El historiador presentó anoche el libro Posada, sobre el grabador hidrocálido
Las calaveras de Posada representan un retrato del mexicano: Agustín Sánchez
“Le tocó ver una epidemia de cólera, enfrentamientos... ¡La muerte lo marcó!”, afirma
CARLOS F. MÁRQUEZ
El escritor Agustín Sánchez González, autor del libro Posada Foto: FOTO IVÁN SÁNCHEZ El grabador José Guadalupe Posada, con la creación de su universo satírico y popular de las calaveras, sintetizó la herencia prehispánica y la tradición española en torno a la muerte para contribuir a satisfacer la necesidad de tener una identidad nacional; por ello, el historiador y especialista en la caricatura mexicana, Agustín Sánchez González, afirma que frente al conflicto entre lo nacional y la avasallante globalización, la defensa de las calaveras de Posada es a la vez la defensa de la identidad.
El autor del Diccionario biográfico ilustrado de la caricatura mexicana presentó anoche en la Casa de las Musas su libro Posada, en el cual reconstruye la biografía del grabador de Aguascalientes para echar por tierra algunos de los mitos que se han creado en torno a su vida y obra.
Calaveras
Las calaveras son lo más popular de la obra de Posada, pero aún en esa vertiente tan difundida Agustín Sánchez encuentra algunos mitos, como aquel que afirma que en este apartado del universo creativo de Posada pulsa únicamente la tradición prehispánica de la muerte, lo cual es cierto, pero el historiador aporta matices que hacen observar a esta parte de la obra como una especie de registro testimonial.
“A Posada le tocó ver una epidemia de cólera en la que murieron miles de personas, entonces le tocó ver los cadáveres apilados. También le tocó ver la violencia de los enfrentamientos entre conservadores y liberales, entonces esta cosa de la muerte lo vive desde niño y desde su primer dibujo ya está la muerte presente en una calavera con su guadaña. ¡La muerte lo marcó!
“México tiene esta tradición prehispánica de la muerte, pero también española, entonces la suma de todo esto va haciendo una tradición que impacta en el nacionalismo cultural; es decir, hay una reconstrucción del imaginario de los mexicanos. La muerte es una necesidad de crear una identidad”.
Posada contribuyó entonces a crear una parte importante del imaginario nacional, el cual según Sánchez González se ve amenazado en la actualidad por la idea de globalización. “En este momento, esta defensa de las calaveras debería ser otra forma de defender nuestra identidad contra el impulso globalizador, deben ser parte de nuestra identidad como mexicanos”.
Posada el político
José Guadalupe Posada desplegó en su obra para periódicos una aguda crítica política y sátira social que para algunos historiadores es un rasgo de radicalidad, pero Sánchez González considera que ése es otro mito y explica: “sí creo que Posada no tenía una concepción política ni antiporfirista ni proporfirista. Posada hacía caricatura en contra de Madero, pero todos la hacían en ese tiempo. Creo que a Posada le decían ahora dibuja tal cosa y él la dibujaba. No es que sea un vendaval, sino que era su chamba. La genialidad suya estaba en la calidad que consiguió en su obra”.
José Guadalupe Posada, además de borracho empedernido, era un trabajador incansable cuya obra estaba en los juegos de mesa de las familias, en las canciones ilustradas, en las cartas de amor, en los toros, en el circo y en los libros de oración de las iglesias, por ello Agustín Sánchez afirma que conocemos de su obra sólo un pedacito, pero “de repente te cae el veinte, que Posada es como ponerse una camisa, por eso es tan fuerte, no por la política, ¡la política vale madre!, lo importante es que Posada representa un retrato del mexicano”.
“Don Lupe, el que murió el 20 de enero de 1913, el que nos dio identidad, el que retrató a la sociedad, el que nunca creyó que era un genio, mucho menos un artista maravilloso, quedó ahí, confundido entre tanta osamenta, como una calavera del montón”, cuenta Agustín Sánchez en su libro, y revela que los restos de Posada terminaron en la fosa común, lo cual resulta muy emblemático de la condición marginal que la mayoría de los caricaturistas tienen que sobrellevar.
Respecto de lo anterior comentó Agustín: “todo mundo tiraba a la basura sus caricaturas y es tan grave que yo calculo que hoy 95 por ciento de la caricatura que se ha hecho en el mundo está perdida. Creo que les daba vergüenza ser caricaturistas como a Orozco o Zalce. Los caricaturistas nunca dicen: ‘es maravilloso lo que hago’. No se han valorado.
“Yo escribí en La Jornada un artículo El recuento de los daños: la historia de la historia de la caricatura, y hablaba en él cómo desde los años 50 no había vuelto a verse un solo texto sobre la caricatura. Tuvieron que pasar 50 años para que un grupo de locos volviéramos a tomar a la caricatura como algo importante, pero somos un grupo muy pequeño que estamos rescatando esta gran importancia. La caricatura es una manera muy seria de ver la vida, pero cuando logremos ver esta historia vamos a entender muchas cosas de lo que somos los mexicanos”.
Historias de José Guadalupe Posada, notas de prensa, crónica literaria y periodística
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