domingo, 27 de mayo de 2012

Presentan en Bellas Artes recopilación de testimonios de más de 50 autores

Cultura • 27 Mayo 2012 - 4:44pm — Notimex En el libro se encuentran textos de personalidades como Parménides García, Elena Poniatowska, José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis y Jorge Ibargüengoitia, entre otros. • Una crónica de Elena Poniatowska acerca del sismo de 1985, otra sobre el Festival Avándaro en 1971, por Parménides García, y una más de Federico Gamboa sobre las fiestas del Centenario de la Independencia en 1910, se pueden leer en el libro “La vida en México (1910-2010)” presentado hoy en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. Se trata de un trabajo del historiador y periodista Agustín Sánchez González, quien presenta los testimonios de más de 50 autores, entre los que se encuentran Jorge Ibargüengoitia, Alfonso Reyes, Carlos Monsiváis, Ramón López Velarde y José Emilio Pacheco, quienes conducen por la cotidianidad del siglo pasado. Los artículos que reúne este volumen reflejan con exactitud y amenidad las muchas ciudades que conjuga la capital de la nación, espejo de un país que es muchos países a la vez. “Se trata de una lectura de 100 años que inicia con un crónica de Federico Gamboa en las fiestas del Centenario de 1910 y termina con el Paseo de los Héroes, una crónica de Jacobo Zabludovsky. “Esta obra, no es sino una antología que recoge las diversas formas de ver la vida mexicana, desde muchas perspectivas”, dijo Sánchez, quien es también investigador del Centro Nacional de Investigación, documentación e información de Artes Plásticas. Refirió que el objetivo del volumen fue integrar una selección fresca, rica y diversa que mostrara con viveza la cotidianidad de la ciudad durante un siglo, un siglo que comenzó tarde con la celebración del Centenario de la Independencia y el fin del Porfiriato, y que terminó con la conmemoración del Bicentenario. El resultado: un mirador de las transformaciones de México y el mundo. Invitado por la entonces coordinadora de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes, Enzia Verdiqui, entonces quien le propuso a partir de su experiencia, realizar un libro sobre la lectura 100 años de México, el autor comentó que esta publicación, “es una búsqueda de calidad y no de cantidad, de buscar la excelencia y de una serie de elementos”. “Es un juego de espejos, en donde se muestra el pasado y el presente; es un juego entre mexicanos”, mencionó Sánchez González, al tiempo que agregó que el texto es una especie de agradecimiento a sus lecturas y a dos grandes personajes que en su vida fueron fundamentales: Carlos Monsiváis y Paco Ignacio Taibo I. La puntual crónica de la Decena Trágica que la del culto a San Juditas, los días 28 de cada mes, en la iglesia de San Hipólito, a la que bandas de chavos acuden para cumplir con una dinámica tradición “mazahua-skatopunk”, en la que santería y drogas se juntan abigarradamente, son otras de las crónicas que se presentan. Editado por la Universidad Autónoma de Nuevo León, en 400 páginas se lee cómo ha evolucionado el consumo de drogas y la venta al menudeo en unos cuantos años y también cómo se ha degradado el queso, sí, el queso que se consume ahora no se compara con el que probara el periodista José Alvarado en su época. Para su autor, el presente libro producirá fascinación y espanto, “un efecto como el de la misma ciudad”, dice Juan Villoro: “México es una suerte de mujer barbuda, de cuyo abrazo sus habitantes no se pueden desprender”.

Honran memoria de don Gabriel Vargas

Mantienen viva la memoria del historietista tulancinguense. Foto: El Sol de Hidalgo. El Sol de Hidalgo 27 de mayo de 2012 Por La Redacción Pachuca, Hidalgo.- En homenaje a Gabriel Vargas, creador de la Familia Burrón, se develó una placa conmemorativa en el que fuera su domicilio en la colonia Cuauhtémoc de la Ciudad de México. A dos años de la partida del historietista tulancinguense, a iniciativa de su viuda, la periodista Guadalupe Appendini, se refirió al reconocimiento que se encuentra en la calle Carlos J. Finlay, donde estuvo el taller del artista hidalguense los últimos 40 años. Un comunicado del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes (Cecultah) afirma que al acto asistieron amigos, colegas y familiares de Gabriel Vargas (1915-2010). Entre ellos, el escritor e historiador Agustín Sánchez González y
el periodista Alberto Carbot. Guadalupe Appendini dio muestras de agradecimiento y exhortó a recordar a "Gabriel, siempre, no sólo cada año". Al hacer uso de la palabra, Agustín Sánchez González apuntó que se trata de una placa alusiva en el sitio donde prácticamente se realizó toda la segunda etapa de La Familia Burrón. Comentó que la idea de colocar esta placa fue a raíz de un artículo que publicó en la revista Relatos e Historias de México: Una calle de la colonia Cuauhtémoc, de la Ciudad de México, recuerda al médico y científico cubano Carlos J. Finlay, que murió en 1915; en ese mismo año nació, en Tulancingo, Hidalgo, uno de nuestros grandes genios: Gabriel Vargas Bernal. "Tener una placa, significa que Vargas está vivo y que ese lugar (su domicilio) es, para muchos de los admiradores del maestro, un espacio que van a poder convertir en lo que yo alguna vez llamé la fábrica de sueños", concluyó. La placa fue diseñada por Jorge González Arce. Es de bronce y contiene algunos de los personajes de La Familia Burrón, así como la caricatura de quien fuera considerado uno de los sociólogos contemporáneos más importantes del mundo, por retratar fielmente la vida urbana de México por más 70 años, a través de la historieta.

jueves, 24 de mayo de 2012

Reúne Agustín Sánchez artículos sobre un siglo de vida en México

Miércoles, 23 de Mayo de 2012 (Últimas Noticias) 

La reciente publicación del historiador Agustín Sánchez, será presentada por los escritores Humberto Musacchio, Mónica Lavín y Emmanuel Carballo. 


Federico Gamboa, Alfonso Reyes, José Juan Tablada, Ricardo Garibay, Elena Poniatowska, José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis, Juan Villoro y Fabrizio Mejía Madrid, son algunos de los autores compilados en "La vida en México (1910-2010)", de Agustín Sánchez González, a presentarse el 27 de mayo en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, el libro incluye más de 50 artículos que muestran múltiples visiones y memorias que sobre la Ciudad de México, de la inspiración y pluma de periodistas, cronistas, escritores y poetas, reunidos aquí por Sánchez. 

La reciente publicación, prologada y compilada por el historiador Agustín Sánchez, será presentada por los escritores Humberto Musacchio, Mónica Lavín y Emmanuel Carballo, informó el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), en un comunicado. 

 El autor de esta compilación asegura en el prólogo de "La vida en México (1910-2010)", que seleccionar este material no fue nada fácil, pues se buscó integrar una selección fresca, rica y diversa, que mostrará con viveza la cotidianidad de la ciudad durante un siglo, que comenzó con la celebración del Centenario de la Independencia y el fin del porfiriato, que terminó con la conmemoración del Bicentenario. 

 El lector encontrará en este volumen lo mismo la puntual crónica de la Decena Trágica que la del culto a San Juditas, que se realiza los días 28 de cada mes en la iglesia de San Hipólito, y la que bandas de jóvenes acuden para cumplir con una dinámica tradición "mazahua-skatopunk", en la que santería y drogas se juntan abigarradamente. 

 Agustín Sánchez González (1956) es licenciado en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y ha sido considerado uno de los más importantes especialistas en la caricatura mexicana, autor del clásico "Diccionario biográfico ilustrado de la caricatura mexicana". Su obra ha sido compilada en varias antologías literarias y ha recibido diversos reconocimientos por su trabajo literario y de investigación, tales como el segundo lugar del Premio de Crónica Bernal Díaz del Castillo en 2002.

miércoles, 23 de mayo de 2012

EL VERDADERO NOMBRE DE LA CATRINA

El verdadero nombre de La vida del caricaturista e ilustrador mexicano más afamado de finales del Siglo XIX y principios del XX, José Guadalupe Posada, está construida a base de historias de las que poco se puede comprobar Martes 6 de Marzo del 2012.- A finales de siglo XIX, México vivió un momento de sumo esplendor en el ámbito de las bellas artes, sobre todo en la pintura, escultura y arquitectura, que en la actualidad podemos apreciar en decenas de monumentos arquitectónicos que engalanan distintas ciudades del país. En los primeros años del tercer milenio, dichas expresiones artísticas sufrieron un cambio radical, pues dejaron de ser simples expresiones de estética y belleza, para convertirse en un vehículo de denuncia social, basada en una práctica indígena que tuvo gran auge con artistas como Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros: la pintura mural. Junto con la figura de los muralistas, surgió otro artista enigmático y que ha sorprendido con su obra, tanto a propios como extraños, de la cultura mexicana y que cada noviembre sale a relucir. Nos referimos a José Guadalupe Posada. José Guadalupe Posada fue un pintor, ilustrador y caricaturista mexicano, nacido el 2 de febrero de 1852, en la ciudad de Aguascalientes. Desde niño mostró habilidades en el dibujo, por lo que ingresó a la Academia Municipal de Dibujo de su estado. Con 16 años de edad, se convirtió en ayudante y aprendiz de Trinidad Pedroza, uno de los litografistas más destacados de la época. En un principio, Posada se dedicó a hacer caricatura política; colaboró con diversos medios impresos de la época, algunos famosos tales como "El Jicote", que fue el periódico encargado de publicar sus primeras viñetas y difundirlas a todo el público mexicano, cuando contaba con tan sólo 19 años. Durante un tiempo vivió en León, en donde se desempeñó como docente en la Escuela Preparatoria de la ciudad guanajuatense; posteriormente se mudó a la Ciudad de México, en donde trabajó en distintas editoriales, quedando plasmados sus grabados en varios periódicos de aquella época. Gracias a esto, su nombre saltó rápidamente a la fama, la cual creció aún más, cuando realizó un trabajo de crítica social y retrató con exactitud las creencias y forma de vivir de la sociedad mexicana, con un sentido del humor y lleno de sátiras. La obra de Posada es bastante extensa; podemos encontrar caricaturas políticas, de escenas cotidianas, pero la más famosa y la que cada 2 de noviembre es recordada, son las famosas calaveras; las cuales se han convertido en todo un ícono de la cultura nacional. El mismo diego Rivera alguna vez dijo que este hombre era "el prototipo del artista del pueblo" e incluso, se le considera como el precursor del movimiento nacionalista en las artes plásticas por el resto de los pintores más importantes de la época revolucionaria. Falleció en el Distrito Federal el 20 de enero de 1913, increíblemente en la pobreza, solo, rodeado de misticismo, a tal grado que fue sepultado en una fosa común, de la cual se desconoce su paradero, ya que nadie reclamó sus restos. Agustín Sánchez González es un famoso historiador mexicano, especializado, precisamente, en la caricatura que ha sido parte de nuestra historia, siendo el personaje de José Guadalupe Posada, uno de los hombres que más le ha llamado la atención y al cual, le ha dedicado varios años de investigación. Sánchez González publicó en 2008, el libro titulado "Posada", en donde tras un arduo trabajo, echa por tierra varias cosas que se daban por aceptadas en la vida del grabador e ilustrado, siendo los más dogmáticos los que rechazan toda la información contenida en este texto. Según informador.com.mx, así como agusanvh.blogspot.com, estos son algunos de los mitos que rodean la vida, obra y muerte de José Guadalupe Posada, el mejor caricaturista mexicano. Porfirista y conservador. Según Rafael Barajas, mejor conocido como "El Fisgón", señala que el artista le era leal a Porfirio Díaz, y que creía y practicaba fervientemente sus ideas. Sánchez González no cree en dicha afirmación, pues aunque Posada haya sido un reacio defensor del modernismo, siempre criticó la desigualdad e injusticia social derivada del gobierno porfirista. El verdadero nombre de "La Catrina". Quizá esta sea la obra más popular y conocida por todos los mexicanos y con la que a Posada se le relaciona en el extranjero. El historiador descubrió que dicha caricatura originalmente fue titulada como "La Calavera Garbancera" y que fue Diego Rivera, quien finalmente le llamara "La Catrina", tras haber inmortalizado dicha imagen en su mural llamado "Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central". No tenía preferencias políticas. Resulta ser que un grabador de nombre Leopoldo Méndez, publicó en 1892 un dibujo sobre la represión porfirista, en donde retrata a Posada al lado de los hermanos Flores Magón, lo que generó que al ilustrador se le señalará como un anarquista radical. En realidad, jamás conoció ni coincidió con estos personajes de la Revolución y siempre se mantuvo en el centro, tratando de retratar la vida de las personas. La muerte relacionada con nuestras raíces indígenas. Se cree que su obsesión con el tema de la muerte, se debe a que desde pequeño estuvo en contacto con ella. Primero, su casa en Aguascalientes se encontraba frente a un panteón, vivió de cerca una epidemia de cólera que cobró la vida de decenas de personas, fue testigo de cuando los bandidos asaltaron su ciudad natal, fusilando y colgando a gente a diestra y siniestra; dichos cadáveres fueron a parar cerca de su casa. Su segundo apellido no es Ruiz. Debido a la poca documentación que se tiene del artista, mucho tiempo se creyó que su nombre completo era José Guadalupe Posada Ruiz; Agustín Sánchez tuvo la posibilidad de tener la fe de bautismo de este hombre en sus manos, en donde se percató que en realidad, su segundo apellido era Aguilar. Su hijo. Se sabía que Posada llegó a la Ciudad de México acompañado de su hijo adolescente, del cual ya nada se supo. Sánchez González averiguó que el nombre del chico era Juan Sabino Posada Vela, que su madre había sido una señora de nombre María de Jesús Vela y que falleció en enero de 1900, a los 17 años de edad, al haber contraído tifo exantemático. Relación con los Vanegas Arroyo. Se ha dado por hecho que José Guadalupe Posada llegó a la Ciudad de México exclusivamente para trabajar en el taller de litografía de la familia Venegas Arroyo. Sánchez afirma que en realidad, quien le invitó a venir a la capital fue Irineo Paz (abuelo de Octavio Paz), por lo que en realidad, el dibujante era una especie de freelance, pues sí que trabajó para los Vanegas Arroyo, pero no de manera exclusiva, pues al mismo tiempo, su trabajo fue publicado en más de 40 periódicos. --------------------------------------------------------------------------------

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