miércoles, 16 de noviembre de 2016

La caricatura mexicana en el blog de Kap, caricaturista catalán

14/12/06

La Caricatura Mexicana


Mi buen amigo el historiador y estudioso del medio caricatural Agustín González, autor del extenso Diccionario biográfico ilustrado de la caricatura mexicana (México: Limusa, 1997), me ha hecho llegar un par de estupendos libritos sobre esta materia. Primero, Los medallistas olímpicos vistos por los moneros, editado por la Asociación Mexicana de Medallistas Olímpicos y la activa Sociedad Mexicana de Caricaturistas. En él, todos los medallistas olímpicos entre 1932 y 2004 son dibujados por el lápiz alegre y afilado de los cartonistas mexicanos. Cada deportista -presentado con su disciplina y el lugar y año de los juegos en los que consiguió la medalla-, es retratado por uno de los caricaturistas, a los que acompañan una serie de datos biográficos y una pequeña autocaricatura. El volumen se inicia con una presentación del presidente de la Asociación de Medallistas, y una introducción del presidente de la Sociedad Mexicana de Caricaturistas y director del Museo de la Caricatura, el también dibujante y buen amigo Trizas. Sigue una interesante contextualización de Agustín González que ya da paso a la galería de dibujos hechos por Alfredo Guasp (cuya caricatura del boxeador Francisco Cabañas es la imagen que podéis ver aquí), Trizas, Castre, Sam, Art, Ernesto García Cabral, Fran, Luis Xavier, Arias Bernal, Audiffred, Ras, Davica, Rocko, Freyre, Franco, Terrazas, Castre, Romero, Altamirano, Rochagarfias, Rubén, Garci, Jacobo, Castrux, Maral, Zetina, Paco Baca, Alarcón (otro buen amigo), Flores, Gabriel, Manjárrez, Salazar Berber, Pacote, E. Gómez, Ector, David Carrillo, y Castruita. Una experiencia que nació en la clausura de la exposición "La Olimpiada del Humor" en el Museo de la Caricatura de México, y que cuajó para gozo y alborozo de los que gustan de los monos y el deporte. Se trata, sin duda, de un libro a la par interesante y divertido, pues una cosa que hace años que he constatado es el gran nivel de los dibujantes mexicanos. Ya desde mi primer encuentro en las jornadas de Alcalá de Henares con Trizas, Apebas, y Carreño Jr. descubrí el dominio técnico y la destreza de todos ellos, lo que confirmé al conocer tanto a Juan Alarcón como a Alecus. En el difícil arte de la caricatura, ellos se desenvuelven con una soltura descomunal, enriquecida por recursos técnicos inauditos lo que da resultados de gran plasticidad; digo yo que no se si será el tequila.




El otro volumen es un estudio gráfico-biográfico del dibujante pachuqueño Armando Guerrero Edwards (1903-1995) editado en 2004 conjuntamente por la Sociedad Mexicana de Caricaturistas y por la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. En Guerrero Edwards, imagen y perseverancia, Agustín Sánchez nos conduce por un conciso pero exhaustivo recorrido por la trayectoria vital y profesional del más longevo de los dibujantes mexicanos, creador de personajes tan importantes en la historieta de ese país como Chicharrín y el sargento Pistolas. Descubriremos los orígenes del monero que, con apenas once años, una vez huérfano, se escapó de casa de sus tíos y se marchó con un grupo de soldados a hacer la revolución; su participación en el concurso de caricaturas del diario
El Universal en 1924; la influencia de "El Chango" García Cabral que le invitó a colaborar en la revista Fantoche; sus trabajos publicitarios entre los que destaca la creación del osito de Bimbo; la creación de la mítica revista Piocha; y su larga trayectoria en el periódico Excélsior. Un apasionante texto, acompañado de una importante nota bibliográfica (cosa que siempre es de agradecer en este tipo de trabajos), y una amplia muestra de viñetas, chistes e historietas de Guerrero Edwards. El librito se completa con una presentación del consejo editorial de la Universidad de Estado de Hidalgo y de Trizas, como Presidente de la Sociedad Mexicana de Caricaturistas. Un interesante esfuerzo editorial que añade una pieza valiosa al corpus bibliográfico de la historia de la caricatura, el dibujo de humor y la sátira gráfica, que buena falta nos hace.

domingo, 13 de noviembre de 2016

Mi homenaje a Naranjo en Confabulario

Este texto lo escribí a los pocos minutos de enterarme del fallecimiento de Naranjo.


Un enorme caricaturista que mi generación tuvo el privilegio de leer y gracias a ello, mirar el mundo (y el arte) de otra manera.



sábado, 12 de noviembre de 2016

Los ojos (y las hojas) de Naranjo

Hace algunosaños, con motivo de la donación que hizo Rogelio Naranjo a la UNAM publiqué este texto en el libro Vivir en la raya, un homenaje a uno de nuestros grandes creadores.



martes, 1 de noviembre de 2016

El bond que nunca usó Posada

Al ingenioso Miguel Mancera se le ocurrió inventar un festival luego de ver la película de James Bond. Así lo declaró hace unos días. 

Posada, hay que decirlo, nunca dibujó en Bond.

Les comparto un breve texto que escribí en 2013 al respecto.


Estamos a punto de celebrar la Fiesta de Todos Santos y Día de los Fieles Difuntos, una tradición que corresponde al mestizaje mexicano, con aportaciones tradicionales indígenas pero, creo, con una fuerte influencia católica, europea. Queda por aclarar e investigar, más allá del "indigenocentrismo", el peso de las danzas macabras renacentistas, más que los viajes al inframundo mesoamericanos. En fin, también, queda el gigantesco mito de Posada como un fenómeno dedicado sólo a la muerte y, sobre todo, a la Catrina con una exageración tal, que la han convertido, es real, en la Diva de México (así lo nombró el Municipio de Aguascalientes), y corriendo el riesgo de convertirse en una botarga como el dr. Simi. En estos días, me niego a subir calaveras de Posada (cuyo porcentaje no debe ir más allá del 5% del total de su obra) en cambio, como un homenaje permanente, subiré esta semana sus diablos, fantasmas y demás monstruos.

domingo, 30 de octubre de 2016

Una caricatura de hace 100 años

El 22 de octubre de 1916 apareció la primera caricatura en el periódico El Universal.
Esta es la historia que hoy podrán leer en las páginas del suplemento Confabulario

lunes, 24 de octubre de 2016

El día de muertos: una invención macabra o Cómo se inventó la Catrina

El día de muertos:
 una invención macabra
Agustín Sánchez González


(Apareció en la mejor revista de historia que hay en México: Relatos e historias de México, noviembre de 2015)

Cuando uno revisa los periódicos del siglo XIX, es raro encontrar noticias que den cuenta del Día de Muertos con el sentido que tiene hoy, como la gran conmemoración que, se dice, tiene orígenes prehispánicos. Y hoy en día, en casi todas las plazas públicas del país, y también en el Zócalo de la Ciudad de México, se celebra esta fiesta.


En la prensa del siglo XIX lo que se halla son noticias sobre largas procesiones a las tumbas de los difuntos en donde se realizan una suerte de fiestas que muchas veces culminaban en borrachera, pero no se menciona que la conmemoración sea de carácter indígena, aunque era obvio, que como tantas otras fiestas tradicionales, se expersara el carácter sincrético del mestizaje cultural.
Pero es importante, no debemos olvidar que en noviembre se suceden dos conmemoraciones católicas en torno a la vida y la muerte: el día primero se recuerda a Todos los Santos y el día 2, el Día de los fieles difuntos.
Fue con los primeros gobiernos posrevolucionarios, que comenzó a conformarse una cultura y una iconografía nacionalista basada en el orgullo de las raíces indígenas, entendidas éstas como el origen nacional, y de inmediato esto se hizo visible en las fiestas del Centenario de la Consumación de la Independencia, en 1921, donde los indígenas fueron una figura central en el desfile y hasta se organizó, por primera vez, el concurso de la India Bonita, para rescatar la belleza “mexicana”, como sinónimo de indígena.
El historiador Ricardo Pérez Montfort, en su ensayo Las invenciones del México indio. Nacionalismo y cultura en México 1920-1940 muestra como el indigenismo fue ligándose cada vez con mayor fuerza a los proyectos oficiales, mientras que el hispanismo formó parte del discurso conservador.
Este nacionalismo comenzó a desplazar cualquier otra visión cultural. De tal suerte que se promovieron, de una manera institucional, todos aquellos eventos  que destacaban la visión indígena. (Por ejemplo, en 1930 Quetzálcoatl fue promovido como sustituto de los Reyes Magos, e incluso hizo regalos a los niños pobres)
De ese modo, la fiesta de muertos comienza a aislar la celebración católica y a inventaruna nueva celebración, en la que se consolidarán algunas calaveras de José Guadalupe Posada pero, principalmente, la Catrina, obra de Diego Rivera, y que por la gente adjudica a Posada, hasta la fecha. 
Y aunque la prominencia de lo indígena se impuso, hay que decir que esta conmemoración es más cercana a las danzas macabras con sus diálogos en verso y la alegoría de la muerte, personificada como un esqueleto humano que muestra a las figuras del poder para recordar que su paso es efímero por la vida. En sus Coplas a la muerte de su padre, Jorge Manrique describe muy bien esa visión.
El gran dibujante José Guadalupe Posada, quien se ha convertido en una figura central del imaginario del Día de los Muertos, como si fuese recuperador de la tradición prehispánica, en realidad jamás se interesó por el indigenismo histórico porque él dibujaba para asustar a los lectores con sus danzas macabras; y éstas son más cercanas a las calaveras renacentistas europeas o a los horrores que pintó en España Francisco de Goya (1746-1828) que al tzompantli mexica.
 En todo caso, la obra del mexicanísimo Posada tiene más influencia europea que prehispánica. De hecho, la primera calavera que se conoce, publicada en el periódico El Jicote, en 1871, es una calavera con guadaña, y de rasgos medievales.
Posada nació y vivió la cultura eminentemente católica, y se expresa en su visión artística, que nada tiene que ver con el indigenismo. Es más posible hallar una influencia en el libro del siglo xviii, La portentosa vida de la muerte, de Fray Joaquín Bolaños.
La otra vertiente de la fiesta de muertos, se encuentra en la presencia de Don Juan Tenorio, de José Zorrilla, una pieza teatral que se representaba en México desde los años 30 del siglo XIX, cuando el autor vivió en nuestro país, y que desde sus orígenes se relacionó con el día de muertos, tanto por la escena del cementerio, como de las apariciones, así como por el uso de la versificación, como sucede en días de Todos Santos. Y que por esa asociación que hicieron los espectadores, también comenzó a representarse a principios de noviembre.
El nacionalismo mexicano, gestado en los primeros decenios posteriores a la Revolución Mexicana, generó diversas formas culturales con el sello de ser tradicionales pero en cierto sentido son invenciones sociales que con el tiempo adquirieron la imaginación de ser ancestrales, y una de estas es la fiesta religiosa católica que por diversas artes se convirtió en una antigua fiesta pagana… en el siglo xx.

viernes, 7 de octubre de 2016

Por el fin de los caudillos

  No a los caudillos, si a la pluralidad Agustín Sánchez González Se les mira por las calles en pequeños grupos, portan un chaleco con l...