domingo, 10 de julio de 2011

Cumple 110 años La Biblioteca del Niño Mexicano

10 Julio, 2011 
Es una de las primeras ediciones educativas en México
Mexico, DF.- A 110 años de su aparición, que se cumplen este 2011, “La Biblioteca del niño mexicano”, concebida por Heriberto Frías, es una rareza histórica que no obstante sus omisiones históricas, es digna de estudio, pues permite entender ese México desdeñado y satanizado por la revolución y ubicarlo en su justa dimensión.

Así lo considera el historiador e investigador del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), Agustín Sánchez González, para quien aunque el material fue planeado como un proyecto didáctico de gran envergadura, acabó siendo hecho con un enorme descuido.

Recordó que la idea nació tras la consolidación de la dictadura de Porfirio Díaz en México, a finales del siglo XIX, cuando parte del proceso de reconstrucción nacional se centró en la educación, a través de la cual el mandatario buscaba difundir una visión sobre la historia del país y fomentar la lectura entre los niños.

En aquella época, acotó, el analfabetismo era preocupante, debido a que alcanzaba cifras impresionantes: se calcula que en 1900, cerca del 85 por ciento de la población mayor de seis años no sabía leer ni escribir.

Ante ello, el gobierno buscó la forma de trazar y definir políticas educativas que justificaran la idea del progreso, que tuvo como fiel intérprete al escritor Heriberto Frías, quien ideó publicar en ediciones de bolsillo una colección de 110 relatos sobre “un pasado espléndido y digno de ser conservado en la mente de todos los niños mexicanos”.

En su artículo “Biblioteca del niño mexicano. Una edición en aras del progreso y la educación”, publicado en el más reciente número de la revista “Relatos e historias de México”, Sánchez destacó que esta genial edición fue realizada en Barcelona, España, por el editor italiano Manuel Maucci, y con portadas diseñadas por el grabador mexicano José Guadalupe Posadas, quien tuvo el apoyo del entonces presidente Díaz.


Conformada por 110 cuadernillos, la colección se dividió en tres periodos, basados en una idea nacionalista: prehispánico, colonial y época contemporánea, que concluye con “El Sol de la Paz”, un homenaje a Porfirio Díaz.

Sin embargo, para su elaboración, Frías utilizó el mismo esquema que el aplicado en el periódico “El Imparcial”: una historia de ficción conformada por mitos y leyendas, como si fueran cuentos de hadas.

De hecho, desde el primer número, “La leyenda del monje blanco”, está presente esa idea, como lo anuncia su presentación: “Esto que van a saber mis queridos y amables compatriotas niños, nacidos en la gloriosa América, es curioso, al mismo tiempo que divertido”.

Entonces, explica el historiador, acabó siendo una visión ajena a la Historia –con mayúscula-.

Por ejemplo, este texto narra un cuento ajeno a la verdad histórica, en el cual entremezcla una leyenda germánica de un monje blanco que se le aparecía a Cristóbal Colón (lo curioso es que el genovés no aparecerá más dentro de la historia americana).

Sin duda, continua el investigador, Heriberto Frías se guió por el enunciado de Gregorio Torres Quintero sobre hacer una historia-cuento o, tal vez, un cuento de tema histórico.

Tampoco es ajeno al manejo nacionalista, bastante chovinista, de negar nuestro pasado hispano y todo remitirlo a un México que en la época prehispánica no existió, detalló el autor del célebre Diccionario biográfico ilustrado de la caricatura en México”.

Queda clara además su antipatía por Moctezuma –o hacia los aztecas en general- y hasta un dejo de simpatía por los conquistadores, agregó Sánchez González, para quien los cuadernillos dejan también fuera momentos fundamentales de la historia patria.

Así, Frías, quien creó una de las grandes obras de la literatura mexicana manejando un lenguaje moderno y modernizador, acabó haciendo de la “Biblioteca del Niño Mexicano” un monumento más a Díaz.

Recordó que en el último número de la serie, reivindica al dictador: “¿Quién fue Díaz? El hombre que desde que fue niño adolescente amó a su patria, a sus leyes, a sus glorias y a sus libertades… Porque, sabedlo, el que es ahora nuestro Sol de Paz y Progreso… desde niño hizo prodigios”.

“No se trata de juzgar a Frías ni de calificarlo de conservador y porfirista, pues tendríamos que haber vivido las presiones que soportó después de “Tomóchic”.

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