Hace 28 años abrió sus puertas la Escuela Internacional de Cine
y televisión, en San Antonio de los Baños, un pequeño pueblo cercano de La
Habana. Se gestó un sueño de Gabriel García Márquez de crear una escuela para
el tercer mundo en lo que era, o se pensaba que sería, otro mundo
posible.
La escuela ofrecía tres niveles: una
licenciatura, un posgrado y un esquema de alto nivel, llamado Diálogos de Altos
Estudios.
Tuve la suerte de participar en ese
primer Diálogo, que era encabezado por Eduardo Galeano. Debo decir que si en
ese viaje comencé a abrir los ojos acerca de la dictadura pero, aun creía en
ese proceso.
Galeano nos mostró una lectura de la
historia más emparentada con la literatura, en algo que no sé si él lo dijo: la
aprehensión de la historia en la literatura.
Fue un curso excepcional que disfruté
como nunca pues además era un grupo de estudiosos de toda América, de México
iba la poeta Perla Schwartz y el inolvidable Federico Campbell con quien me
tocó compartir departamento en los días que anduvimos por allá.
Una de las tardes que tuvimos descanso,
saqué un mezcal que llevaba y se lo invité a Galeano y lo disfrutamos tanto
que, meses después, me mandaría una postal con un pequeño texto recordando ese
espléndido mezcal oaxaqueño.
Después lo vi un par de veces que estuvo en México en brevísimas
charlas y saludos pues era un hombre que viajaba con una agenda apretadísima, a
diferencia de aquel año de 1987 cuando estuvimos un par de semanas de tiempo
completo y en donde, creo yo, adquirí una forma de ver la historia y la literatura.
Ya no está Galeano con nosotros, pero en mi quedó una enseñanza
directa, una manera de leer el mundo (a pesar de que en los últimos años dejé
de compartir muchas de sus concepciones políticas)
Ya no está Galeano, pero en uno de mis libreros se encuentra esa
vieja postal de fin de año de 1987, con la fotografía de Humphrey Bogart que
llegó a mi casa desde Uruguay, así como el recuerdo de esos días en San Antonio
de los Baños, en plena campiña cubana, y con el gusto de esos años juveniles
que se fueron pero que ahí están para siempre.
1 comentario:
Que maravilla Agustin, tener estas vivencias que son el unico tesoro que el ser humano puede acumular
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