viernes, 25 de febrero de 2011

El amor en los tiempos del chat



(C) Agustín Sánchez González (1)


Tal parece que en el 2000, Platón, el viejo griego, sigue siendo vigente en muchas cosas del amor; en el Fedro se mantiene al amado al margen de una multitud de relaciones, mientras que hoy, en el mundo virtual y en la vida real, donde hay quien dice que el amor es imposible, ello puede ser factible, pues vivimos en un mundo que cada vez se encierra a sí mismo. Ahora no se busca la media naranja sino la media computadora; media línea en web, en Internet o en el chat.

Conviene hacer bien el amor era una película futurista donde el sexo se hacía a través de una pastilla; o Barbarella, donde bastaba poner una mano sobre la otra para tener un orgasmo.

Hoy que la soledad en que vive nuestra sociedad es cada vez mayúscula, parece que resulta más fácil encontrar el amor en Internet. Nuestro nuevo-viejo mundo se caracteriza por tener gente sola, aislada, incapaz de amar, de relacionarse con otros. Hoy se vive la psicosis de andar por las calles, el horror a las masas.

El miedo a la vida hace que la gente se oculte tras una pantalla, no la de la televisión, completamente pasiva, sino frente a otra más próxima, a la que se le habla, se le insulta y hasta se le ama: la de la computadora, u el ordenador, como le llaman en España que, traducido, puede ser el que ordena.

La soledad hace que en plena noche de Navidad, el 25 de diciembre, a las dos de la mañana, 134 personas estuvieran chateando por Infosel.

Hoy, el mundo vive una locura gracias a la computación. Todo es virtual, hasta el amor, dentro de una pantalla que, apoyada por un CPU, nos abre un universo de posibilidades, de conocimiento y hasta de terapia colectiva.

Aún más, las computadoras, a través del chat, en Internet, suelen ser un mundo etéreo, a veces soporífero, de la vida cotidiana de un grupo de seres, que a cualquier hora del día se meten, materialmente, en sus pantallas a vivir la vida que no viven.

Es lugar común hablar de la soledad del hombre en el fin del milenio. Aquellos que pensábamos que nuestro mundo iba a un proceso de socialización, ahora nos damos cuenta que es todo lo contrario: ahora se vive marcado por la soledad extrema. Tal vez el caso que mejor ilustra esto son los chat, que se pueden encontrar en diversos sitios de Internet, como Infosel, To2, CiudadFutura, Todito, StarMedia, etcétera.

Los chat, en esencia, son una especie de teléfono virtual abierto, por el cual se comunica un grupo de personas desconocidas entre sí. Están abiertos 24 horas al día y cualquiera que esté conectado a Internet puede acceder a él. Desde ese sitio se va a distintos cuartos donde por lo regular se dan conversaciones de lo más triviales, aunque a veces puede uno encontrar gente interesante.

Para muchos jóvenes y adultos ha sido un medio para abatir la soledad, para ligarse a sus otros, o para descargar su ira contra quien se halle en otra parte del mundo, pues el chat ofrece esa posibilidad: hablar con seres de otras latitudes.

Es probable que haya gente que se comunique con amigos lejanos o con amores de otros lares, pero me parece que son los menos.

"En esto del chat, todos sólo quieren ligar y son una bola de mentirosos, nadie te habla con la verdad", comenta Sofía, 32 años, chilanga que vive en Cancún.

Las historias de amor, de la calle, también se reproducen en la vida virtual. Hay una catalana que luego de chatearse tres meses con un puertorriqueño, decidió unir su vida a él, sin conocerse más que en foto.

"Me llamaba Bella, nos chateábamos día y noche, me decía cosas bonitas, dijo amarme; ya que iba a viajar a Puerto Rico, desapareció del chat; le hablé por teléfono pero me dijeron que ahí no vivía. Nadie sabe lo que sentí en ese momento, gracias a él, odié el amor y más por Internet.

"A los cuatro meses apareció. Dijo que se fue a Nueva York por trabajo; le dije que NY estaba llena de PC así que esa no era excusa. Me pidió perdón, pero nunca le volví a creer, de vez en cuando hablamos, pero soy fría y distante con él; aún sueña con poderme tener algún día, pero el daño que me hizo nunca lo olvidaré.

"Próximamente viajaré a Puerto Rico a la boda de mi mejor amiga del chat (que es mucho mejor que las que tengo en Barcelona). El quiere verme y cenar conmigo, pero no pasará, porque yo me encargaré de que no pase. No soy vengativa, pero lo que llegué a llorar delante de mi PC sólo lo sé yo, así que esta historia jamás la olvidaré."

Desde Cancún, Sofía cuenta que ha conocido historias de gente que se ha llevado grandes chascos. Una mujer de 35 años, de Acapulco, muy lista para los negocios, conoció a una persona de la ciudad de México; se chateaban diario, dos o tres veces al día, nunca se mandaron fotos porque él no quiso, diciendo que eso no era importante, ni saber la edad; sólo le dijo que era un profesionista, que no se preocupara por la edad, que era lo de menos.

La gran decepción ocurrió cuatro meses después: él fue a Acapulco a visitarla, la sorpresa fue mayúscula porque no era lo que ella esperaba: un joven de 19 años. Al verlo, se desconcertó pues podría ser su hijo y, además... traía unas fachas, que contrastaban en exceso con la elegante ropa de ella; así que le dio un palmo en las narices y se encerró a llorar, frente al chat, no sé cuánto tiempo.

Beatrice, de 24 años, no tiene novio por chat, pero sí conoce una historia rosa; así lo contó:

"La historia comienza...

"Es como una telenovela, ja, ja, ja.

"Era un día soleado, el sol estaba insoportable, había una compu conectada al teléfono... entró en la compu, conoció a un niño, se estuvieron hablando por teléfono; luego se conocieron en persona y se casaron. FIN."

El chat está todo el día disponible, por las tardes es frecuente encontrar españoles, dado que allá es noche; por la mañana, aun cuando hay poca gente, nunca faltan los chatanautas.

Los amores virtuales, con sus sufrimientos, sinsabores y cachondería, se parecen a los de la vida real sólo que ahí es posible la transformación de los personajes que, escudados en el anonimato, son capaces de comportarse de otra forma.

El chat tiene una gracia más: la posibilidad de recuperar la escritura; sin embargo, muestra que la vida cibernética, sin lectura, comienza a destruir la ortografía; es frecuente leer barbaridades como ola (de saludo), hay en lugar de ahí; veses, en fin, creo que los jóvenes usuarios ahora sólo leen en Internet y ante iguales; los libros son desconocidos para esos muchachos.

Decenas de mirones sólo leen lo que otros escriben. Le pregunté a una chica que hacía en un chat dedicado al sexo; me contestó que sólo escucha lo que los demás decían; otra mujer, casada, me contó que su esposo había salido de viaje y estaba ahí para masturbarse.

En Ciudad Futura es factible encontrar un sitio donde hay historias reales enviadas por los chateros de Chatmanía. Seleccioné algunos títulos: Jamás había hecho una locura por amor. Una mujer cuenta: "Sólo puedo decir que si conocieron en el chat a alguien, que no tengan miedo, que aprendan a confiar, como diría, quizás el destino nos tenga un bonito regalo...".

"Hola, mi historia en realidad es casi como cualquiera que se conoce, chatea un rato y se despide, no sin antes, algunas veces, pedir el e-mail, sólo que la diferencia es que yo me enamoré de un lindo chico de 23 años y yo tengo 47, ni siquiera mi voz me ha traicionado ya que no se oye de mi edad, pero yo no podría terminar con esto, ya que lo amo y sé que él también me ama; es una ilusión que no es fácil terminar aunque algunas veces lo he intentado, pero no puedo, nos amamos demasiado, nos extrañamos y nos buscamos siempre, para mí ya no hubo nadie más por este medio y yo sé que ni para él, lo quiero y es una ilusión, tal vez la última para mí, pero no podría ya estar sin él nunca."

También hay historias como la de una mujer que descubrió que su marido le era infiel, hablando con él, en el chat:

"Un día se me ocurrió conectarme a un chat. Entonces me enviaron un privado y cuál no sería mi sorpresa al darme cuenta de que según los datos que me daba era mi marido desde el lugar de trabajo. Empezé (sic) a sonsacarle en que se diera cuenta; me contó que no quería a su mujer (que era yo, claro), que había tenido varios rollos con chicas en la red a las que había conocido personalmente, etc. Al cabo del rato, le pedí el teléfono, porque tenía mucho interés en conocerle. El halagado me lo dio, el de su móvil, claro. Entonces le llamé, y lo más fino que le dije fue hijo de puta. Me gustaría que me aconsejarais sobre qué hacer con un tipo así."

Se han recogido muchas otras historias, estos son algunos títulos: "Estaba undida (sic) y me agarre a un chat"; "Tengo miedo de perder a mi novia por un amor de chat", "Conocí a mi actual marido en un chat"; "Yo no creía en el amor por Internet"; "Del chat al altar", etcétera.

Veinticuatro horas al día la gente pretende comunicarse, frente a la pantalla; más de uno sufre porque al igual que en el mundo real, es ignorado; otros más sueltan su furia y su fobia contra todos.

Y hay sitios para todos: gays, lesbianas, cuarentones, adolescentes, enamorados, los que buscan sexo virtual, las mujeres u hombres cachondos que se excitan con la pantalla o quienes de verdad buscan a su media pareja o, para decirlo modernamente, a quien les coloque un diskete en su corazoncito.

Y los nickname a veces son originales, otras veces burdos y los más, que ponen su nombre, apodo o se alucinan con sus héroes: Ricky Martin, Madonna y hasta los hijos de la Coca-Cola se ponen Fox. El otro día recibimos saludos de Manuelito (Mijares). Era Lucerito, que hasta cantó una canción para todos.

Y del chat se pasa al e-mail, donde puede mantenerse una relación epistolar; o hay quien ha pasado vía directa a la cama. Historias tristes de enamoramientos platónicos también las hay.

Es un mundo virtual, sin duda, donde cada nickname es una historia

(1) Apareció en la revista Etcétera, 16 de marzo, 2000
http://www.etcetera.com.mx/articulo/el_amor_en_los_tiempos_del_chat_/16483/


lunes, 21 de febrero de 2011

Proponen hacer inventario de la obra de Gabriel Vargas

Por: Notimex / Manuel Bello Hernández, Domingo, 06 de Febrero de 2011 (Últimas Noticias)

“Aunque falleció el año pasado (2010) es una figura que ya vive para siempre, pues nos dejó un retrato de la vida cotidiana mexicana”, dijo el historiador Agustín Sánchez



Se intentará realizar un inventario de la obra de Gabriel VargasMéxico.- El escritor, historiador y periodista Agustín Sánchez González pugnó porque se lleve a cabo un inventario de la obra del historietista Gabriel Vargas (1915-2010), pues alertó que en el mercado del arte circulan obras apócrifas del padre de La Familia Burrón.

Entrevistado a propósito del 96 natalicio del historietista Gabriel Vargas (1915-2010, efeméride que se cumplió ayer), el también investigador del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas (Cenidiap), llamó a tener cuidado con los falsos del cartonista.

Recordó que recientemente Guadalupe Appendini, viuda del monero, estuvo a punto de ser defraudada con una supuesta escultura elaborada en madera y atribuida a quien fuera catalogado uno de los sociólogos contemporáneos más importantes del mundo por retratar fielmente la vida urbana de México.

A pesar de que este tipo de trabajos de Vargas no fue tan conocido como sus exitosas historietas, el autor de textos como “7 moneras” y “El General en La Bombilla”, entre otros, sostuvo que se tratan de obras fáciles de detectar, pues son de muy mala calidad.

Cabe mencionar que en junio del 2010, la propia Appendini denunció que Graciela y Adriana, nietas del dibujante, ofrecieron 183 viñetas y tres acuarelas apócrifas a una reconocida casa de subastas en esta ciudad.

En aquella ocasión, afirmó, no era la primera vez que se intentaba vender piezas falsas de Vargas, pues en 2001 y 2005 realizaron acciones similares, en perjuicio del autor.

Según Sánchez González, quien es uno de los más importantes historiadores de la caricatura mexicana, llamó a que se retome el estudio de la obra de Vargas y a que se digitalicen los materiales existentes y en poder de Appendini para tener un control al respecto.

Lamentó que cerca del 40 por ciento de la obra de Vargas se encuentre dispersa y otras más, en manos de coleccionistas.

Incluso, reveló que gran cantidad de obras que el cartonista realizó para diarios como Excélsior, Novedades y El Sol de México, se desconoce su paradero y de no haber sido por la labor de recopilación y recuperación de la también periodista Guadalupe Apendinni, hoy toda la obra Vargas estaría en el olvido.

Hay que clasificar su obra, todo lo que anda perdido. Dibujos, revistas, publicaciones, documentos personales, fotografías, etcétera.

Hacer un archivo digital y estudiar más su obra, pues se sabe poco sobre de su trabajo”, mencionó.

El investigador, quien posee un sinfín de libros donde combina la historia, la literatura y el periodismo, recordó al creador de “Los superlocos”, como uno de los personajes claves para entender lo que somos los mexicanos.

“Aunque falleció el año pasado (2010) es una figura que ya vive para siempre, pues nos dejó un retrato de la vida cotidiana mexicana”, dijo.

Incluso, destacó que varios de los términos del diccionario de mexicanismos, recién publicado por la Academia Mexicana de la Lengua, fueron tomados de la historieta de La Familia Burrón.

“De ese tamaño es su importancia”, refirió.

“Fue un hombre que se formó como parte de la generación que se constituyó con la creación del estado nacional y de la educación pública con José Vasconcelos.

“Tuvo una sólida formación e impactó en los grandes intelectuales como Alfonso Reyes, Carlos Monsiváis o Sergio Pitol, quienes lo alabaron”, apuntó.

Por otra parte, adelantó que el próximo 6 de marzo, en el marco de las actividades de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería (FILPM), presentará su libro “Gabriel Vargas.

Una historia chipocluda”, un texto que realiza un recuento de la obra del ilustrador, desde su primer dibujo, realizado en 1930, hasta los últimos días de La Familia Burrón

martes, 15 de febrero de 2011

domingo, 13 de febrero de 2011

Nota Roja

Noticias de Cancun.- Los benitojuarenses al igual que la mayoría de los mexicanos poco a poco nos vamos a habituando a vivir con la nota roja a flor de labios. No es asunto de percepción. Es una cuestión de hechos. La violencia se ha extendido hasta niveles inusitados y atraviesa todos los sectores sociales. Hampa, política y mundo empresarial se han entremezclado de tal forma que ni la famosa telenovela del “Cártel de los Sapos” lo hubiese imaginado en cualquiera de sus capítulos.

No es que los medios de comunicación exageren para pelear por la audiencia o para vender más ejemplares. Las primeras planas de los periódicos reproducen, lisa y llanamente, lo que acontece en las plazas públicas y en los sótanos del país. No inventan, reflejan. La prensa no es hoy más amarillista o escandalosa de lo que era hace unos años. Es la realidad la que se ha modificado y ha hecho de las acciones criminales un asunto cotidiano. Los medios no pueden ignorar este hecho. La prensa construye una realidad a la medida de su público, no la inventa.

La muerte de Paulette, el secuestro de Diego Fernández de Cevallos y la detención de Gregorio Sánchez Martínez, por citar los últimos eslabones de la cadena, son realidades, no invenciones mediáticas. Como lo son, con toda su elocuencia dramática, los cadáveres decapitados en cualquier Región de Cancún; las cabezas cercenadas que regularmente están apareciendo en el Estado y otros lugares del país; las narcomantas; la ejecución de cantantes famosos a los que se relaciona con cárteles de la droga; el asesinato de 16 muchachos en una fiesta en Ciudad Juárez, o la muerte de estudiantes del Tec de Monterrey.

En lo hemeroteca recién encontramos un viejo escrito de Don Jorge Ibargüengoitia, que a la lectura se ve muy actual y se titula En primera persona: nota roja: “Leo notas rojas con frecuencia sin ser sanguinario ni sentirme morboso. Creo que todas las noticias que se publican son las que presentan más directamente un panorama moral de nuestro tiempo y ciertos aspectos del ser humano que para el hombre común y corriente son en general desconocidos; además siento que me tocan de cerca.”

Al tener a México con la nota roja en primera plana, los medios están describiendo, con toda crudeza, el panorama moral de nuestro tiempo y nuestro país. La historia de la administración de Felipe Calderón se está contando en la nota roja de los periódicos no en los artículos y discursos de sus publicistas oficiales. Su sexenio pasará a la historia como el del Ejército en las calles, los miles de asesinados, las violaciones a los derechos humanos y la inseguridad pública.

En su libro Terribilísimas historias de crímenes y horrores en la ciudad de México en el siglo XIX, Agustín Sánchez cuenta cómo la nota roja del siglo XIX nos habla de la nación de la derrota, de la venganza, de la frustración, reflejadas en el robo, el asesinato, el suicidio. De la misma manera, en sus informaciones diarias, la prensa de hoy nos cuenta el drama de la descomposición política y económica de sus elites. Es sus páginas están narrados el dolor y el drama de los ciudadanos de a pie, la intriga y el odio de las cúpulas del poder, el grado de corrupción cívica.

De cuando en cuando, desde el poder se ensayan maniobras para contener daños. Cuando a comienzos del sexenio comenzaron a agolparse los cadáveres y el papel de las rotativas se llenó de sangre, operadores gubernamentales trataron de convencer a los directivos de los medios de la inconveniencia de decir que los muertos habían sido ejecutados. La iniciativa hizo agua a los pocos días.

Ahora, el mismo Felipe Calderón insiste en que el problema de la gravedad de la violencia es un asunto de percepción y no de hechos. Según el gobierno y sus intelectuales, los medios divulgan la existencia de los corceles del Apocalipsis trotando por el país, pero las catástrofes no existen realmente, no, al menos, en la magnitud en la que se reportan. Y, con todos los recursos a su alcance, procuran construir consensos para que los medios moderen su cobertura. Ya el renegado ex guerrillero salvadoreño Joaquín Villalobos, asesor de la administración calderonista, se encargó, desde las páginas de los periódicos de leerle la cartilla a quienes desde los medios informativos alertan sobre el fracaso de la estrategia gubernamental del combate a las drogas. El apagón informativo decretado alrededor del secuestro de Diego Fernández de Cevallos es el último asalto de esta batalla por controlar lo que se publica y dice.

En esta lógica, el siguiente paso será emular al Congreso de Rumania, que aprobó que la mitad de las noticias difundidas por los medios debían de ser positivas. O, quizás, promover la publicación de un periódico quincenal como el estadunidense Good News, que se negaba a divulgar malas noticias. Good News apareció sólo 16 meses y, por supuesto, se negó a informar sobre su fracaso. La cabeza de su último número decía No se declaró ninguna guerra en 16 semanas.

México se ha convertido en el país de una nota roja que es retrato fiel de la decadencia de sus elites económicas y políticas. Que a esas elites no les guste verse reflejados cada mañana en el espejo de la prensa es explicable. Lo que es inadmisible es que los diarios renuncien a funcionar como espejos que reflejen la descomposición del país.
Por José Zaldívar

AHI SUCEDIO

28 de enero, 2010 etcétera Le recomendamos: Paseo literario revive la nota roja del siglo XIX
Los sucesos que narró la nota roja del siglo XIX servirán para trazar un recorrido en la ciudad de México este fin de semana. La ruta la formarán aquellos puntos en los que ocurrieron los crímenes más célebres de esa época.

El itinerario será guiado por el periodista y escritor Agustín Sanchez, autor del libro Terribilísimas historias de crímenes y horrores en la ciudad de México, publicado en 2004 por Ediciones B.

El recorrido está organizado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), como parte del ciclo "Lecturas de la ciudad. Paseos literarios".

La cita es el domingo 31 de enero, a las 10:00 horas, en la Casa Leona Vicario, ubicada en la calle República de Brasil, número 37, en el Centro Histórico.

La caminata comprenderá calles como Donceles, Correo Mayor e Isabel La Católica, informó el Conaculta a través de un boletín. Para mayores datos, comunicarse al teléfono 5526-0219.

El libro

Terribilísimas historias de crímenes es un conjuto de historias criminales ocurridas entre 1822 y 1899 en la ciudad de México. El volumen es fruto de la consulta que Agustín Sánchez realizó en los diarios de aquella época.

Algunos de los relatos están escritos con el estilo periodístico del siglo XIX. Tal es el caso de Ola de crímenes: mujeres matamaridos, Un niño entre los plagiarios de Ahuixotla, El fisgón de la buena muerte, Se quema el circo Chiarini, Vuelve el jinete de la muerte y Famoso poeta se suicida.



http://www.musicnightintl.com/cultura/agust%C3%ADn-s%C3%A1nchez/

De nota roja

Ni la violencia ni la sed por leer sobre crudelísimos crímenes son novedad; esto queda claro al hablar del tema con el escritor Agustín Sánchez.

Por Alberto Castillo


La labor del investigador del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas del INBA, Agustín Sánchez González, se ha centrado en el siglo XIX, del que no sólo ha rebuscado en sus letras sino también en sus imágenes. Los caricaturistas de época eran tan virulentos como los de hoy en día y los presidentes no se escapaban de ser ridiculizados. En su libro de reciente aparición Terribilísimas historias de crímenes y horrores en al Ciudad de México en el siglo XIX. (Ediciones B, 2006) Agustín Sánchez entrega una serie de relatos extraídos de la nota roja en los que los hechos de sangre son protagonistas. La entrevista con CAMBIO se dio en un café de la colonia Condesa, evento al que se sumó, por azar, el también escritor Federico Campbell.
—Da la impresión, a leer tu libro, de que la Ciudad de México siempre ha sido violenta…
—Son fenómenos que suceden en todo el mundo. En Madrid hay un fenómeno muy fuerte de libros sobre asesinos de mujeres. Hay títulos incluso como “ellas matan mejor”. Es un poco la moda de allá.
—Sin embargo, con la historia que mencionas de una banda ligada al jefe del Estado Mayor de Antonio López de Santa-Anna, se evidencia que la relación entre el poder y el crimen en México es añeja.
—Por supuesto. Esa fue una parte impresionante. Estas crónicas de nota roja son una buena muestra de un país que cambió para seguir siendo el mismo.
—¿Cómo le entraste a la investigación de la nota roja?
—Hace muchos años habíamos hecho un proyecto con la SOGEM [Sociedad General de Escritores de México] de nota roja de la Ciudad de México y, como los proyectos gubernamentales quedan truncados, nunca lo publicaron y quedó por ahí.

CRIMEN Y PODER
En este momento de la conversación cruza frente a la terraza del café Federico Cambpell, al reconocer a Sánchez se acerca para saludarlo. Entonces, este reportero le explica el tema de la entrevista y Campbell sze interesa por las respuesta de Sánchez”.
“Y sí, este es un país con mucha desigualdad y con gran organización para el crimen. Aquí una de las mejores historias es la que toma Manuel Payno para hacer Los Bandidos de Río Frío.”
—¿Oye, es cierto que los bandidos de Río Frío eran policías?- le pregunta Campbell a Sánchez.
—El asistente de Santa-Anna, Juan Yáñez, el jefe de Estado Mayor, tenía acceso directo a él, así que cuando le decían “señor, vamos a llevar el oro a Veracruz y va en tal lugar’, cuando llegaban los bandidos, ya sabían exactamente en qué lugar buscar”, sin mayor derramamiento de sangre.
—¿Cuál es tu principal fuente para el libro?— cuestiona este reportero.
—Hay varios tipos de textos. Por ejemplo, leí a la marquesa Calderón de la Barca buscando, a Altamirano, a Bustamante, buscando hechos criminales.
—¿Dónde se publicaban estos textos en el siglo XIX?
—No había muchos periódicos. El título del libro es un homenaje a Posada, que tenía una publicación llamada La Gaceta Callejera, donde pone estos títulos que después hereda Alarma. Estos títulos de “La horrorosa historia del horroroso hijo que mató a su horrorosa madre” o “Tristísimas lamentaciones de un enganchado”.
—Yo había pensado que esto era relativamente nuevo…
—No, es una tradición del siglo XIX, que surgió de un cuate llamado Constancio S. Suárez, que era quien hacía las cabezas para La Gaceta Callejera, que era una hojita que aparecía cada vez que había un hecho violento. Entonces Posada imprimía su hojita y la vendía al día siguiente. De hecho el libro termina con la historia de una chava que se lanza de las torres de Catedral por una cuestión amorosa.
Federico Campbell se ríe de la decisión de la joven y comenta: “¡Qué estúpida! Hay muchos peces en el mar”.

LA MODA DEL SUICIDIO
Sánchez agrega datos que hacen la historia aún más risible:
—Se da un fenómeno colectivo de suicidios. Los periódicos prohíben las noticias de suicidio porque se puso de moda.
Campbell relata que durante hace unos años se dio una ola de suicidios de niños en Japón, debido a que se les presionaba para obtener cada vez mejor calificaciones. De vuelta al siglo XIX Sánchez relata el conocidísimo caso de Manuel Acuña, aquél del Nocturno a Rosario:
—Acuña se suicida por Rosario de la Peña, que traía locos a todos los intelectuales de la época. Y el único que se suicida es Manuel Acuña. Además es muy chistoso, porque este cuate, que en realidad no quería suicidarse, camina de noche por toda la Ciudad de México buscando que lo asalten, que lo maten y no le pasa nada. Entonces al día siguiente se suicida. A veces los periódicos pagan por noticias, y hay una historia de un tipo que llega a la redacción de un periódico y dice “¿Aquí compran noticias de crímenes y asaltos?” y le responden que sí; “¿y cuánto pagan?”, pregunta; “pues depende de la noticia”; “¿y cuánto pagan por esto?”, dice y se destapa el vientre y enseña las tripas de fuera.
Campbell abre los ojos y comenta: ¡A poco pasó eso! Si lo pones en una novela nadie te lo cree.
Resulta evidente que Agustín Sánchez consigue su objetivo: atraer lectores. En la parte final de esta entrevista se lamenta de lo poco que se lee en México. Estas historias terribilísimas son su granito de arena para acercar al gran público a la lectura. Están bien escritas, documentadas, hablan de la historia de este violento país y, sobre todo, son entretenidas y sorprendentes.

Por el fin de los caudillos

  No a los caudillos, si a la pluralidad Agustín Sánchez González Se les mira por las calles en pequeños grupos, portan un chaleco con l...