ejemplo, la triste circunstancia de su muerte: solo y a causa del alcoholismo, así como que sus restos fueron a parar a la fosa común. También, que su llegada a la ciudad de México se debió a invitación de Irineo Paz –abuelo de Octavio Paz–, con quien trabajó de ilustrador, lo mismo que hizo para la editorial de un hijo de éste, Arturo.
Entre las mentiras que prevalecen, por otra parte, se encuentra la que ubicaba a Posada como empleado exclusivo de la imprenta de Vanegas Arroyo, cuando en realidad “era una especie de freelance que trabajó en alrededor de casi 40 periódicos”.
Información como ésa es en la que ahonda Agustín Sánchez: “La historia de la caricatura, y con ella la de José Guadalupe Posada, está en pañales (...) Este libro es una nueva lectura de este autor, una apología si se quiere, pero está escrito desde la idea del Posada múltiple, la de un autor por ser descubierto”.
Así, el historiador cuenta cómo éste salió de su natal Aguascalientes para irse a León, donde trabajó de maestro de litografía en una preparatoria, y también en el ámbito comercial, haciendo grabados para cigarreras, cerilleras y estampas; luego, su llegada a la ciudad de México, los diversos domicilios en los que habitó, su afición por el alcohol, la precariedad de su situación económica, la muerte de su hijo, Juan Sabino, a los 17 años; su trabajo de caricaturista de personajes literarios de la época o realizando carteles para espectáculos públicos, capítulos estos dos últimos un tanto olvidados.
Lo ubica, en lo artístico, como precursor del surrealismo y el cubismo, aunque aclara que “Posada nunca se la creyó, no se sentía artista. Mucho del dinero se le iba en el alcohol y la mota. Quizá las figuras fantásticas que dibujó en sus historias las hizo bajo el influjo de esas sustancias”.
Otro aspecto que emerge a la luz pública en el libro es “la infancia tan cruda y terrible que tuvo el grabador”, rodeada por la muerte por todos lados, desde el hecho de que su casa estuviera ubicada cerca de un cementerio hasta que le tocara atestiguar una gran peste que acabó con un alto porcentaje de la población, así como los enfrentamientos y fusilamientos inherentes al momento histórico y político de su época.
De hecho, Agustín Sánchez sostiene la hipótesis de que el origen de las famosas calaveras que han hecho célebre a escala mundial al grabador está relacionado más con ese aspecto de su biografía que con el mundo prehispánico, como se asegura, y acota que el primer dibujo con esa referencia se remonta a cuando tenía 19 años.
Sin tapujos, el especialista asume que la hechura de este volumen busca romper con el mito que pesa sobre el grabador:
“El país necesita abrirse a muchos espacios, necesita quitarse muchos dogmas, sobre todo los que creó el nacionalismo revolucionario. Posada es un hombre que dará más entre más lo abran.
“Hay que cuestionar y hacer preguntas en torno de este personaje. Preguntarse, por ejemplo, por qué nunca se autorretrató. Hay que romper el mito, pues, pero no descalificándolo. Hay que romperlo en su grandeza, no en su miseria.”
Y en ese sentido, subraya el creciente número de investigaciones y libros que comienzan a publicarse en torno de la vida y la obra de José Guadalupe Posada, entre ellos uno que dará a conocer en breve Rafael Barajas El Fisgón, en el que lo sitúa como porfirista.
“Hay un boom. Hace tiempo dije –un tanto en son de broma– que, visto el declive de la fridomanía, ahora viene la posadomanía.”
POsada: una historia por escribirse y por descubrirse
Apenas se escribe José Guadalupe Posada en el buscador de Google, aparecen 231 mil resultados. Desde la falaz Wilkipedia, a quien todo el mundo mete mano para escribir lo que le viene en gana, hasta jóvenes que hacen su tarea.
Mentiras y mitos son el resultado de la web, pero ha sido también el producto de una historia adaptada a los tiempos de nuestra historia.
Posada está por descubrirse. Es curioso señalar que nunca dio una entrevista a nadie, ni se conocen comentarios; sólo existen dos fotografías, pero no se ha localizado ningún autorretrato; hay apenas tres notas de la prensa de su época que hablan de él. Su familia era un enigma, apenas recientemente descubrí el nombre de su hijo. Posada es un rompecabezas y apenas se están encontrando las piezas y, sin embargo, ningún artista mexicano es tan conocido en el mundo por el símbolo de la muerte, por un icono a quien se le llama "La Catrina".
Por otra parte, Posada ha sido elogiado por su presencia en la revolución. Decenas, quizá cientos de notas nos refieren a un hombre vinculado a los hermanos Flores Magón y al periódico El Ahuizote. No han faltado las personas que repiten mentiras como las de que Posada fue un radical y que estuvo preso por sus ideas. Posada es un mito, un invento necesario para una revolución que requería de héroes culturales.
Nació en Aguascalientes en 1852 y murió en la ciudad de México, en una vecindad de Tepito, en 1913. Fue un artista autodidacta que ayudaba a su hermano Cirilo, profesor de escuela, a entretener a sus alumnos haciendo dibujos.
Desde sus primeras obras profesionales que se conservan, a los 19 años, Posada retrató la muerte en el periódico El Jicote. Este tema, le obsesionó toda su vida.
No era gratuito, de niño le tocó mirar una epidemia de cólera que generó más de diez muertes; también le tocó ver el asalto a su ciudad, por parte de los bandidos que asolaban e incendiaban Aguascalientes; miró decenas de fusilamientos y de cadáveres apilados muy cerca de su casa.
Posada creció con la muerte y tal vez por ello, se obsesionó con las imágenes que, si bien es cierto que son las menos, son las más reconocidas, como la llamada Catrina, bautizada por Diego Rivera (y quien le puso el cuerpo), pero que en realidad se llama la Calavera garbancera, que es una crítica a las indígenas que querían ser como españolas y comer garbanzo en lugar de maíz. Posada empezó a trabajar en Aguascalientes, después de marchó a León donde hizo trabajos comerciales, ilustró varios libros, realizó estampas religiosas y fue profesor de litografía en la Escuela de Instrucción Secundaria.
Después se marchó a la ciudad de México invitado por Ireneo Paz, el abuelo del poeta Octavio Paz; colaboró en más de 70 periódicos, la mayoría desconocidos para el gran público, e ilustró ciento de hojas volantes.
Uno de sus grandes aportaciones a nuestra cultura fue ilustrar las portadas de la Biblioteca del Niño Mexicano, considerada la primera historia escrita para niños por Heriberto Frías y que se imprimió en Barcelona.
Su trabajo más conocido ocurrió en taller de Antonio Vanegas Arroyo, pero trabajó en muchos más. Lo que hizo con Vanegas es la obra más conocida de Posada
Más allá de ponerle cualquier adjetivo, Posada como pocos artistas, ha trascendido en lo que somos, en la imagen de un mexicano que se transforma en universal.
La mayor parte de su producción, está desaparecida y ha sido rescatada poco a poco; la que existe, se encuentra dispersa y conformó, en su momento, parte de la vida cotidiana de los mexicanos, pues se encontraba en las estampas religiosas, en los cuentos infantiles, en los juegos de mesa, en las cartas de amor, las etiquetas de los cigarros, los calendarios, en la nota roja, en la caricatura, los diarios y las revistas de la época.
Posada está por descubrirse. Es un buen momento para comenzar a quitar las mentiras que se han vertido sobre su vida y obra, mentiras que, por cierto, no le restan ningún valor a la gran calidad de su trabajo, a su contribución a generar lo que somos.
La catrina, una invención de Diego Rivera*
La lista de calaveras de Posada es muy extensa y variada; entre ellas, destaca y brilla La Calavera Catrina, una de las obras maestras de Posada; que se ha convertido, además, en uno de los iconos de nuestra identidad nacional.
Más allá de su belleza en sí, esta popularidad tiene que ver, sin duda, con la difusión realizada por Diego Rivera, a partir del mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, donde la dibuja como una figura central, a la que el muralista toma de la mano y la coloca por delante de la propia Frida.
De este momento arranca su fama, en la década de los años cuarenta y cincuenta cuando empiezan las grandes exposiciones y los grandes homenajes.
Vale decir que La Catrina, fue bautizada así por Diego Rivera ya que la hoja donde apareció originalmente se llamaba "Remate de calaveras alegres y sandungueras" y el subtítulo era: Las que hoy son empolvadas GARBANCERAS pararán en deformes calaveras.
Las garbanceras eran las indígenas que comían garbanzos, es decir, aquellas ladinas que menospreciaban su clase social y querían ser como las patronas españolas. En una parte el texto dice: "Hay unas gatas ingratas, muy llenas de presunción y matreras como ratas, que compran joyas baratas en las ventas de ocasión".
Mentiras y mitos son el resultado de la web, pero ha sido también el producto de una historia adaptada a los tiempos de nuestra historia.
Posada está por descubrirse. Es curioso señalar que nunca dio una entrevista a nadie, ni se conocen comentarios; sólo existen dos fotografías, pero no se ha localizado ningún autorretrato; hay apenas tres notas de la prensa de su época que hablan de él. Su familia era un enigma, apenas recientemente descubrí el nombre de su hijo. Posada es un rompecabezas y apenas se están encontrando las piezas y, sin embargo, ningún artista mexicano es tan conocido en el mundo por el símbolo de la muerte, por un icono a quien se le llama "La Catrina".
Por otra parte, Posada ha sido elogiado por su presencia en la revolución. Decenas, quizá cientos de notas nos refieren a un hombre vinculado a los hermanos Flores Magón y al periódico El Ahuizote. No han faltado las personas que repiten mentiras como las de que Posada fue un radical y que estuvo preso por sus ideas. Posada es un mito, un invento necesario para una revolución que requería de héroes culturales.
Nació en Aguascalientes en 1852 y murió en la ciudad de México, en una vecindad de Tepito, en 1913. Fue un artista autodidacta que ayudaba a su hermano Cirilo, profesor de escuela, a entretener a sus alumnos haciendo dibujos.
Desde sus primeras obras profesionales que se conservan, a los 19 años, Posada retrató la muerte en el periódico El Jicote. Este tema, le obsesionó toda su vida.
No era gratuito, de niño le tocó mirar una epidemia de cólera que generó más de diez muertes; también le tocó ver el asalto a su ciudad, por parte de los bandidos que asolaban e incendiaban Aguascalientes; miró decenas de fusilamientos y de cadáveres apilados muy cerca de su casa.
Posada creció con la muerte y tal vez por ello, se obsesionó con las imágenes que, si bien es cierto que son las menos, son las más reconocidas, como la llamada Catrina, bautizada por Diego Rivera (y quien le puso el cuerpo), pero que en realidad se llama la Calavera garbancera, que es una crítica a las indígenas que querían ser como españolas y comer garbanzo en lugar de maíz. Posada empezó a trabajar en Aguascalientes, después de marchó a León donde hizo trabajos comerciales, ilustró varios libros, realizó estampas religiosas y fue profesor de litografía en la Escuela de Instrucción Secundaria.
Después se marchó a la ciudad de México invitado por Ireneo Paz, el abuelo del poeta Octavio Paz; colaboró en más de 70 periódicos, la mayoría desconocidos para el gran público, e ilustró ciento de hojas volantes.
Uno de sus grandes aportaciones a nuestra cultura fue ilustrar las portadas de la Biblioteca del Niño Mexicano, considerada la primera historia escrita para niños por Heriberto Frías y que se imprimió en Barcelona.
Su trabajo más conocido ocurrió en taller de Antonio Vanegas Arroyo, pero trabajó en muchos más. Lo que hizo con Vanegas es la obra más conocida de Posada
Más allá de ponerle cualquier adjetivo, Posada como pocos artistas, ha trascendido en lo que somos, en la imagen de un mexicano que se transforma en universal.
La mayor parte de su producción, está desaparecida y ha sido rescatada poco a poco; la que existe, se encuentra dispersa y conformó, en su momento, parte de la vida cotidiana de los mexicanos, pues se encontraba en las estampas religiosas, en los cuentos infantiles, en los juegos de mesa, en las cartas de amor, las etiquetas de los cigarros, los calendarios, en la nota roja, en la caricatura, los diarios y las revistas de la época.
Posada está por descubrirse. Es un buen momento para comenzar a quitar las mentiras que se han vertido sobre su vida y obra, mentiras que, por cierto, no le restan ningún valor a la gran calidad de su trabajo, a su contribución a generar lo que somos.
La catrina, una invención de Diego Rivera*
La lista de calaveras de Posada es muy extensa y variada; entre ellas, destaca y brilla La Calavera Catrina, una de las obras maestras de Posada; que se ha convertido, además, en uno de los iconos de nuestra identidad nacional.
Más allá de su belleza en sí, esta popularidad tiene que ver, sin duda, con la difusión realizada por Diego Rivera, a partir del mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, donde la dibuja como una figura central, a la que el muralista toma de la mano y la coloca por delante de la propia Frida.
De este momento arranca su fama, en la década de los años cuarenta y cincuenta cuando empiezan las grandes exposiciones y los grandes homenajes.
Vale decir que La Catrina, fue bautizada así por Diego Rivera ya que la hoja donde apareció originalmente se llamaba "Remate de calaveras alegres y sandungueras" y el subtítulo era: Las que hoy son empolvadas GARBANCERAS pararán en deformes calaveras.
Las garbanceras eran las indígenas que comían garbanzos, es decir, aquellas ladinas que menospreciaban su clase social y querían ser como las patronas españolas. En una parte el texto dice: "Hay unas gatas ingratas, muy llenas de presunción y matreras como ratas, que compran joyas baratas en las ventas de ocasión".
domingo, 30 de octubre de 2011
El verdadero nombre de 'La Catrina'
Vida domingo 30 de oct, 2011
Tanto como el mariachi y el tequila, el famoso grabado de José Guadalupe Posada es un emblema de la cultura nacional. Con 'La Catrina', los mexicanos celebramos cada año el Día de Muertos a través de su carácter burlón y juguetón, de tal forma que en el extranjero es todo un símbolo de nuestro folclore.
FOTO ARCHIVOSin embargo, ese no siempre fue su nombre. Cuando Posada la creó, en la hoja donde hizo su primera aparición se leía solamente “Remate de Calaveras alegres y sandungueras” con el subtítulo “Las que hoy son empolvadas garbanceras pararán en deformes calaveras”.
En otras palabras, el nombre que podría tomarse com original para este popular personaje es el de ‘La Calavera Garbancera’.
De acuerdo con el libro Posada, del investigador Agustín Sánchez González, las garbanceras eran aquellas indígenas que comían garbanzos y que menospreciaban su clase social, queriendo ser como sus patronas españolas. En ese grabado, como en la mayoría que elaboró, José Guadalupe Posada hacía una crítica social hacia esos que denostaban su mexicanidad.
Aunque su grabados se asocian mucho con el Día de Muertos, sus calaveras se refieren a muchas situaciones sociales de finales del siglo XIX y principios del XX, bajo un tono satírico del que no se salvaron ni Porfirio Díaz ni Emiliano Zapata.
Pero, ¿cómo llegó a llamarse Catrina? El responsible de esto fue nada más y nada menos que el famoso pintor Diego Rivera, quien la bautizó así luego de inmortalizarla en su famoso mural ‘Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central’ donde aparece como una figura central, incluso por delante de Frida Kahlo.
De hecho, fue el mismo Rivera el que literalmente vistió a ‘La Catrina’, pues Posada sólo dibujó la cabeza y el busto. Gracias a la influencia del pintor en lo que se refería a cultura mexicana, la calavera se hizo famosa, trascendiendo hasta nuestros días para recordarnos que: “La muerte, es democrática, ya que fin de cuentas, güera, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera”. -
Tanto como el mariachi y el tequila, el famoso grabado de José Guadalupe Posada es un emblema de la cultura nacional. Con 'La Catrina', los mexicanos celebramos cada año el Día de Muertos a través de su carácter burlón y juguetón, de tal forma que en el extranjero es todo un símbolo de nuestro folclore.
FOTO ARCHIVOSin embargo, ese no siempre fue su nombre. Cuando Posada la creó, en la hoja donde hizo su primera aparición se leía solamente “Remate de Calaveras alegres y sandungueras” con el subtítulo “Las que hoy son empolvadas garbanceras pararán en deformes calaveras”.
En otras palabras, el nombre que podría tomarse com original para este popular personaje es el de ‘La Calavera Garbancera’.
De acuerdo con el libro Posada, del investigador Agustín Sánchez González, las garbanceras eran aquellas indígenas que comían garbanzos y que menospreciaban su clase social, queriendo ser como sus patronas españolas. En ese grabado, como en la mayoría que elaboró, José Guadalupe Posada hacía una crítica social hacia esos que denostaban su mexicanidad.
Aunque su grabados se asocian mucho con el Día de Muertos, sus calaveras se refieren a muchas situaciones sociales de finales del siglo XIX y principios del XX, bajo un tono satírico del que no se salvaron ni Porfirio Díaz ni Emiliano Zapata.
Pero, ¿cómo llegó a llamarse Catrina? El responsible de esto fue nada más y nada menos que el famoso pintor Diego Rivera, quien la bautizó así luego de inmortalizarla en su famoso mural ‘Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central’ donde aparece como una figura central, incluso por delante de Frida Kahlo.
De hecho, fue el mismo Rivera el que literalmente vistió a ‘La Catrina’, pues Posada sólo dibujó la cabeza y el busto. Gracias a la influencia del pintor en lo que se refería a cultura mexicana, la calavera se hizo famosa, trascendiendo hasta nuestros días para recordarnos que: “La muerte, es democrática, ya que fin de cuentas, güera, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera”. -
martes, 18 de octubre de 2011
Distribuye feria alternativa del libro "De los cuates pa´la raza"
Notimex – dom, 16 oct 2011 12:19 CDT
México, 16 Oct. (Notimex).- La Feria del Libro Alternativa de la Alameda Central distribuyó en su primer día de actividades mil ejemplares de la antología "De los cuates pa´la raza".
Se trata de una recopilación de más de 30 textos breves de reconocidas plumas como Enrique González Rojo, José Emilio Pacheco, Carlos Fuentes, José Agustín, Germán Dehesa, Juan Gelman, Paco Ignacio Taibo II, Armando Bartra, Gerardo de la Torre y Rafael Barajas "El Fisgón", entre otros.
De acuerdo con Paco Ignacio Taibo II y Paloma Sáiz, coordinadores de la Brigada "Para leer en Libertad" y organizadores del evento, la publicación es "una pequeña muestra de la literatura contemporánea mexicana".
"De los cuates pa" la raza" recuerda este formato con distintos géneros literarios y periodísticos como poesía, cuento corto y caricatura.
Para Agustín Sánchez González, uno de los autores presentes en este trabajo, el hecho de reunir a varios escritores en este ejemplar es de celebrarse, pues además de promoverlos, se fomenta el habito de la lectura entre el público.
Entre los cuentos, el también investigador del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas (CENIDIAP) del INBA, presenta uno inspirado en el político sonorense Luis Donaldo Colosio (1950-1994).
"El cuento que escribí ganó una mención en el premio del ¿Crimen como una de las Bellas Artes? 2003, lo escribí la noche en que mataron a Colosio; me encontraba Sevilla en el balcón de un hotel y se me ocurrió, aunque no es la historia del asesinato de Colosio, si es una historia de tipo político", señaló Sánchez González.
Para Sáiz, la antología es un trabajo que vale la pena conocer no sólo porque es un obsequio para quienes aman la lectura, sino también porque es una manera de conocer "un trozo del alma" de cada una de las personas que donaron sus textos para esta publicación.
Sabina Berman, Beatriz Escalante, Laura Esquivel, Mónica Lavín, San Juana Martínez, Thelma Nava, Cristina Pacheco y Elena Poniatowska, son otras de las autoras que se incluyen en este material el cual inicia con una caricatura del "Gato Culto", del escritor Paco Ignacio Taibo I (1924-2008), que sonriente dice: "Los libros muy caros no son para leer. Sino para regalar".
NTX/MBH/MCV
México, 16 Oct. (Notimex).- La Feria del Libro Alternativa de la Alameda Central distribuyó en su primer día de actividades mil ejemplares de la antología "De los cuates pa´la raza".
Se trata de una recopilación de más de 30 textos breves de reconocidas plumas como Enrique González Rojo, José Emilio Pacheco, Carlos Fuentes, José Agustín, Germán Dehesa, Juan Gelman, Paco Ignacio Taibo II, Armando Bartra, Gerardo de la Torre y Rafael Barajas "El Fisgón", entre otros.
De acuerdo con Paco Ignacio Taibo II y Paloma Sáiz, coordinadores de la Brigada "Para leer en Libertad" y organizadores del evento, la publicación es "una pequeña muestra de la literatura contemporánea mexicana".
"De los cuates pa" la raza" recuerda este formato con distintos géneros literarios y periodísticos como poesía, cuento corto y caricatura.
Para Agustín Sánchez González, uno de los autores presentes en este trabajo, el hecho de reunir a varios escritores en este ejemplar es de celebrarse, pues además de promoverlos, se fomenta el habito de la lectura entre el público.
Entre los cuentos, el también investigador del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas (CENIDIAP) del INBA, presenta uno inspirado en el político sonorense Luis Donaldo Colosio (1950-1994).
"El cuento que escribí ganó una mención en el premio del ¿Crimen como una de las Bellas Artes? 2003, lo escribí la noche en que mataron a Colosio; me encontraba Sevilla en el balcón de un hotel y se me ocurrió, aunque no es la historia del asesinato de Colosio, si es una historia de tipo político", señaló Sánchez González.
Para Sáiz, la antología es un trabajo que vale la pena conocer no sólo porque es un obsequio para quienes aman la lectura, sino también porque es una manera de conocer "un trozo del alma" de cada una de las personas que donaron sus textos para esta publicación.
Sabina Berman, Beatriz Escalante, Laura Esquivel, Mónica Lavín, San Juana Martínez, Thelma Nava, Cristina Pacheco y Elena Poniatowska, son otras de las autoras que se incluyen en este material el cual inicia con una caricatura del "Gato Culto", del escritor Paco Ignacio Taibo I (1924-2008), que sonriente dice: "Los libros muy caros no son para leer. Sino para regalar".
NTX/MBH/MCV
miércoles, 5 de octubre de 2011
Expondrán moneros a medallistas olímpicos mexicanos
Notimex
2011-10-05 15:39:00
Guadalajara, 5 Oct. (Notimex).- La exposición gráfica "Los Medallistas olímpicos vistos por moneros" abrirá sus puertas el próximo sábado 8 de octubre en el Museo del Periodismo y las Artes Gráficas de esta ciudad, en el marco de los Juegos Panamericanos 2011.
Esta exposición es una investigación del historiador Agustín Sánchez González, quien hace seis años publicó un libro con este título, con el apoyo de la Asociación de Medallistas Olímpicos Mexicanos, que preside Daniel Aceves, medallista en lucha grecorromana.
La muestra recoge un total de 54 caricaturas de atletas que dieron una medalla a México, desde Los Angeles 1932 hasta Beijing 2008, realizadas por 45 destacados caricaturistas como David Carrillo y Rafael Freyre.
Los decanos de los caricaturistas mexicanos, así como de artistas de otras épocas, como El Chango García Cabral, Antonio Arias Bernal, Andrés Audiffred y Alberto Isaac, además de los dos brillantes exiliados, Ras y Ernesto Guasp.
Agustín Sánchez González, curador de la muestra, aseguró que se trata de una exhibición con la que se rinde homenaje no sólo a los medallistas olímpicos sino a los cartonistas mexicanos que con su trabajo, muestran un retrato de nuestra sociedad.
"Se busca hacer un homenaje a los grandes deportistas mexicanos y demostrar cómo la caricatura es un retrato de la sociedad. Los cartonistas son grandes retratistas de nuestra realidad, y de alguna manera es un homenaje a ambos gremios: caricaturistas y medallistas olímpicos", dijo.
Por su parte, Daniel Aceves señaló que 54 medallas en caricaturas es un homenaje al esfuerzo, a la dedicación, a la constancia pero sobre todo es una motivación para que continúen su compromiso por hacer de nuestro país un lugar de gente con salud alejados de problemas como las adicciones y el delito.
"Esta obra es un compendio inigualable a nivel mundial que sin duda será un placer para todos aquellos que tengan el privilegio de mirarla", aseguró.
Por esta muestra desfilan las caricaturas de estos grandes personajes mexicanos, como Joaquín Capilla, Humberto Mariles, Iridia Salazar, Ana Gabriela Guevara, entre muchos más.
Grandes caricaturistas están presentes como Salazar Berber, decano de los caricaturistas deportivos, Pedro Sol, Presidente de la Federación Mundial de Caricaturitas, sección México, varios premios nacionales de periodismo, como Antonio Garci y Alfredo Guasp.
Asimismo, caricaturistas de diversos diarios deportivos mexicanos como Alejandro Pérez Basurto "Apebas", de Récord, "Éctor", de La Afición, o "Terrazas", de Reforma.
2011-10-05 15:39:00
Guadalajara, 5 Oct. (Notimex).- La exposición gráfica "Los Medallistas olímpicos vistos por moneros" abrirá sus puertas el próximo sábado 8 de octubre en el Museo del Periodismo y las Artes Gráficas de esta ciudad, en el marco de los Juegos Panamericanos 2011.
Esta exposición es una investigación del historiador Agustín Sánchez González, quien hace seis años publicó un libro con este título, con el apoyo de la Asociación de Medallistas Olímpicos Mexicanos, que preside Daniel Aceves, medallista en lucha grecorromana.
La muestra recoge un total de 54 caricaturas de atletas que dieron una medalla a México, desde Los Angeles 1932 hasta Beijing 2008, realizadas por 45 destacados caricaturistas como David Carrillo y Rafael Freyre.
Los decanos de los caricaturistas mexicanos, así como de artistas de otras épocas, como El Chango García Cabral, Antonio Arias Bernal, Andrés Audiffred y Alberto Isaac, además de los dos brillantes exiliados, Ras y Ernesto Guasp.
Agustín Sánchez González, curador de la muestra, aseguró que se trata de una exhibición con la que se rinde homenaje no sólo a los medallistas olímpicos sino a los cartonistas mexicanos que con su trabajo, muestran un retrato de nuestra sociedad.
"Se busca hacer un homenaje a los grandes deportistas mexicanos y demostrar cómo la caricatura es un retrato de la sociedad. Los cartonistas son grandes retratistas de nuestra realidad, y de alguna manera es un homenaje a ambos gremios: caricaturistas y medallistas olímpicos", dijo.
Por su parte, Daniel Aceves señaló que 54 medallas en caricaturas es un homenaje al esfuerzo, a la dedicación, a la constancia pero sobre todo es una motivación para que continúen su compromiso por hacer de nuestro país un lugar de gente con salud alejados de problemas como las adicciones y el delito.
"Esta obra es un compendio inigualable a nivel mundial que sin duda será un placer para todos aquellos que tengan el privilegio de mirarla", aseguró.
Por esta muestra desfilan las caricaturas de estos grandes personajes mexicanos, como Joaquín Capilla, Humberto Mariles, Iridia Salazar, Ana Gabriela Guevara, entre muchos más.
Grandes caricaturistas están presentes como Salazar Berber, decano de los caricaturistas deportivos, Pedro Sol, Presidente de la Federación Mundial de Caricaturitas, sección México, varios premios nacionales de periodismo, como Antonio Garci y Alfredo Guasp.
Asimismo, caricaturistas de diversos diarios deportivos mexicanos como Alejandro Pérez Basurto "Apebas", de Récord, "Éctor", de La Afición, o "Terrazas", de Reforma.
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