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martes, 29 de julio de 2025

Historia para principiantes: Rius

 

Historia para principiantes

Mar 30 • destacamosprincipalesReflexiones • 9524 Views • No hay comentarios en Historia para principiantes

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Desde el inicio de este sexenio, la historia de México ha sido un tema recurrente los discursos de López Obrador, siempre desde una visión maniquea, nutrida por la obra del monero Rius

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  POR AGUSTÍN SÁNCHEZ GONZÁLEZ

 

Tal vez fue Carlos Monsiváis el primero que escribió que Rius era la verdadera secretaría de educación pública. No estaba errado, mi generación creció y se nutrió de las historietas, primero, y de los libros, después, escritos por Rius. Hace unos años, pude convivir de cerca con el monero, en la Universidad de Alcalá. Fuimos a una escuela primaria y vi la cara de asombro y terror de los niños españoles que eran acusados, con dedo flamígero, pues sus antepasados habían violado mujeres, asesinado a niños y explotado a nuestros antepasados durante varios siglos. Tuve que entrar al quite para aclarar que ello no era tal, que se trataba de fenómenos históricos y que ni ellos, ni nosotros, éramos responsables de un hecho así. Nos salvó la campana y nos fuimos a comer, sin mayores comentarios. He manifestado mi admiración por Rius, pero siempre he dicho que hay un pendiente: la revisión de su visión histórica y política.

 

En uno de sus últimos libros 2010 ni independencia ni revolución queda claro el maniqueísmo que nos brindó durante décadas. El propio título lo dice, negar esos movimientos equivale a negar que respiramos. Durante décadas mi generación lo leyó; en los CCH miles de estudiantes tuvieron como texto de consulta Marx para principiantes (creo que ese es uno los pilares de la visión errónea de Marx, en nuestra izquierda derrotada hoy, por ejemplo), a los cual me negué a dejar leer a mis alumnos cuando fui profesor de historia, en el plantel Vallejo.

 

López Obrador es parte de esta generación de lectores de una historia maniquea, anti-hispana, como la manifestada por Rius, quien señala que la base de nuestra nacionalidad “es la violación de las indias por los españoles, que somos hijos no deseados, de padres desconocidos, hijos, no del amor, sino de la fuerza bruta y animal, hijos rechazados por ambos lados. Esa fue la base de nuestra nacionalidad”. Este libro, como muchos otros, muestra una enorme ignorancia del momento histórico: “curiosa y alarmante reacción de aquellos pueblos mexicas ante el temor de los gallegos… en vez de unirse a Cuauhtémoc para combatir contra Cortés, ¡se unen al pinche conquistador!”.

 

Los mexicanos no hemos entendido que el territorio sobre el que hoy vivimos, fue un espacio fragmentado por decenas de pequeñas (y no tanto) nacionalidades en donde los mexicas, a quienes tenemos en un nicho, generaron una masacre y opresión a otros pueblos originarios a quienes aplastaron y esclavizaron, contrariamente a la visión que nos dio la historia oficial, en donde los llamados aztecas eran nuestros antepasados, la raíz de lo que somos, una historia que mi generación, la misma que AMLO, aprendió de los maravillosos libros de texto gratuito y que Rius machacó con mayor fuerza en toda su obra. Recuerdo que en 1992 me invitaron a un evento en la Universidad de Campeche, junto con un náhuatl, un maya, un hijo de exiliados españoles; el primero planteó la exigencia de que e idioma náhuatl se convirtiera en la lengua oficial, le respondí que me parecía una osadía enorme decirlo en tierras mayas y le aclaraba que todos le habíamos entendido gracias que hablábamos el castellano.

 

La historia de la antigüedad mexicana se ha leído así. Una historia donde sólo hay dos sopas, donde todo es blanco y negro, donde hay bueno y malos, fifís y chairos. Una graciosa historia a partir del verbo chingar lo demuestra: “Hace un chingo de años los indios éramos bien chingones, Cuauhtémoc era el gran chingón, pero llegaron un chingo de españoles y nos chingaron y desde entonces nos llevó la chingada”. La historia no puede leer con ojos contemporáneos; hacerlo así, no es historia, es hacer política, es mantener la mirada en una campaña política permanente.

 

Ojalá que los nuevos libros de texto sean realizados con una visión desde la nueva historia reflexiva e inteligente, y no desde el neopostivismo rencoroso, que busca el enfrentamiento, en lugar de entender que la historia es una manera de encontrarnos con nosotros mismos desde nuestro pasado.

 

 

 

lunes, 28 de julio de 2025

LA VISIÓN DE LOS MONITOS

 

La visión de los monitos

Ago 21 • destacamosprincipalesReflexiones • 3681 Views • No hay comentarios en La visión de los monitos

 

La obra de Rius inculcó una ideología que ahora es posible observar en las políticas del actual gobierno; su visión centralista y anacrónica
de la historia ha contribuido a prolongar un sentimiento de derrota

 

POR AGUSTÍN SÁNCHEZ GONZÁLEZ 
Alos pocos días que comenzó el gobierno de AMLO, recuerdo haber leído un tweet que afirmaba: “Hasta historia vamos aprender en la mañaneras”. Desde hace años, el actual presidente se vanagloria de su conocimiento histórico, no obstante que decenas de comentarios suyos le desmienten con frecuencia.

 

El difunto Carlos Monsiváis sería feliz al poder integrar, con mucha facilidad, su columna “Por mi madre, bohemios” ante las frases célebres que suele decir nuestro presidente, y hasta se podrá publicar un libro con un título twittero: Así hablaba Pejetustra.

 

Hay frases inolvidables como: “México se fundó hace diez mil años, con todo respeto, todavía pastaban los búfalos en lo que hoy es Nueva York, y ya en México había universidades, y había imprentas”, o “Inicia el Porfiriato y venden acciones de ese ferrocarril y las venden debajo de su precio; se cotizaban esas acciones en 16 libras esterlinas en Londres y las vendieron en 10 libras esterlinas las acciones. Y a los seis meses, uno de los compradores firmó como testigo en la boda en que se casó Benito Juárez con Carmelita Romero Rubio”.

 

Existen innumerables muestras de inexactitudes históricas que no pasarían de ser anécdotas banales, de no ser porque algunas de ellas muestran su inopia y lo llevan a enfrentar a personajes o gobiernos, como el español al que, en reiteradas ocasiones, le ha pedido reconocer los atropellos que cometió España durante la Conquista y a pedir disculpas por ello.

 

No me fue difícil entender de dónde venía esa concepción, pues es la misma que permea en buena parte de la sociedad mexicana y recordé a Eduardo del Río García, el genial Rius, que se convirtió en el gran ideólogo de mi generación (que es la misma que la del presidente), en las anteriores y en las posteriores. El ínclito Monsiváis afirmaba que el monero era la verdadera Secretaría de Educación.

 

Rius es el autor que más libros de “historia” ha vendido en México. Basta saber que sus obras se venden por miles, e incluso, en escuelas como el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH), muchos de ellos formaron parte de los libros de texto. El impacto es sorprendente: por esas aulas han pasado más de un millón de jóvenes, desde hace medio siglo.

 

Rius fue un prolífico autor, publicó cerca de 200 títulos, con grandes tirajes y muchas reediciones; los personajes públicos que han asumido su influencia son muchos. El Subcomediante Marcos, por ejemplo, señaló que Rius era una de sus principales inspiraciones.

 

No cabe duda que los desvaríos de nuestra decadente izquierda se deben, también, a las lecturas del marxismo ramplón, de los libros Marx para principiantes (juraría que por eso apodaron así al intelectual de cuarta), Lenin para principiantes o los libros de loas que nos, me incluyo, politizaron y nos hicieron tener una visión idílica del castrismo, como Cuba para principiantes (la desgracia es que pocos leyeron la rectificación del monero al publicar Lástima de Cuba, el grandioso fracaso de los hermanos Castro).

 

Vuelvo a la visión de los monitos, pues Rius fue depositario y propagador de esa visión centralista, anacrónica, de mostrar la idea de buenos y malos, de españoles e indígenas sin entender, nunca, que estos pueblos conformaron un crisol de nacionalidades que, en su mayoría, fueron sometidos a un grupo autoritario y militarista: los mexicas; por lo que los otros pueblos, al llegar los españoles, se les aliaron para derrotar a esta grupo militarista y explotador.

 

Bueno, pues las inexactitudes históricas del presidente, como de buena parte de la sociedad, se deben a las obsesiones de Rius quien, como muchos mexicanos, odiaba a los españoles y hasta se sentía mal por ser un güero de rancho, ajeno al estereotipo indígena.

 

La capacidad didáctica de Rius, facilitó la lectura y visión de los monitos vencidos. Su mirada está plagada de lugares comunes y demoledores, con un nacionalismo ramplón (“crearon una civilización tan chingona como la egipcia, pa’ acabar pronto… y las pirámides muy superiores a las de los egipcios”).

 

Rius repite la visión idílica de una región “donde convivían con más o menos tranquilidad y armonía, culturas tan diversas como los aztecas, mayas… etc., hasta que llegaron los gallegos”. No obstante, en páginas anteriores el libro 2010 ni independencia ni revolución, contradice esta visión armónica al escribir que los aztecas vivían de explotar a todos los que se dejaban pues eran “belicosos y agresivos que habían dominado a la fuerza a todos los reinos vecinos”.

 

Su antihispanismo le lleva a realizar afirmaciones como que los invasores “pasaron a violar, follar y coger y tal a todas las mozas doncellas y las que ya no lo eran para demostrar quien mandaba ahora y en adelante: los gallegos”. Los primeros mexicanos fueron, afirma, “primeros hijos de la chingada madre”.

 

Todo ese discurso, lo lleva a responder “por qué los mexicanos ‘somos como somos’: hijos no deseados, de padre desconocido, hijos no del amor, sino de la fuerza bruta y animal, hijos rechazados por ambos lados: esa fue la base de nuestra nacionalidad”.

 

Esta guerra debió ser cruel, terrible, como cualquier invasión, pero seguimos conservando una visión centralista y de derrota. Cuando se habla de “500 años de resistencia indígena”, es un cliché demagógico, impulsado por un Estado que ha inventado y vendido, con una visión mercantil, la idea de un cambio, aunque el único cambio es de becas (espejitos) por votos (oro).

 

Estas citas, pertenecen a uno de sus recientes libros, pero desde el nacimiento de Los Agachados, en 1968, se vislumbra esta posición. “México a través de los popolucos, narra una historia de las luchas en el Valle de Anáhuac, cuenta más o menos la historia de Teotihuacán, los mayas, pero echa a perder todo con sus especulaciones en torno a los teotihuacanos marcianos”.

 

De cualquier forma, Rius no es responsable del todo, aunque sus monitos ayudaron a afianzar esta idea defensora de un pueblo, los mexicas, que fueron derrotados por muchos otros grupos indígenas aunque los ganadores fueron los invasores europeos que, por cierto, ya eran un conjunto de reinos y no, como afirma el propio monero, de una invasión gallega.

 

El sentimiento nacional de derrota, que buena parte de los mexicanos viven (nos derrotaron, nos conquistaron, etc.) está tan impregnado en nuestro ser, que me parece nunca podrá entenderse ese proceso histórico complejo y contradictorio que sentó las bases para crear la nación multicultural que somos.

 

De cualquier forma, humoralmente, hay que desentrañar esta historia de derrota; tomar ejemplo de historietas como Astérix donde se crea un historia victoriosa que generó el orgullo galo, por ejemplo, en vez de seguirnos viendo en un espejo de derrota y de seguir esperando al mesías (que no era AMLO) o al mismo Quetzalcóatl.

 

Quien no conoce la historia, está condenado a que lo manipulen con una maqueta hueca y que pronto estará en la basura, como sus propios promotores.

 

FOTO: Ilustración tomada del libro de Rius 2010, ni independencia ni revolución/ Crédito: Especial

sábado, 19 de julio de 2025

Cartón del mes: La patria siempre en peligro

 


Nuestra pobre patria, siempre en peligro. El gobierno mexicano, ponga la fecha que quiera y el color que elija, simpre acosando, violando, atosigando a nuestra pobre patria mía.

 Este cartón apareció en 1924 y sigue tan vigente



miércoles, 16 de julio de 2025

Mis exposiciones en el Instituto Nacional de Antropología e Historia

 

Sorpresas de la vida en las redes. La mediateca del INAH tiene registradas las tres exposiciones que el curado para en esa institución, en tres de sus museos.

La primera muestra fue dedicada a Memín, en la exposición México a través de la historieta,en 2016. Fue una gran experiencia estar en ese recintohistórico, lo que fe la Garita de Ciudad Juárez, ahora cobnvertido en Museo de la Revolución en la Frantera.

Largas filas de mexicanos, de un lado y del otro, acudieron a la nostalgia por ese personaje que representó la iconografía de la segunda mitad del siglo XX.

La segunda muestra fue en 2018, en el maravilloso Museo de las Culturas del Mundo, y fue un retrato de aquel sueño juvenil que parecía cambiaría radicalmente al mundo.


La más reciente fue hace un par de años, dedicada a don Venustiano Carranza en su Casa Museo que fue una investigacación plagada de sorpresas que muestra, como siempre, que el aprendizaje, para quien quiera, comoes mi caso, es infinito.

Confieso, sin pudor y sin modestia, la sorpresa de encontrar con decenas de trabajhos realizados a lo largo de mi vida lo cual, por supuesto, de hace sentirme muy feliz.

sábado, 5 de julio de 2025

Suelte a sus fieras en el Museo del Chopo


 En 1985, un par de meses antes del terrible terremoto, realizamos un sui generis Curso de Verano, llamado Suelte a sus fieras en el Museo del Chopo. Impartí un Taller literario, con resultados sorprendentes. Una breve selección la publiqué en Anzuelo, una hoja literaría que publicabamos en el Chopo y que después seguí publicando cuando Arnold Bellkin me regalo 75 serigrafías suyas para mantener el proyecto. 


Dos años después, siendo editor de cultura del peródico Así es, que publicaba el PSUM, bajola dirección de Gustavo Hirales y teniendo como colegas, en el Consejo editorial, a personajes de la talla de José Woldenberg, volví a publicar esos cuentos.




Fue en 1983, o sea que los niños de entonces, andarán cerca del medio siglo (¡gulph!)



Los dibujos, también, los realizaron los chicos. (Por cierto, en este curso de verano, el Taller de Música lo impartía Poberto Ponce y a veces acudía, ni más ni menos, que Rockdrigo González)




miércoles, 2 de julio de 2025

Belkin y el Museo del Chopo

 



Hace 35 años tuvo uno de los trabajos más hermososy gratificantes, en el Museo Universitario del Chopo, al lado de Arnold Belkin y de Jorge Pantoja, a quien, por cierto, le han querido quitar la paternidad del Tianguis del Chopo. 

Esto escribí por aquellos años.




Belkin y el Museo del Chopo

"El Museo más hermoso de la ciudad de México”, así definía Arnold Belkin al viejo Museo Universitario del Chopo, no sólo por su aspecto físico, pienso yo, sino también por la participación popular y las expresiones culturales ahí mostrada desde el año de 1983, cuando asumió la dirección, sustituyendo a la escritora Ángeles Mistretta.

Es curioso que casi nadie se haya referido al periodo en que Arnold Belkin dirigió al Museo Universitario del Chopo, época, que, sin duda, fue una de las más brillantes que vivió esa institución.

Escribo de memoria, contra la amnesia, como Arnold tituló un  libro que escribió.

Recuerdo entonces a ese generoso hombre caminando por el Museo, mostrando con  orgullo el trabajo que ahí se llevaba a cabo.

 Un breve recuento de esa labor se encuentra en un tríptico que fue publicado a finales de 1984, poco antes de que la burocracia universitaria, que llegó con Jorge Carpizo a Difusión Cultural, lo echara del Museo por medio de una vergonzosa carta donde le “agradecían” su trabajo y le pedían su renuncia

En los dos años en que Belkin dirigió el Chopo, y Alfonso de María y Campos era  director  de  Difusión Cultural,  las  actividades culturales, realizadas allí, se sumaron por miles. No estoy exagerando. Diariamente había eventos de toda índole: talleres  muy  particulares: de danzón, de magia,  de  letras  de  rock, Arnold, continuando la labor de Ángeles Mistretta, abrió el museo a toda la gente que quisiera participar. El Chopo se convirtió en un centro  cultural  donde  lo mismo  acudían  los  "cultos", que cualquier vecino.

"Por el lado de las letras, durante su gestión se inauguró la librería Marginalía,   el único espacio existente en México donde los editores marginales y no comerciales tuvieron un espacio para vender sus trabajos. (Hoy, ese lugar, como señalé hace unas semanas en este mismo espacio, está convertido en un centro de venta de Sprite)."

Los jóvenes acudían los jueves a los conciertos de rock y los sábados al tianguis al que se le apoyó ante las presiones de la delegación Cuauhtémoc que buscaban acabar con ese peculiar tianguis.

Los martes presentaban sus libros diversos escritores; los miércoles se ofrecían conferencias de toda índole.

"Radio UNAM transmitía, semanariamente, un programa en vivo --Domingo en el Chopo--, que conducían Yuriria Contreras y Alejandro Quijano, en su primer etapa, Juan Rodríguez Yerena en la segunda. Allí se presentaron artistas de gran calidad como Eugenia León, Margie Bermejo, Tania Libertad, Recuerdos del Son.

Los sábados, además de los talleres de danza, el Foro del Dinosaurio se abría como un escaparate a lo mejor de la danza contemporánea mexicana.

El Museo fue también foro de importantes exposiciones de artistas como Artemio Sepúlveda, Alberto Castro Leñero, Yolanda Meza, Nickolas Sperakis y muchos más que, además de todo, donaron obra al Museo que de esta manera logró contar con un fondo museográfico.

Con Belkin se inició la publicación de una hojita literaria llamada Anzuelo que reconoció, en una primera época los trabajos literarios de los talleres del Chopo y en sus dos siguientes etapas, el trabajo de cerca de veinte jóvenes escritores, cuya publicación se llevó a cabo gracias a la generosa donación de serigrafías que donó Belkin.

El Museo del Chopo hoy no es más que una caricatura de lo que dejó Belkin, un hombre valioso no sólo corno pintor. Arnold, sin caer en el marasmo burocrático y ajeno a las grillas culturales, mostró un gran talento para dirigir lo que fue, en esos años, el Museo más hermoso de la ciudad.

martes, 1 de julio de 2025

Otra vez, un texto sobre mi libro de La Banda del automovil gris


 Otra vez, casi de milagro, encuentro un texto que hacen un comentario bastante positivo  a mi libro La Banda delAutomovil Gris. Es un texto del 4 de septiembre de 2020 y apareció en La Jornada

El estante de lo insólito

La banda del automóvil gris. El crimen tiene compadre.

Foto
Foto Ilustración Manjarrez / @Flores Manjarrez

“Dicen que todos salieron
de la cárcel de Belén
y que roban las casas
por encargo de la ley.
Y andan estos rateros
en un automóvil gris
robando tanto dinero
y joyas hay que decir”.
Corrido de La banda del automóvil gris (Anónimo).

S

ubrayando en los propios créditos que los hechos narrados en la película son RIGUROSAMENTE AUTÉNTICOS, el largometraje de Enrique Rosas Priego El automóvil gris (1919), se inicia con el juramento de los miembros de la banda, aseverando que estarán unidos ante el peligro. Después se les ve operar impunemente con lo que sería su sello: ataviados con trajes oficiales. Eso les permitía adentrarse en propiedades, pasar frente a policías y desplazarse tranquilamente para cometer sus crímenes. Es ficción, pero es verdad. Ubicando el relato en 1915, los sucesos de la cinta fueron parte de la vida real. Ágil y crudo para su tiempo, el filme es crónica, denuncia y espectáculo con morbo de nota roja; detrás de cámaras, también es memoria de lo que se cuenta y lo que se oculta.

La investigación infiltrada

Todo lo hecho por La banda del automóvil gris figura como caso de estudio en investigación policial, crónicas periodísticas, análisis criminológico, etcétera. El móvil era el mismo: se presentaban con atuendos y papeles del Ejército en un domicilio de gente acomodada, regularmente con el pretexto de una denuncia. Decían buscar municiones mal habidas o algo comprometedor, para terminar arrasando con dinero, joyas y hasta cubertería de plata. Los asaltados eran amenazados, golpeados o asesinados, según fuera el caso.

Sin duda, lo que ocurrió con la banda permite tener una idea muy concreta de lo que sucedía en esos tiempos de convulsión mayor en el país, aún en desarrollo revolucionario, con la capital tomada un día por unos y otro día por otros, con un pueblo confundido que atestiguaba el andar del presidente en turno, y después batía palmas para Zapata y Villa cruzando sus calles. Corrupción de autoridades, manejos políticos ominosos, extranjeros en colusión y toma de decisiones, inseguridad en todas partes… y una aparente calma sin teatros suspendidos, aunque pronto el hambre haría que incluso dejaran de existir los perros callejeros. Todo esa historia permeó en buena medida durante los asaltos y asesinatos que cometieron los miembros de la banda (difieren demasiado las versiones en torno al color y marca exactos del auto, pero se le quedó el gris), tan es así, que al caso se le ha tildado como: La leyenda negra de la Revolución.

Lo que es un hecho es que la investigación, con suma de denuncias, testigos y características de los rufianes, tendría que haberse resuelto con otra celeridad. El único modo de que fueran tan exitosos es que alguien los apoyara desde adentro de la ley. El mítico caso fue bien documentado por Agustín Sánchez González en su libro La banda del automóvil gris (Ediciones B, 2007).

En la película está (casi) todo

La cinta muestra tomas amplias de la Ciudad de México (particularmente el Centro Histórico, aunque también se aprecian mercados, palenque gallero, colonias populares, avenidas con tranvía al paso, y hasta el centro de Puebla), con buenos emplazamientos (la fotografía es del propio director Enrique Rosas Priego) y no mala dinámica en los movimientos de la banda entre balaceras y persecuciones. El líder villano era el español Higinio Granda (Juan Canal de Homs, impecable como criminal de fina estampa y terribles modos), quien tuvo una vida de ajetreos como filibustero sin barco. Explotaba mujeres y, al menos en una veintena de ocasiones, fue recluido en la cárcel de Belén, de la que huyó varias veces y hasta echando bala. A Granda le secundaba Francisco Oviedo, que dirigió por momentos una simultánea división de la banda.

El estreno de la película causó un impacto demoledor, con récord de 19 exhibiciones para una sola jornada, lo que reunió más de 40 mil espectadores. Con escenas muy fuertes, como la persecución y disparo letal contra un niño testigo de un atraco, la sugerencia de una violación y en especial un acto de tortura, cuando cuelgan de los dedos a don Vicente González (Joaquín Coss) para que revelara dónde tenía el dinero. Don Vicente se fue a alistar a la policía buscando cobrar la afrenta por sí mismo. Otro personaje auténtico que fue asaltado, lo que causó un enfado mayor en la sociedad, fue el filántropo Gabriel Mancera (interpretado por Antonio Galé). La cinta presenta las buenas y valientes diligencias del inspector (Juan Manuel Cabrera), quien consumaría los arrestos de acuerdo con el parte oficial, aunque existe una enorme variedad de versiones, incluyendo la que señala el secuestro de la francesa Alicia Thomas como lo que verdaderamente definió la búsqueda y captura de los delincuentes. De hecho, se atribuye a la banda haber cometido los primeros secuestros del país. A la banda que lideraba Pedro Armendáriz en la estupenda Las abandonadas (Emilio Indio Fernández, 1944), se le acusaba de actuar “en complicidad con La banda del automóvil gris”.

Las fechorías funcionaron porque contaban con papelería oficial, con firmas y sellos correspondientes que amparaban sus supuestas diligencias de cateo o arresto, lo que los autorizó a desvalijar familias pudientes de la época. Este aspecto de las órdenes con matasellos sí se ve en la película, pero planteando que esa documentación la roba el líder Higinio Granda en colusión con un solo agente policiaco. Establecerlo de otro modo implicaría que alguna autoridad mayor tuvo que ver con las felonías. No decirlo o al menos insinuarlo es, bajo cualquier análisis, una forma de callar el hecho.

Una cosa terrible acompaña esa omisión: la productora Azteca Films Mundiales fue fundada por el realizador Enrique Rosas Priego, la actriz Mimí Derba (gran pionera del cine y primera mujer en sentarse en la silla de director en México) y ¡el político Pablo González!; el mismo que preparó la traición y arresto de Emiliano Zapata. Su buen resultado para terminar con el Caudillo del Sur, perfiló a González, como un candidato a la Presidencia. De hecho, la cinta se estrenó el mismo día que Pablo González presentó su candidatura, aunque fracasaría ante Álvaro Obregón. La producción de la cinta y la presencia del político en una puesta en escena sobre el mismo caso pretendieron probar que él no había tenido que ver con los malhechores, un rumor de gran fundamento en aquel tiempo. El propio González firmó la orden de fusilamiento de los delincuentes que habían sido aprehendidos, pero de última hora permitió que se dispensara a cuatro hombres que podrían dar información.

En el fusilamiento no estuvo el líder Granda, quien sería capturado el 7 de septiembre de 1916. Otras versiones afirman que falleció enfermo, ya mayor, y en total libertad. Los miembros de la banda que no fueron fusilados murieron por diferentes causas (vía envenenamientos, puñaladas en la cárcel y más) en 1918 y el propio inicio de 1919, el año del estreno de la película.

El epílogo cinematográfico ofrece una de las escenas más crudas que haya contenido nunca el cine: el fusilamiento de miembros de la banda. A diferencia del resto del metraje hecho con actores, se trata de la auténtica filmación de Enrique Rosas Priego de la ejecución de maleantes, realizada el 20 de diciembre de 1915 en la Escuela de Tiro de San Lázaro. Se dice que nadie más pudo autorizar una cámara de cine para registrar el suceso que el propio Pablo González. La filmación muestra a nueve hombres resignados a su suerte. Tras la metralla, se observa incluso cómo reciben el tiro de gracia. Antes de la secuencia del fusilamiento, un letrero advertía lo siguiente: La escena del fusilamiento, a su natural horror, reúne su autenticidad. Con su absoluto realismo, hemos querido demostrar cuál es el único fin que espera al delincuente. Rosas Priego fue documentalista antes de incursionar en la ficción.

La película fue estrenada el 11 de diciembre de 1919, con una estructura de exhibición en tres actos (anunciados como Jornadas 1, 2 y 3) que se subdividía en 36 breves episodios. La versión sonora de la cinta se produjo en 1933, apareciendo ya el crédito de Enrique Rosas con las siglas QEPD (es decir, que en paz descanse). Para esa versión se eliminaron los letreros que explicaban los diálogos, así como la división episódica. En los años 50 la película volvió a mezclarse, con buenas voces de diferentes actores (entre ellos Carlos Agosti) y con narración impecable de Víctor Alcocer, quien también hacía voces de personajes. Saldría una última versión en 2010 remasterizada por la Filmoteca de la UNAM, anexando un ensayo de Federico Dávalos Orozco. Un detalle final: los archivos de la banda no existen, fueron destruidos.



https://www.jornada.com.mx/2020/09/04/opinion/a12o1esp

 







Denuncian abandono del Museo Posada

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