viernes, 2 de marzo de 2012

Porfirio maiceaba a la gente para que le pegara a Lerdo de Tejada (El Financiero)

Porfirio maiceaba a la gente para que le pegara a Lerdo de Tejada
Silvina Espinosa de los Monteros
Viernes, 2 de marzo de 2012


•Recuento histórico de la caricatura en México.


· RECUENTO DE LA CARICATURA NACIONAL

Como parte de una colección dedicada al humor gráfico en Hispa- noamérica, la Universidad de Alcalá en combinación con la editorial catalana Milenio acaban de publicar el volumen Historia de la caricatura en México de Esther Acevedo y Agustín Sánchez González, con quienes charlamos sobre un intenso periodo que comprende casi dos siglos.

Pese a que ambos especialistas llevan años publicando libros y dando conferencias sobre los protagonistas de la historia de la caricatura en México, no existía un libro que compilara lo sucedido entre 1808 y el año 2000, labor para la cual acordaron dividirse los materiales de investigación; mientras el siglo XIX le correspondería a Esther Acevedo, el siglo XX estaría bajo la responsabilidad de Agustín Sánchez González.

-¿Cuál es el rol que encarnan los medios impresos en plena época independentista?

-Una de las tareas fundamentales de los periódicos a principios del siglo XIX es educativa -dice Esther Acevedo-. Claro que también hay otros lugares donde se va diseñando la iden- tidad nacional de manera pedagógica, como los teatros, las escuelas y los museos; pero el periódico, en particular, se encargará de transmitir los valores que la República comenzaba a producir. Al principio se usan hojas volantes y grabados que contienen frases graciosas o críticas punzantes. Luego comienzan a aparecer periódicos, cuyo modelo de caricaturas va a ser tomado de los periódicos franceses. Desde aquel país comienzan a llegar publicaciones y los extranjeros que llegan a radicar aquí traen prensas litográficas entre 1835 y 1845. Antes, la única prensa de este tipo era la de la Academia de San Carlos, pero los caricaturistas no podían utilizarla.

-Incluso, los diarios ajustan su formato al tamaño de esas planchas litográficas...

-Sí, y creo que ese factor acota a los caricaturistas en cuanto a la forma; sin embargo, lo que los va transformando en cuanto a la línea, la perspectiva y el hecho de utilizar ciertos elementos, es el tiempo. En La Orquesta, que dura casi 16 años y es uno de los periódicos más sobresalientes del siglo XIX, tú ves las primeras caricaturas y sientes que el lápiz les tiembla, aún el dibujo es muy académico. Luego, poco a poco, se van soltando hasta tener una línea rápida y con mayor fluidez.

-En cuanto a la veta crítica, ¿cómo evolucionan?

-Conforme pasa el tiempo, la crítica se va haciendo más fuerte. Una de las propuestas que hago como historiadora de arte es que la caricatura fue sembrando la duda en el ciudadano. Y este dudar es una característica que nace en el siglo XIX: se comienza a dudar de la honestidad del presidente, de sus ministros, de las leyes... No existe una historia de la caricatura durante este periodo. Para ver cómo era recibida tienes que ir directo a los periódicos a fin de conocer qué comentaban sobre ellas y, en el caso de los diarios conservadores, te das cuenta de que les tiraban duro porque las consideraban muy groseras. Algo que evidencia que la sociedad no estaba acostumbrada a ellas. Con- forme pasa el tiempo la crítica se va haciendo cada vez mayor, y para la cuarta o quinta reelección de Benito Juárez ya está a todo lo que da.

-¿Qué tanta producción existe en el siglo XIX y quiénes son sus principales exponentes?

-Durante la primera mitad del siglo XIX hay censura en los periódicos. Sin embargo, después de la guerra de Reforma, que ganan los liberales en 1861, hay una gran apertura y surgen 18 periódicos que publican caricaturas. Algunos de los exponentes de ese momento son Constantino Escalante, Santiago Hernández, Alejandro Cazarín y Jesús Alamilla.

-¿Cuál es la característica que identifica la caricatura en este siglo?

-Serían dos. La primera es su nacimiento y la segunda que exhibe lo que se escucha en los corredores y se dice fuera de los círculos oficiales, algo que viene a contradecir o cuestionar lo que se publica en los periódicos. La importancia de la caricatura fue tal que muchos historiadores atribuyen el hecho de que Sebastián Lerdo de Tejada no se haya reelegido a la crítica que hubo en contra suya en El Ahuizote.

-¿Cómo se da la transición a los caricaturistas del siglo XX?

-Yo creo que lo que constituye el puente entre el siglo XIX y el XX es José Guadalupe Posada, ya que fue alumno de todo este grupo que publicaba en el periódico La Orquesta -responde ahora Agustín Sánchez González-. Por otra parte, creo que aún falta por investigar a fondo la cuestión de la censura y la represión. ¿Hasta qué punto la supuesta libertad de los caricaturistas era tal? O si más bien lo que había era una "línea" que, en el caso de Lerdo, es muy clara. Porfirio Díaz está maiceando a la gente para que le "pegue" a Sebastián. Otro caso es el de Madero. Prácticamente todos los caricaturistas de la época, incluso personajes que después se cargan a la izquierda como Orozco, lo van a aplastar; de tal suerte que toda la caricatura de la Revolución tiene una incidencia muy grande en la caída de Madero. No hay nadie que no haya criticado los errores que cometió. Es más, una hipótesis puede ser el que la caricatura haya ayudado a que no hubiera tantas protestas por el golpe de Victoriano Huerta. La gente estaba tan sensibilizada ante los errores de Madero, magnificados o no, que la reacción general no fue tan fuerte.

-¿Qué publicaciones aparecieron en ese momento?

-Multicolor es la gran revista del periodo revolucionario, donde publican personajes como El Chango Cabral, Clemente Islas Allende, José Clemente Orozco y Santiago R. de la Vega, entre otros. Contrario a la cantidad de publicaciones que surgieron en el siglo XIX, desde 1929 cuando se funda el Partido Nacional Revolucionario (PNR) hasta 1968 son muy pocas las revistas de caricatura que tuvieron gran impacto. Son seis o siete nada más, entre las que destaca Fantoche por su calidad estética. Ahí participaba gente como Miguel Covarrubias y Alfredo Zalce, quien firmaba como ERA. Algo curioso es que ciertos pintores que hicieron caricatura se ocultaron tras seudónimos. Otro caso es Chávez Morado, que firmaba como Chon.

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