Hay días en la vida en que uno se lamenta no haber estado más tiempo con algunos amigos. Con Federico Campbel me pasó algo excepcional: convivimos un par de semanas en el Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños, en Cuba, durante un seminario que impartió otro grande: Eduardo Galeano.
Esas tardes y noches en la campiña cubana fueron tan vitales para conocer a este genial personaje. Meses después, Campbell me conectó con Jaime Aljure quien publicó mi libro sobre Fidel Velázquez, en editorial Planeta, que alcanzó un inusitado éxito comercial (más de 20 mil ejemplares)
Me acuerdo de Federico, también, un día que me entrevistaban en un café de la Condesa y por ahí se apareció casualmente y se quedó escuchando la entrevista e interviniendo, enriqueciéndola, mientras yo hablaba de crímenes políticos.
¡Qué pena no poder ya hablar nunca con él! Esta noche volveré a leer, en su honor, Los novios, de Manzoni, que con tanto entusiasmo me recomendó.
Historias de José Guadalupe Posada, notas de prensa, crónica literaria y periodística
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sábado, 15 de febrero de 2014
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