i. A media noche
Agustín Sánchez González
A la media noche impresiona el silencio.
El asta bandera
se halla vacía, las campanas de Catedral no se mueven, ni se conmueven.
Me recargo en la base que
sostiene el asta y doy vueltas y vueltas y más vueltitas. Recuerdo los juegos
de la infancia, recuerdo las vueltas, pero también las revueltas vividas en
esta enorme mole de concreto.
Pienso en los setenta y en los
ochenta, pienso en el dos mil, pero también evoco las pequeñas cosas, los
breves momentos, el tiempo, los tiempos.
Son las doce de la noche.
Apenas aparecen unas cuantas personas que pasan sin miran, o gente que corre
para alcanzar el último tren del metro.
Pocos automóviles recorren las
calles. Una patrulla transita despacio, se detiene a mirar y se marcha.
Hay pocas luces en los
edificios aledaños a la plaza. Añoro los foquitos navideños y/o patrioteros,
aquellos de las fiestas de independencia, la revolución o la navidad. El Cura
Hidalgo y José María Morelos. Pancho Villa y Emiliano Zapata. San José y la
Virgen.
Pero hoy, a la media noche,
titiritando de frío, estoy solo en el corazón de la ciudad, en el ombligo del
mundo, y el silencio, dice Sabines, es lo más fino, lo más insoportable.
En el zócalo, el sosiego
permite escuchar los estruendosos gritos de otros momentos, los ecos de los
años, de las vidas, de los corazones que laten y han latido, de los besos de
amor y desamor. Alguna vez hubo una manta con una leyenda que siempre me
pareció muy mía: “Tu corazón está a la izquierda”
Sé que son miles, quizá cientos
de miles, las personas que se han besado alguna vez aquí.
Noche y día, luz y sombra.
Nuestra Plaza de la Constitución, nuestra historia nacional, nuestra vida
crónica, nuestra historia personal.
Aquí comenzó todo.
Unos pasos hacia el sur, está
la escultura de un grupo de peregrinos aztecas que coinciden, asombrados, con
el águila de los sueños, la que se halla sobre un nopal y devorando una
serpiente.
Dicen que así empezó México. Lo
creemos, lo difundimos, lo comentamos, lo vivimos. Luego, dos calles más
adelante, puede leerse una placa que indica el sitio exacto del encuentro entre
Moctezuma y Cortés, mismo que nos llevó al mestizaje, al
encuentro-desencuentro, a la lucha que generó un nuevo pueblo, una nueva
cultura.
CONTINUARÁ...